El 21 de marzo de 1963, hace exactamente 60 años, la prisión de Alcatraz dejó de funcionar; allí mismo, seis años después, ocurrió la ocupación más prolongada de una instalación federal por parte de indígenas norteamericanos hasta el día de hoy.
Llegaron a la isla de Alcatraz en botes alquilados, el 20 de noviembre de 1969. Eran unos 70, mucho menos de lo que llegarían a ser después, pero, de todas formas, no encontraron oposición y tomaron rápidamente el control de las instalaciones abandonadas del lugar. La prisión había dejado de funcionar allí el 21 de marzo de 1963, hace exactamente 60 años, y desde entonces la isla, que los norteamericanos llaman “La Roca”, se encontraba totalmente desocupada y con sus edificios en estado de deterioro.
La ocupación no tardó en cautivar el ojo mediático. “Este es el comienzo de nuestra lucha por justicia y por autodeterminación”, dijo ante los micrófonos televisivos Richard Oakes, líder de la organización, una vez asentado. Sobre la fachada del edificio central, donde solía leerse “Propiedad de los Estados Unidos”, sus compañeros tacharon y reescribieron con pintura: “Propiedad de los Indios Unidos”. La isla se había convertido, según la describió The Times, en “un punto focal simbólico del pueblo indígena”.
La mente detrás de la toma del predio fue el empresario ojibwe Adam Nordwall, de la Reserva Red Lake en Minnesota y dueño de una empresa de control de plagas. Pero su verdadero líder, quien guió durante más de un año a la población asentada en Alcatraz y se presentó al mundo como su vocero, fue el joven Oakes, un mohawk de la costa este de Estados Unidos que vivía en San Francisco y, hasta ese entonces, trabajaba de bartender. Lo acompañaban unos 80 estudiantes indígenas de la Universidad de California y más de 20 indígenas urbanos del área de la bahía de San Francisco.
Alcatraz había sido clasificada como “tierra excedente” por el gobierno de los Estados Unidos, fuera de uso desde que se cerró la prisión, en 1963. “Compraremos la isla de Alcatraz por veinticuatro dólares en cuentas de vidrio y tela roja, un precedente establecido por la compra del hombre blanco de una isla similar hace unos 300 años -decía una comunicado del grupo-. Sabemos que 24 dólares en bienes comerciales por estos 16 acres es más de lo que se pagó cuando se vendió la isla de Manhattan, pero sabemos que el valor de la tierra ha aumentado a lo largo de los años”.
Una vez instalados, los nuevos pobladores de la isla de Alcatraz, que pasaron a identificarse grupalmente como “indios de todas las tribus”, empezaron a organizar la vida en el lugar. Primero crearon, a través de elecciones, un consejo. Luego, dividieron tareas: seguridad, saneamiento, guardería, cocina, lavandería. Todos los miembros mayores de la comunidad tenían un trabajo asignado. También crearon una escuela y una estación de radio: “Radio Free Alcatraz”. John Trudell, mano derecha de Oakes, comenzó a hacer trasmisiones diarias en las que discutía las tradiciones culturales suprimidas y entrevistaba a personas que participaban en la ocupación.
Pero los primeros inconvenientes no tardaron en surgir dentro de la comunidad. Los activistas habían llevado a la isla poco abrigo y no suficientes bolsas de dormir. Además, empezaron a tener problemas, no solo para transportar comida y agua desde el continente, sino también para comprarla. Fue entonces que varios personajes del mundo del espectáculo empezaron a hacer donaciones para manifestar su apoyo a la ocupación. Entre ellos, la banda Creedence Clearwater Revival donó 15.000 dólares para un bote, que llamaron Clearwater y utilizaron para traer insumos esenciales a la isla.
“Parecía apropiado, de alguna manera, que esta antigua prisión beneficiara a los indios, porque entre los primeros presos políticos encarcelados había un grupo de padres Hopi que se negaron a cumplir con las prácticas de internado forzoso del gobierno”, dijo en una entrevista Dennis Banks, líder del Movimiento de Indios Americanos, en 2004. Lo que decía era verdad: unos de los primeros prisioneros de la isla habían sido, en 1895, un grupo de 19 Moqui Hopi, encarcelados por cargos de sedición.
Desde un principio, el gobierno federal les exigió a los nuevos pobladores de la isla que la abandonaran por completo. Como su insistencia y sus frustradas barricadas alrededor de la isla no funcionaron, optaron por negociar. Pero los ocupantes no creían que hubiera nada por negociar. Ellos tenían muy claro lo que querían, y no estaban dispuestos a aceptar menos: la escritura de la isla, el establecimiento de una universidad indígena, un centro cultural y un museo. A la vez que los negociadores se negaron rotundamente.
La crisis interna, el principio del fin
El derrumbamiento del grupo tuvo que ver, más que nada, con problemas internos y fenómenos que se dieron a la vez. En primer lugar, en enero de 1970, con el comienzo del nuevo año universitario, gran parte de los ocupantes que eran estudiantes abandonaron la isla. Ellos fueron reemplazados por otras agrupaciones de nativos, de reservas y también de ciudades, que no habían sido aparte de la ocupación inicial. A ellos se sumaron muchos hippies y miembros de otras tribus urbanas que querían escapar del control estatal de San Francisco. Fue entonces que el liderazgo de Oakes empezó a flaquear, a la vez que dos grupos diferentes comenzaban a perseguir la dirigencia de la isla.
A ello se sumó un hecho trágico ocurrido en la isla. El 5 de enero de 1970, Yvonne, la hijastra de 13 años de Oakes, cayó tres pisos por una escalera y falleció. Después de su muerte, el líder abandonó la isla y los dos grupos que buscaban su lugar empezaron a competir por el poder. A su vez, el uso de las drogas empezó a proliferar por la isla, generando la incomodidad de los ocupantes originales.
El gobierno, que había elegido hasta el momento mantenerse pasivo, a la espera de que la agrupación se desmoronara por su cuenta, decidió finalmente cortar la energía eléctrica de la isla y retiró la barcaza de agua que utilizaban los habitantes para obtener agua dulce. Tan solo tres días después, un gran incendio convirtió en ruinas varios de los edificios históricos de la isla. ¿El causante? El gobierno culpó a los ocupantes, mientras que los ocupantes denunciaron que supuestos agentes encubiertos gubernamentales habrían causado el inicio de las llamas.
Contra todo pronóstico, los ocupantes no desistieron. Pero la situación era cada vez más compleja. Cómo no tenían dinero para comprar comida, algunos comenzaron a desmontar cables y tuberías de cobre de los edificios para luego venderlos. Por esta razón, tres de ellos fueron arrestados, siendo declarados culpables de vender unos 300 kilos de cobre.
El resto de la población duró allí solo un par de meses más. La intervención final del gobierno, bajo el visto bueno de Nixon, tuvo lugar en junio de 1971. Ocurrió durante una tarde en la que muchos ocupantes se encontraban en la bahía en San Francisco. Los policías que actuaron en la recuperación solo tuvieron que remover del lugar a cinco niños, cinco mujeres y seis hombres.
A pesar de que la ocupación fracasó, hay quienes creen que, en verdad, fue todo un éxito. En diciembre de 1970, mientras los “Indios Unidos” permanecían en Alcatraz, Nixon devolvió el Lago Azul y 48.000 acres (20 mil hectáreas) de tierra a los indios Taos, en Nuevo México. Al mismo tiempo, resolvió que las tierras ocupadas por indígenas cerca de localidad de Davis, en California, se convertirían en el hogar de una universidad de nativos americanos, que respete su historia y tradiciones. Otra conquista derivada de la ocupación se dio en Washington: la Oficina de Asuntos Indígenas finalmente decidió contratar nativos americanos.
Más notas de Todo es historia
Más leídas de Lifestyle
Para los médicos era estrés, pero tenía un ACV “Me recomendaron hacer postrecitos caseros y venderlos para dejar atrás las situaciones complicadas”
No es para mirarse. La verdadera razón por la que los ascensores tienen espejos y seguro no conocías
De bajo costo. La fórmula casera que usan restaurantes y hoteles para eliminar a las cucarachas
¿Cómo consumirla? La poderosa sopa natural que ayuda a "quemar grasas" y permite bajar hasta 8 kilos en una semana