Lejos de ser una política en contra de los niños, varios hoteleros se alinean con esta condición para posicionarse como un oasis de tranquilidad sobre todo durante las vacaciones.
Imaginen esta escena: un hotel encantador, un bistró donde se sirve comida increíble a la luz de las velas, jazz suave de fondo y… el llanto de un bebé o las corridas desenfrenadas de un niño que avanza entre las mesas como un terremoto. Ese pequeño puede ser el de la pareja vecina o el tuyo, y que vos ya no sepas si hacer la vuelta carnero con él o ella a upa para que se calme o si salir corriendo. El resultado: comida fría, charla entrecortada, miradas incómodas y el indeseado remate: "al final nos hubiésemos quedado en casa". Esta escena, absolutamente lógica durante la infancia, puede ser incómoda para los padres de la criatura, para los otros huéspedes y, por qué no, también para ese chiquito que no puede llorar en paz o a quien quizás regañen porque no quiere (ni puede) quedarse sentado a la mesa durante un rato largo.
Frente a esta realidad, varios hoteleros en la Argentina y en el mundo adoptaron la política de no recibir niños como huéspedes. Suena antipático, lo sabemos. Y, también lo saben los hoteleros, que deben informarla a quienes eligen sus establecimientos y no siempre les cae bien. Pero hay que aclarar que no es una decisión en contra de los niños, para nada. Es más bien una cuestión de oferta y demanda: como existen hoteles que reciben o no mascotas -nos referimos a las condiciones de admisión, no a que los chicos puedan equipararse con ellas-, hay otros que se reservan el derecho de no admitir niños.
Antes de publicar esta nota, hicimos una encuesta en las cuentas que Revista LUGARES posee en Facebook e Instagram para conocer la opinión de los viajeros. De 1.416 participantes, el 66% se manifestó a favor de esta política y el 34% en contra. Los argumentos principales de quienes estaban a favor fueron, sobre todo, que en la elección está la libertad y que, generalmente, el problema no es de los niños sino de los padres que no intervienen cuando se comportan inadecuadamente. "En ocasiones hay padres que sueltan a sus hijos para ellos disfrutar y no les dicen nada cuando molestan a otras personas, manosean la comida, corren entre las mesas, como tampoco miran si algo les pasa", opina la seguidora Kyara Ledesma. "En realidad me parece un poco fuerte el hecho de que haya un hotel que no permita niños", comenta Silvina Goldman, "pero, por otro lado, hay padres que educan tan mal a sus hijos y que son tan desconsiderados con los que no tienen hijos y tienen el mismo derecho a disfrutar y a descansar que sí, estoy de acuerdo".
Después de conversar con varios hoteleros, identificamos cinco argumentos por los que, generalmente, deciden adherirse al grupo de los alojamientos"kids free".
1. Para garantizar la tranquilidad
Un buen sommier o un gran servicio no siempre son suficientes para lograr desenchufarse si no se complementan con una atmósfera adecuada. Y, para eso, no debe existir ninguna variable disruptiva. "Cuando recibíamos chicos, todos los días algún huésped me preguntaba si alguien se había quejado por los ruidos", comenta Marcos Fortunato de la cálida hostería Luma en Villa La Angostura. "Había padres que se preocupaban demasiado porque el hotel es pequeño. También otros que no les decían nada a sus hijos si molestaban a otros huéspedes. Al final, siempre había alguien que no lo pasaba bien. Hoy, procuramos ofrecer tranquilidad y la paz aunque el hotel esté completo, que nadie ni ningún sonido interrumpa la calma. Incluso, nosotros somos cuidadosos cuando hacemos las cosas para no molestar".
Y tampoco es plan que haya que esperar a que pasen las vacaciones para evitar la presencia de niños. "Como hoteleros, teníamos miedo de sostener esta política durante todo el año y que el mercado se achicara demasiado. Sin embargo, nos sorprendió cuando empezamos a trabajar con docentes, porque, curiosamente, las vacaciones son su momento para estar sin niños", cuenta Mark Welford, propietario de la posada Chacra Bliss, en Tandil. Y agrega: "De hecho, en general son las mamás las que más llaman para reservar porque quieren pasar un finde de novios, lejos de la rutina. Nosotros tratamos de ayudar a que sea un momento especial".
2. Para que exista un espacio para la pareja
"Nos encanta que nuestra propuesta sea el lugar para ir a descansar, para encontrarte con tu marido y dedicarse cuatro días de mimos, de salir juntos a caminar, de tomar un té mirando la cascada", comenta Patricia García de Aguas Arriba Lodge, propietaria y anfitriona de este exclusivo lodge en El Chaltén, quien ya ha coordinado varias propuestas de casamiento en rincones especiales de este paisaje sublime. Carlos Carvalho, propietario del hotel boutique Roble Blanco de Chascomús, agrega: "En momentos en que hay muchas parejas ensambladas y tienen hijos de él, de ella y en común, a veces es necesario tener un tiempo para la pareja. Nuestra propuesta, además, al ser de escapada les permite estar próximos a sus domicilios ante una eventualidad. Esta política, también, nos convierte en una alternativa LGBT."
3. Por la ubicación remota de la propiedad
"Para llegar hay que atravesar un lago en lancha o caminar durante tres horas por el bosque. Y si bien son 1600 acres de naturaleza, el terreno no es como el de una estancia de esas que abrís la puerta para salir a jugar. Aquí todo está en pendiente y hay caídas abruptas. A mis nietos los llevo con arneses por seguridad. No le puedo pedir a una mamá que viene de vacaciones que pase por esta experiencia.", comenta Patricia García, de Aguas Arriba Lodge. "En la zona hay zorros salvajes y pumas. Si bien aparecen de noche, no es seguro dejar salir a los chicos sin compañía".
4. Porque la propiedad no está preparada para recibir niños
Espacios comunes pequeños, detalles de decoración al alcance de la mano, muchas escaleras, terrazas peligrosas y ventanas sin protección, son algunas de las razones más comunes que pueden representar un riesgo para los chicos y, además, implicar un estado de alerta permanente para los padres o cuidadores. "Si bien la casa es grande y cómoda, los espacios comunes son bastante pequeños y tenemos muchos detalles de decoración que los niños pueden llegar a tocar", explica Magda Ochoa Rolotti de la encantadora posada La Diamela, en La Cumbre, Córdoba. "Así como los niños tienen derecho a tener lugares donde el espacio sea amable para ellos, con cosas adaptadas a su tamaño y sus actividades de entretenimiento. ¿Para qué quieren ellos estar en un lugar aburrido con gente aburrida, bebiendo e ignorándolos cuando pueden estar en un playground rodeados de cosas bonitas y divertidas?", argumentó Carla Lozada, una de las seguidoras de nuestra cuenta de Facebook.
5. Por la propuesta en sí misma
Este es el principal argumento por el que los hoteles deciden recibir a mayores de 12, cuando ya son capaces de disfrutar de ciertos programas que pueden, incluso, compartir con los adultos. "Desde hace tiempo, nuestros huéspedes nos decían que para la paz y tranquilidad preferían que sólo recibiéramos mayores. Cuidamos el silencio, la tranquilidad. De hecho, la comida que preparamos es para gente más grande, cocinamos con mucha verdura de nuestra huerta orgánica. La decoración, el jardín, la huerta, las cabalgatas y los circuitos de trekking están dirigidas, también a jóvenes y a adultos", comenta Asunti Pereyra Iraola de la cálida hostería Ave María, en Tandil. "Sólo recibimos niños a partir de 12 años durante las vacaciones de invierno, época en la que servimos milanesas con papas fritas y comidas más sencillas para que los chicos puedan disfrutar". "Nosotros no recibimos a menores de 12 porque Entre Cielos fue concebido para el relax. Estructuralmente no está preparado para niños ni tenemos actividades para ellos. Nosotros contamos con el primer hamam clásico de latinoamérica y esta cultura de relajación es incompatible con la presencia de niños pequeños", explica Mariana Navarro, revenue manager de este exclusivo hotel en Vistalba, Mendoza. "En el lodge no hay wifi ni señal de celular. Esta condición los aleja de la tecnología y los invita a compartir momentos con sus padres que jamás se habían imaginado", cuenta Patricia García de Aguas Arriba Lodge. "A los 12, ya se pueden manejar en la montaña y salir con los bastones a recorrer el bosque. Hubo huéspedes que no habían podido hacer contacto con sus hijos adolescentes y, de repente, se pasaron tres días haciendo patitos a orillas del lago".
Estamos de acuerdo en que todos fuimos niños y en que la tolerancia y la comprensión son esenciales en cualquier espacio. Pero, también, en que es interesante que exista una oferta hotelera que se adecue a cada necesidad y deseo. Al fin de cuentas, y salvo excepciones, como pueden ser los viajes por trabajo, el plan es que la estadía en un hotel sea una experiencia agradable, diferente de la que podemos conseguir en nuestro propio hogar, que deje a todos contentos.