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Producción: Ana Markarian | Fotos: Santiago Ciuffo | Texto: Soledad Avaca Cuenca.
De la casa original, de 1890, quedan sólo los techos altos y las aberturas. El resto se modificó para crear un espacio sin divisiones –al estilo de un loft– que tiene mucho de la personalidad de su dueña, la decoradora Anahí M, mujer de espíritu pacífico y ánimo viajero. La reforma contempló un segundo ambiente para su hijo adolescente, con entrada independiente desde otra calle, que tiene la cocina como única conexión con su refugio personal. El cuarto, amplio, tiene capacidad para albergar los objetos que llegaron con Anahí de los confines del mundo, como el tapiz Suzani bordado a mano con hilos de seda, de Uzbekistán.




