
Un desafío para los jóvenes: el primer trabajo
En la Argentina, el 46,1% de las personas de entre 15 y 19 años que buscan su primer empleo se enfrenta a un mercado laboral hostil. Cuáles son los ejes de esta problemática, y las salidas que podrían brindarles un futuro mejor
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La alegría me duró nada. Tres días, porque al cuarto el dueño de la librería me dijo: Mirá, lo estuve pensando mejor... y no me conviene que vivas en Ituzaingó... tan lejos de la Capital... y encima viajás en el Sarmiento, que no te garantiza puntualidad. Mejor buscate otra cosa."
Cuando el librero dinamitó su felicidad (le había asegurado un sueldo de 350 pesos) y su orgullo (después de un año y medio de búsqueda, había logrado su primer empleo registrado), Alejandro López, 19 años y 1,90 metros de estatura, segundo de cuatro hermanos, soltero, buena presencia, buena familia, buen hijo, egresado del polimodal con orientación en economía, empezó -dice- a sentir un temblor, como una descarga eléctrica que le aguijoneaba el cuerpo desde la cabeza hasta los tobillos, mientras sus casi dos metros parecían hundirse como se hunde un poste en una ciénaga, hasta quedar a la altura de una estaca. Una semana antes, solo, con el estómago vacío y una carpeta bajo el brazo, caminaba por las calles de Congreso para dejar en cada lugar que suponía podía ser el indicado su mínima historia escrita en una hoja de tamaño oficio completada hasta la mitad.
Así lo conoció al librero. Para sorpresa del joven buscador de sueños -porque eso también es el primer trabajo-, el hombre lo estremeció con un sí. Y al poco tiempo, con un adiós.
Alejandro López no integra la franja del 58,9% de jóvenes de entre 14 y 20 años que no terminaron el secundario. Tampoco la del 1.300.000 de entre 15 y 24 años que no trabajan ni estudian ni buscan empleo. No es considerado inactivo absoluto porque estudió y busca empleo. ¿Dónde se ubica? En el 46,1% de jóvenes de entre 15 y 19 años (sobre 250.000) que están sin trabajo.
Durante el último año y medio, Alejandro no sólo caminó y caminó; también se sumergió en Internet -más que navegar, que puede ser parecido, pero no lo mismo- con la secreta esperanza de salir a flote en el desafío de buscar trabajo. Recorrió, como un Marco Polo cibernético, las páginas web de consultoras especializadas en búsqueda laboral; acusó recibo de los consejos (preparar un buen currículum, demostrar entusiasmo...), de las estrategias (estar atento y hacer un seguimiento de los avisos que se publican) y de las palabras clave, los marcadores discursivos, como se dice ahora, para utilizar llegado el momento ("en primer lugar", "para serle franco..."). Apuntó teléfonos, direcciones, correos electrónicos y, por si acaso, tomó debida nota de una encuesta on line que preguntaba: "¿Fuiste alguna vez a pedir por trabajo a San Cayetano?". Sí: 68%. No: 32%.
Esa tarea hizo que descubriera un mundo de posibilidades, pero también de desengaños. Descubrió, por ejemplo, que al librero de Congreso poco le importaban los marcadores discursivos, las respuestas adecuadas, los currículum precisos. El librero había caído en la cuenta de que, para sus intereses, su negocio quedaba tan lejos de Ituzaingó como de Bombay. Por último, sin saberlo, Alejandro (que ahora trabaja en un negocio familiar "todo suelto", A & P, de venta de artículos de perfumería y limpieza, junto con su hermano Pablo) cree que lo que dice el abogado laboralista Héctor Recalde es verdad: en la Argentina no hay falta de trabajo, lo que hay es falta de empleo.
"Es muy frustrante para los chicos -se lamenta Recalde- trabajar de cualquier cosa menos de lo que han estudiado. Y esto es culpa de las empresas. La pasantía es una idea maravillosa si cumple su finalidad, pero hay empresas que contratan pasantes porque el costo laboral es más bajo, y entonces los hacen trabajar de cualquier cosa."
El promedio de sueldo en la Argentina es de 552 pesos. El 45,9% de los trabajadores está en negro y cobra un 50% menos que los registrados. "Ante esta realidad, uno se pregunta cuál es el atractivo del empleo para los jóvenes. Ninguno. Sólo buscan zafar -agrega-.En nuestro país, cada año, 250.000 jóvenes reúnen las condiciones para ingresar en el mercado laboral, pero no ingresan. Todo esto hace que el chico que tiene a su padre desocupado o humillado en su trabajo no tenga un incentivo para trabajar."
No apostar a zafar
Guillermo Tripoli, licenciado en Ciencias Políticas, profesor e investigador de la UBA, no duda cuando explica que "el gran problema no son sólo los programas de empleo, sino que hay que trabajar muy fuerte en el concepto educativo. No apostar a zafar. El futuro de los jóvenes no debe pasar por allí".
Tripoli fue recientemente designado coordinador de la Red Yes en la Argentina-Cumbre Empleo Juvenil, una alianza multisectorial entre el Estado, la sociedad civil y el sector privado surgida tras la Cumbre de Empleo Juvenil realizada en septiembre de 2002 en Egipto, cuyo objetivo es la promoción del Marco de Trabajo para la Acción 2002-2012.
"Una opción interesante para los jóvenes -dice- es la posibilidad de conseguir su propio trabajo: el autoempleo, las microempresas, asociarse con otra gente, si es posible meterse en la empresa familiar. Pero que esto le sirva para ingresar en la universidad, para hacer cursos, estudios terciarios. La falla de los programas de empleo es que están hechos para que los chicos ganen plata. Y no debe ser así. Los chicos de 15, 18, 20 años no tienen que ganar plata, tienen que estudiar. Y si ganan plata es para estudiar, porque si están mal calificados ganarán plata durante un año. ¿Y después? Serán descalificados porque no tienen nuevos saberes. Entonces, el discurso debe ser: ganá sustento, pero apostá a proyectos de futuro propios."
El fracaso escolar involucra a un millón de chicos por año. El 50% de los adolescentes de entre 13 y 17 años no egresa de la escuela. "Esto significa -analiza Tripoli- que tenemos una masa a futuro de 2 o 3 millones de jóvenes que no terminarán el colegio secundario. Sólo en el Gran Buenos Aires, el 60% de los chicos no termina el secundario. Y la pregunta que nadie hace es: ¿qué hacemos con los que no ingresan en las escuelas y con los que ingresan y no terminan?"
Casi la misma pregunta se formula, a diario, Gastón Costa, un joven de 28 años que dirige el Programa de Intermediación Laboral de la Municipalidad de Morón, cuando muchos de los que se presentan en su oficina para pedir trabajo admiten que no tienen, tan siquiera, la primaria completa. "Es desalentador y hasta agobiante decirles la verdad: que difícilmente puedan lograr un empleo por simple que sea. Nosotros recibimos alrededor de cien jóvenes por mes, pero sólo dos o tres podrán ser ubicados en alguna empresa. Eso, por un lado; por el otro están los requisitos de las empresas y los comercios de la zona. No lo dicen abiertamente, pero el mensaje es: con pelo largo y tatuajes, abstenerse."
El licenciado en psicología Mario Favier-Dubois, coordinador de los talleres de orientación vocacional y de búsqueda laboral en la Unidad de Gestión Comunitaria N° 2, de Haedo, dice: "A medida en que se incrementan el nivel económico y el nivel de estudios paternos, crece también el porcentaje de jóvenes con intención de continuar los estudios posteriores al secundario. Una buena parte de los próximos a egresar de las escuelas de nivel económico medio-bajo y bajo expresa dudas o desinterés por continuar los estudios. La otra realidad es la escasísima afluencia de jóvenes de niveles económicos bajos a los talleres de orientación vocacional. La psicología lo define como desaliento aprendido, y hay quienes también lo llaman los sin rumbo".
Experiencia y habilidades
"Buscar trabajo en la Argentina es todo un arte: ganas, paciencia, muchas horas-hombre y algo de suerte", resume Vicente Núñez, gerente de Desarrollo Corporativo de Laborum.com, empresa de búsqueda y selección de recursos humanos con sede central en Las Condes, en Santiago, Chile. "En el caso de los jóvenes, debemos reconocer que muchas veces tienen que competir contra ellos mismos. Se ponen en juego los conocimientos, las aptitudes y la experiencia. Y aunque puede resultar paradójico, los quieren contratar como jóvenes recién egresados y a su vez les piden experiencia profesional. ¿Cuál es la solución? En nuestra opinión, complementar los estudios universitarios con trabajos paralelos, esporádicos, en jornadas parciales o temporales, y que estén relacionados con la profesión elegida será lo que haga la variable diferenciadora necesaria a la hora de competir por un puesto de trabajo y ser el primero en la lista de postulantes."
Laborum.com abrió su filial en la Argentina a fines de 1999. "La franja de edad de quienes nos consultan va desde estudiantes recién egresados que buscan trabajo temporal, complementario con sus estudios, hasta personas cercanas a la tercera edad. El mayor grupo se concentra entre los 25 y los 40 años."
El primo del padre de la novia de Ignacio Pomari es dueño de una radio en el barrio Libertad, en Merlo. Ignacio, de 19 años, cursa la carrera de Periodismo y lo que más lo desvela hoy, más que mantener buenos promedios, más que cobrar un sueldo, es acumular experiencia. Cuando el primo del padre de su novia le ofreció la posibilidad de hacer experiencia, no lo dudó. Tanto no dudó que el día de su debut, un martes de hace un par de meses, aceptó hacerse cargo de la transmisión por enfermedad de quien habitualmente conduce el noticiero de la AM 1510, La Voz del Oeste. "Temblaba. Te juro que temblaba y transpiraba cuando me dijeron ahí está el micrófono. Pero yo pensaba en mi currículum, porque... ¿sabés qué pasa?... pasa que la facultad te instruye y te marca rumbos y yo puedo egresar con medalla de oro, pero cuando vaya a pedir trabajo lo primero que me van a exigir es eso, experiencia. Yo experiencia no tengo. Y sigo buscando, por supuesto."
La historia de Ignacio es, con matices, la de miles de jóvenes de su edad. "Tiré currículum por todos lados; fui a las radios, a los canales; busqué contactos por intermedio de parientes y amigos, porque así funciona la cosa: vengo de parte del cuñado de... me dijo fulano...". En un canal de TV, por ejemplo, "me recibió una persona que es paciente de un tío mío que es médico. También hablé con el esposo de una amiga de mi cuñada que trabaja en una agencia de noticias. En los dos lugares dejé mi currículum, pero... nada. Nada en ningún lado."
Futuro hipotecado
Educación, capacitación, esfuerzo y trabajo van de la mano. Desde Mendoza, el médico cirujano Eduardo Palacio, especialista en medicina del trabajo y presidente, en su provincia, de la Sociedad de Medicina del Trabajo, reflexiona: "Sabemos que el empleo ordena y dignifica a la persona, pero me parece imprescindible señalar los aspectos desafortunados de nuestra educación y cultura, porque hay una connotación negativa con respecto al esfuerzo y al trabajo. Esto ya viene desde la escuela, donde nunca se premia al mejor promedio".
De los 13 millones de jóvenes menores de 18 años que hay en la Argentina alrededor de 10 millones son pobres. Eso que la economía y las encuestas definen con frialdad como índices y componentes sociales, para el sociólogo Alberto Morlachetti es, ni más ni menos, materia prima.
Morlachetti -creador de la Fundación Marco M. Avellaneda para el desarrollo de programas destinados a niños y jóvenes en situación de pobreza y abandono, conocida como Pelota de Trapo-, dice que la sociedad que construimos no sirvió, y por eso hay que hacer algo, "porque la única materia prima no renovable son los niños. Es esencial salvar la materia prima".
La mirada de Morlachetti va más allá de las dificultades en la búsqueda del primer trabajo.
"El asunto es el mercado laboral, la formación, las condiciones previas a la salida laboral, el mundo en donde desarrollan su infancia y su adolescencia, y finalmente la cultura del trabajo. La lógica indica que esos chicos deben estar preparados para ejercer esos oficios. El problema es que no sólo no hay mercado laboral, sino que acá se interrumpió muy peligrosamente el ciclo de las unidades productivas porque, así como la escuela cumple el rol de transmitir ciertos saberes, las fábricas cumplen el suyo, como unidades pedagógicas y productivas que son, de inmensas transmisoras de oficios. Esto es muy claro: el trabajo tiene dimensiones pedagógicas, antropológicas y dignificadoras. Sin trabajo y sin ternura, no hay condición humana; por lo menos, la condición humana que todos soñamos."
Para saber más
Base de datos laborales en el país y América latina en general:
www.laborum.com Selección de RRHH: www.jobmarket.com.ar
Bolsa de empleo para discapacitados: Ministerio de Trabajo. Leandro N. Alem 638 2º piso. Teléfonos (011) 4310-5656/5920/5922 - Correo electrónico:discapacidad@trabajo.gov.ar
La situación en el mundo
Un informe del Secretariado de la Cumbre del Empleo Juvenil, de la Red Yes, indica que hoy 3000 millones de personas viven con menos de 2 dólares diarios. En muchos países en vías de desarrollo, la mitad de ellas son menores de 24 años. La cantidad de jóvenes en el mundo -se advierte- está comenzando a ser la mayor de la historia. Hoy, más del 50% de la población está por debajo de los 25 años, es decir, 3000 millones son jóvenes y niños. Entre 15 y 24 años hay más de 1300 millones, lo que significa que el 17% de la población mundial es joven. El 84% de éstos vive en países subdesarrollados y la proyección hacia 2005 marca que subirá al 89%. El escenario es alarmante y está estrechamente vinculado con el crecimiento demográfico. Entre este año y 2010, 700 millones de jóvenes entrarán en el mercado laboral en los países subdesarrollados (más que toda la fuerza laboral de los países desarrollados en 1990). La OIT proyecta que deberán crearse más de 1000 millones de puestos para incorporar a esos nuevos trabajadores y reducir el desempleo. Cerca del 80% de la población joven es económicamente activa, pero está subempleada. Se afirma que la tasa de desempleo juvenil duplica la de la población adulta.
"En un hipermercado de la Capital, mi supervisor me dijo que si yo aspiraba a algo más primero tenía que abandonar mis estudios para poder extender mi horario de trabajo a diez horas diarias. Preferí no abandonar la facultad."
(Nicolás, 20 años)
"Mi primer trabajo -en negro- fue en una lencería de Morón. Mi horario era de 8 a 21, corrido. Y mi sueldo, de 200 pesos. No sólo no me daban viáticos; tampoco me pagaban ni el almuerzo ni la merienda."
(Deborah, 18 años)
"Soy técnico químico. Después de trabajar en negro como telemarketer, vendedor y repartidor, el año pasado conseguí un trabajo en blanco en un laboratorio químico de una empresa de control de alimentos."
(Gustavo, 24 años)
"Trabajé de telemarketer, de repartidor de volantes y de pastas frescas; de vendedor de milanesas de soja y de teléfonos celulares. Abandoné la facultad, pero la retomé hace un año. Quiero tener un título, ser contador."
(Ezequiel, 24 años)
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