Reconversiones creativas. ¿Cómo es el turismo de pandemia?
Con restricciones para muchas actividades, turistas que llegan en cuentagotas y una crisis económica apremiante, muchas empresas exprimieron su creatividad para reconvertirse y atraer, al menos, a los residentes, con propuestas novedosas, que pronto se volvieron un éxito. Muchos de esos casos de transformaciones se producen en Europa. Los países del Viejo Continente siguen manteniendo, a pesar de la segunda ola de contagios, la posibilidad de hacer actividades recreativas, comer en restaurantes y visitar museos, entre otras salidas.
Este fue el caso del famoso club Berghain, conocido como la catedral electrónica underground de Berlín, en Alemania, que se transformó en galería y ofrece una exposición de arte contemporáneo.
El Berghain, acostumbrado a recibir hasta 1500 personas en su gran edificio que perteneció a la antigua central eléctrica de la Alemania del Este, es conocido por sus interminables filas y la decisión del guardia de la entrada que habilita o no el ingreso a su antojo. Pero en tiempos de coronavirus, se accede con entradas compradas con antelación por Internet y una pulserita con nombre que asegura franquear la puerta.
La exposición colectiva Studio Berlin, que se exhibe en principio hasta diciembre, incluye fotografías, esculturas, pinturas, dibujos e instalaciones de 115 artistas, en su mayoría realizados durante estos meses de cuarentena. Así, la pista de baile, los bares y hasta los baños fueron ganados por arte que refleja los cambios sociales producidos durante la pandemia muy lejos de la música a todo volumen y las multitudes que solían frecuentarlo.
En el sur de Inglaterra, numerosos cruceros fondeados frente al gran puerto de Southampton se convirtieron inesperadamente en atractivo turístico para los locales.Las embarcaciones dejaron de realizar sus itinerarios en marzo cuando el coronavirus invadió el mundo y sin muchas alternativas quedaron boyando, hasta que puedan retomar sus actividades.
Este nuevo horizonte poblado por las inmensas moles marinas fue el disparador para la empresa de ferry Mudeford, que no se quedó de brazos cruzados frente a la baja de pasajeros e ideó estos tours novedosos que denominó Circuito por los barcos fantasma. Los recorridos de dos horas y media en pequeñas embarcaciones, que se convirtieron en un éxito inmediato, navegan a pocos metros de las inmensas ciudades flotantes con capacidad para miles de pasajeros, como el Allure of the Seas de Royal Caribbean, que tiene más de 360 metros de largo y recibe casi a 7000 pasajeros y el Queen Mary 2, de Cunard, entre muchos otros. Como los cruceros mantienen una tripulación mínima para el mantenimiento, intercambian saludos desde cubierta y hasta los capitanes hacen sonar las sirenas como bienvenida a los visitantes que los contemplan desde cerca.
Aislamiento asegurado
En la Costa del Sol, en el sur de España, con el sector turístico deprimido, decidieron darle otro uso a los grandes hoteles y así surgió Balcón Rock, que el sábado último tuvo su primera cita, con las presentaciones de TT Syndicate, Tito Ramírez y Pike Cavalero. La propuesta es sencilla, pero original y atractiva. En el jardín central del hotel VIK Gran Hotel Costa del Sol, un cuatro estrellas en primera línea de playa en Mijas, Málaga, los músicos tocan mientras los espectadores-huéspedes los escuchan desde el cómodo balcón de la habitación, como si fuera el palco preferencial de un teatro. En el balcón pueden moverse libremente, bailar o tomar algo. De esta manera, la distancia social requerida para esta nueva normalidad está asegurada, se reactivan los espectáculos y se estimula los viajes a la ciudad balnearia, muy afectada por la baja de visitantes. La entrada a los conciertos se ofrece de manera conjunta con la reserva de la habitación, que puede ser por una noche.
Ante la preocupante baja de turistas extranjeros, un restaurante de la capital húngara encontró una manera creativa para atraer comensales locales. El restaurante Costes, que ostenta una estrella Michelin, decidió ofrecer su menú en el Budapest Eye, una gran vuelta al mundo, similar a la de Londres, con vistas panorámicas al Danubio y al centro histórico de la ciudad. En cada cápsula cerrada recibió una familia de hasta cuatro integrantes a los que les sirvió un menú de cuatro pasos, mientras la noria giraba, por supuesto y alcanzaba los 65 metros de altura.
El ingenio para subsistir parece ser inagotable y muchas de esas propuestas innovadoras las protagonizaron aerolíneas, con sobrevuelos que salen y regresan al mismo aeropuerto y restaurantes de tierra que ofrecen la comida de a bordo. Ahora la aerolínea Finnair, de Finlandia, además de pasajes vende el menú que ofrece a sus pasajeros de Business. Sin necesidad de viajar, se puede comprar esta línea de alimentos precocinados en un comercio cercano al aeropuerto de Helsinki y planean extenderlo a supermercados de país. Se puede elegir bandejas con albóndigas de carne de reno, trucha del Ártico o ternera con salsa teriyaki preparada al estilo japonés.