Aún hoy, Damián se emociona al recordar el camino que lo condujo hacia su amada. Una historia que considera mágica, aunque no todo en ella fue color de rosas, ¿quién dijo que el amor verdadero elige los senderos llanos?
Todo comenzó antes de la medianoche y se prolongó hasta la madrugada. Ocurrió en otra velada de insomnio persistente, en una de esas tantas lunas en donde se sentía solo, a pesar de tener una novia allí, a unos metros de distancia. "No sé por qué nos costaba tanto cortar con nuestro vínculo, que era tóxico", acota hoy. "El clásico acostumbramiento, el miedo a herir, el tiempo invertido, la falta de coraje, tal vez".
Ser valiente detrás de una computadora, sin embargo, le fue asombrosamente sencillo. Él era miembro de un grupo de amantes de las montañas (y sus actividades relacionadas) en Facebook, y pasaba horas explorando las imágenes y las acotaciones que hacían sobre ellas. Esa noche, como en tantas otras, hizo un comentario en una foto, un paisaje imponente, de esos que te llevan de viaje sin moverte de tu casa. Sus palabras habían quedado justo a continuación de las de una mujer, que sin saber por qué, la atrajo de inmediato. Su foto, tan casual, tan sonriente y relajada, lo cautivó. "Entré a su perfil y me gustó lo poco que pude ver en él", recuerda sonriente. "¡Tan hermosa!, ¡Tan cálida a través de sus imágenes".
Una relación indebida
Damián le escribió de inmediato por privado, se sirvió una copa de vino y esperó. Ella debía estar allí, del otro lado, en definitiva sus comentarios sobre la foto habían acontecido hacía unos diez minutos. No estaba equivocado. Ella le respondió con la misma simpatía que irradiaba su perfil y, a partir de entonces, iniciaron una eterna conversación: "Mi amiga virtual era colombiana, de nombre María, divertida y no estaba en pareja".
En un comienzo, Damián no sintió que estuviera haciendo nada fuera de lugar. Pero, al cabo de varios días de charlas interminables y un reloj que volaba, se encontró encandilado, más que eso, enamorado. Y allí seguía su novia, sin objetar la ausencia en su cama y evitando tocar el tema que los carcomía cada vez que él quería hablar.
"Pero un día, cansado de la situación tensa con mi novia, confesé todo", revela el hombre de 38 años. "Para mi sorpresa ella no se enojó, aunque sí se puso celosa y triste. No quería que terminar con lo nuestro, y me sugirió que hagamos algo para reflotar. En definitiva, María estaba lejos, y como decía mi pareja de entonces, tal vez era una fantasía".
Un nuevo amanecer
Aún a pesar de que no había logrado poner claridad en su relación, Damián no pudo resistirse y continuó conversando con el objeto de su deseo. La adoraba, con ella la comunicación fluía y las horas se esfumaban. Fue así que una mañana despertó sintiendo una necesidad irrefrenable de verla, tocarla, abrazarla y, más aún, iniciar una vida juntos. "Sentía que había perdido muchos años de mi vida y comprendí que estaba en mi poder cambiar eso: quería empezar a vivir ya mismo, no esperar ni un segundo más".
Decidido y con una exquisita sensación de haber amanecido como una persona nueva, Damián compró un pasaje a Colombia para ir a buscarla. Jamás olvidará aquel miércoles, el corazón le latió imparable al ver su compra confirmada para el próximo sábado. No había vuelta atrás. A su novia le dijo que se iba y que a su vuelta debían tener una conversación seria acerca de la separación, lo suyo hacía mucho había dejado de tener sentido y era imposible seguir.
Nada por sentado
A María la llamó desde su celular y, con voz casual, le dijo que sin falta vaya a un café situado en la Plaza de Bolívar. "Para mí es imposible describir el momento del encuentro", asegura el argentino. "Sentí nervios, felicidad y una gratitud inmensa. Fue uno de los mejores días de mi vida".
Damián y María se casaron a los pocos meses. Hoy, en días extraños de cuarentena, el hombre reflexiona acerca de su experiencia: "Durante mucho tiempo fui un cobarde pero, por fortuna, un día me despabilé. Con María nos amamos mucho y por suerte estamos juntos. Tiempos como estos me hacen pensar en las vueltas locas de la vida, como de pronto las fronteras pueden cerrarse y alejarnos de los seres queridos. Por eso mi consejo es que no demos nada por sentado, ni dejemos el amor para el futuro; mientras se pueda, hay que jugársela hoy por lo que queremos", concluye.
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