Roberta Freymann: "Lo chic es usar protector solar como filosofía de vida"
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Es solo cuestión de hojear alguna revista de lifestyle internacional, aquellas que muestran princesas y princesitas en sus cuartos, para detectar que Roberta Freymann –diseñadora inglesa radicada en los Estados Unidos– se ha apoderado de los palacios. Acolchados combinados con pijamas (icónicos), alfombras, almohadones, kurtas, manteles, batas y vajilla. Abuelas, madres e hijas combinando un mismo género. Auténtico festival de estampados, lúdicos, pensados en Nueva York y ejecutados en India. Famosos sus monos, palmeras, conejos, elefantes y flores de loto. Famosos sus azules y verdes en el polo internacional y las túnicas inconfundibles que llevan las chicas Hollywood a todas partes.
Su primera tienda fue en la calle 73 y Lexington, en 1999. Roberta Roller Rabbit se llamó. Y fue gracias a un retazo de tela que encontró en uno de sus viajes. "Estaba escrito mi nombre y decía algunas cosas más. Descubrí que era una fábula, un conejo mágico y me encantó", comenta la creadora de la marca que acaba de renacer con otro nombre (Ro’s Garden) y tiene su base en Sudamérica.
–En las últimas décadas llegaste a tener 17 locales, pero ahora decidiste vender, cambiar de continente. ¡Y la fábula cuenta que fue por amor!
–La realidad es que tengo un marido argentino, neurólogo, con quien vivimos hace años en Nueva York. Fue su querida hija, Gabriela Herbstein, quien me hizo enamorar de estas tierras. Primero el mar, los bosques y hortensias de Punta del Este. Y hace un año me encontré decorando un departamento en pleno corazón de Recoleta. Aunque viajo constantemente, la apuesta está hecha. Por amor, claro. Y porque no puedo quedarme quieta. Además quiero ver crecer a las hijas de Gaby (Penélope, Ofelia y Cleo), que considero mis nietas. Con ella pusimos la primera tienda en Manantiales que fue un éxito absoluto. Luego la de la calle 20 en la Punta.
–¿Cómo te resulta vivir y crear desde este lado del mundo?
–No pensaba volver al ruedo tan rápido, pero como soy incapaz de quedarme sin hacer nada y tengo pasión por los textiles y la moda empecé con esta nueva marca. Ro es como me llaman todos mis sobrinos y chicos de la familia. Y las rosas siempre formaron parte de mi vida y de mi look. Soy inglesa de nacimiento y las amo.
–A la hora de trabajar. ¿Tu mirada es más europea o americana?
–Soy europea en la perspectiva pero muy americana en lo profesional. Eso me hace muy confiable. Con la hija de mi marido trabajamos tan bien porque ella vivió más de la mitad de su vida en Estados Unidos, es de allá. Así que nuestro dúo es muy productivo. Mi frase es "get on with it"... O sea siempre seguir adelante, incluso cuando las cosas se ven complicadas. Me gusta la palabra resiliencia, con todo lo que esto significa.
–Bueno, en Argentina vas a tener que usar bastante la frase y la actitud. No es fácil.
–Todavía me siento extranjera en Buenos Aires. Nos mudamos hace algo más de un año pero apenas viví ahí cinco meses. Por supuesto me gusta la ciudad, mis adorables amigos, pero mi felicidad absoluta son mis nietas.
–¿Cómo es el proceso?
–Sigo viajando a India dos o tres veces por año, con mi equipo. Allá trabajo directamente con los estampadores, quienes también participan en la creación. En Buenos Aires dibujo, leo, busco, me inspiro con un proceso que va más hacia dentro. Cuando estoy en Nueva York o en Europa los museos y las muestras de arte son una fuente importante de inspiración. En Sudamérica me concentro mucho en la naturaleza. –La nueva marca es una oda a las rosas, pero seguís con la identidad de los géneros que respiran, algunas estampas geométricas, los desteñidos de mar y arena en ruedos...
–Bueno, eso es nuevo. Hay detalles de costura fina que hacen la línea más arriba aún. La experiencia hizo que ahora pueda darme algunos lujos, piezas exclusivas, pespuntes a mano, pinzas, recortes, procesos de teñido exclusivos. Amo el algodón porque respira, se lava, es agradable a la piel, ideal para el verano.
–¿Qué es lo chic?
–Lo chic es menos. Es no abusar. Lucir como que no hubieses puesto tanto esmero, pero estás impecable. Y usar protector solar como filosofía de vida.
–El famoso menos es más.
–Digamos que hay que lograr un equilibrio, y depende las edades. Siempre hay que apostar en una buena prenda. A mi gusto la ropa debe fluir en un color o corte impactante. Después elegir un par de aros o una pulsera. No se necesita mucho más. La realidad es que cuando uno crece necesita ir tapando algunas zonas. Por razones estéticas o de salud la túnica es nuestra aliada. Todas envejecemos o engordamos y en el hemisferio sur, con este solazo, el peligro de estropear la piel es más grande. Pero sucedió que este tipo de prenda, sofisticada y fresca, tuvo una aceptación increíble en adolescentes y mujeres jóvenes de extrema elegancia. Hoy, niñas, madres y abuelas pasan veranos en composé, con sus kurtas, vestidos y pareos de mar. Es muy agradable de ver.
–Los pijamas de algodón para chicos y grandes son un clásico en tus colecciones. ¡Casi aptos para salir a la calle!
–Es que es así. Las veces que han fotografiado gente famosa con los pijamas haciendo compras o desayunando en sus casas de verano. Fueron furor desde un principio. El pijama es muy inglés así que no podía no hacerlos. Y de algodón, porque son fáciles de lavar y conservar varias temporadas. Empecé haciéndolos con animalitos divertidos y así quedó. No puedo abandonarlos porque realmente son un hit.
–Además de la moda, la decoración y la gastronomía son tus pasiones. Tienen mucha fama tus mesas.
–Es que le pongo mucho amor. Mis mesas son siempre muy coloridas. Casi siempre recibo con montones de rosas y tengo la suerte de haber heredado bastante porcelana, cristal y platería. Mi teoría es que hay que lucir las cosas lindas, así que uso todo y lo comparto con mis seres queridos. Nunca faltan los manteles estampados de la India o telas vintage de la ruta de la seda. La decoración me fascina y por supuesto el arte en general.
–¿Cuál es tu hit en la cocina?
–La realidad es que en Buenos Aires estoy un poco más simple por falta de materias primas. Pero se come bastante mediterráneo. Risottos, pastas, verduras. Hago algunos platos típicos marroquíes y unas tortas peligrosamente buenas. Con lima, muy ligeras pero, según dicen, siempre inolvidables. En cuanto a los vinos lo dejo a mi esposo. El sabe mucho al respecto y conoce los viñedos del mundo.
–¿Te acompaña a India?
–No, allá hay que ir a trabajar y no distraerse porque el seguimiento de la gente, la elección de los dibujos y demás es una tarea tan apasionante como cansadora. Los moldes son creados y producidos por mí en conjunto con artesanos del lugar. La mayor parte de los productos están estampados con una técnica manual muy antigua y tradicional, que se llama block printing. Varios estampados son tradicionales indios o marroquíes. Pero lo que cambia es el color, la disposición de los dibujos, para hacerlo más actual.
–Mencionabas los estampados con humor y ahora, al escuchar el nombre de tus perros, uno confirma que tu vida es así.
–¿Por Alfa y Romeo? Sí, me pareció gracioso llamarlos de esa forma. La vida sin humor no tiene mucho sentido. Hay que ponerle algo de originalidad a las cosas o estamos perdidos.
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