Entre lo “real” y lo “mágico” solo media un pequeño detalle: el sitio desde donde uno mire la vida.
Hugo Covaro
La isla de Tierra del Fuego, el confín del mundo, tradicionalmente ha sido un espacio físico e imaginado donde la realidad se presenta como un escenario de fuerzas espirituales. El pensamiento asociado al lugar se transfiere al mundo externo, y las imágenes y el contorno de la isla se proyectan por los sentidos de la mente a lo largo de la historia.
El escenario fueguino actual es heterogéneo en cuanto a su origen, pero comparte el mismo espíritu de sacrificio y perseverancia propio de los primeros pobladores. Y es precisamente en este sentido que este imaginario histórico asociado a Tierra del Fuego como un lugar-límite, la última frontera de la civilización anclada en el extremo austral de la tierra habitable, se vincula íntimamente con el aislamiento; y es precisamente en este contexto donde la hostilidad y la aventura conforman sus representaciones más comunes, y aun en tiempos de globalización, la metáfora del fin del mundo persiste y proyecta su cuota de misterio.
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