Concebido como un palacio capaz de albergar a tres familias, el edificio que desde 1936 funciona como sede de la Cancillería es un ícono de la influencia francesa en la sociedad porteña de los siglos XIX y XX.
Construido a partir del diseño del reconocido arquitecto Alejandro Christophersen, el palacio Anchorena (rebautizado palacio San Martín en 1936) fue elevado a toda velocidad para que su inauguración coincidiera con la celebración del primer centenario de la Argentina. Las obras comenzaron en 1905 y concluyeron en 1909 aunque en 1916 se realizó una reforma y ampliación.
El palacio es un exponente de L'Ecole des Beaux Arts. Su antigua propietaria, Mercedes de Anchorena, mandó a construirlo como una vivienda multifamiliar en la que tanto ella como sus hijos Aarón, Enrique y Emilio pudieran vivir juntos. Está formado por tres mansiones interconectadas con entradas independientes, como un modo de cuidar la privacidad de los miembros de la familia.
Por detrás del pórtico de entrada que se ubica sobre la calle Arenales es posible vislumbrar el patio de planta ovalada custodiado por un perímetro de columnas elevadas a un primer piso. Allí se ubican las entradas privadas a cada uno de los hogares que dan forma al palacio.
Siempre en clave francesa pero con distintos lenguajes, dos de la casas remiten a la arquitectura neobarroca característica del siglo XVIII con detalles y ornamentaciones que recuerdan al estilo del Palacio de Versalles.
En cambio, la tercera residencia se distingue por un trabajo coherente con los exteriores del palacio: clásicos y austeros. En su interior se destaca la triple altura con luz vertical que viene desde una claraboya ubicada en el techo que crea un tipo de iluminación más moderna y contemporánea.
La vida en el palacio transcurría bajo un criterio de funcionamiento típico del momento. La planta baja era dominio del personal de servicio. Allí se encontraban las salas de máquinas, la cocina y las habitaciones privadas masculinas.
En el primer piso se ubicaban los salones públicos de los dueños mientras que el segundo estaba destinado a sus habitaciones. En las mansardas se hallaban las dependencias del servicio femenino, además de las salas de lavado y guardado de ropa.
En 1920 cuando murió Mercedes de Anchorena la casa quedó cerrada hasta que en 1936, debido a la crisis económica mundial de la década, el estado argentino adquirió el inmueble y lo convirtió en la sede del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto. En ese momento pasó a llamarse Palacio San Martín. Hoy, reemplazado por un moderno edificio que pareciera dialogar con su predecesor, el lugar se ha transformado en la sede protocolar de Cancillería.
Asesoramiento: Arquitecta Alicia Aletti, autora del libro La Diagonal. Sociedad. Historia y Arquitectura. Buenos Aires. Siglo XX.
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