Un gabinete de objetos en Nueva York
El argentino Juan García Mosqueda creó Chamber, un espacio de arte, diseño e indumentaria de estilo futurista y aires románticos que se distingue en la ciudad
NUEVA YORK
En Chelsea, una de las zonas más trendy de Manhattan, los amantes de lo único suelen visitar Chamber, un espacio híbrido boutique-galería con ediciones limitadas de diseño, mobiliario vintage y mucho arte. El proyecto es del argentino Juan García Mosqueda. Apasionado por el coleccionismo, creó este singular ícono de la Gran Manzana inspirado en los gabinetes de curiosidades del Renacimiento. Chamber–habitación, en inglés– tiene la impronta del relicario del siglo XXI y el objetivo de fomentar talentos, incubar nuevas ideas y atraer a los coleccionistas avant-garde del panorama internacional. "La fuerza de Chamber es elevar el estatus de objetos de diseño a través de la comunicación de sus narrativas. Estoy fascinado por las historias detrás de los objetos, así como por las historias de los coleccionistas que comparten esta pasión. Chamber tiene la misión de ser un destino para esos amantes del descubrimiento de lo único", detalla Mosqueda, quien fue elegido junto a otros diseñadores y artistas como fuente de inspiración de las nuevas fragancias United Dreams de Benetton.
Antes de aventurarse con su galería, Mosqueda estudió en la Escuela del Instituto de Arte de Chicago, trabajó en el departamento de arquitectura y diseño del MoMA de Nueva York y formó parte del equipo del conocido diseñador norteamericano Murray Moss. Durante los últimos veinte años ha dirigido su propia agencia de trendsetting, en la que desarrolló la buena intuición y el criterio que marcan hoy la línea de su galería.
Aunque futurista en el exterior, Chamber es una evocación romántica de los salones privados del pasado. "Quería un espacio compacto y con presencia, que se sintiera debajo de la tierra y que, de alguna manera, fuera reminiscente de la arquitectura eclesiástica románica", cuenta Mosqueda. La situó en el edificio HL23, sobre el lado oeste de la calle 23, obra del arquitecto Neil Denari, famoso lugar de peregrinaje para los entendidos en arquitectura contemporánea, y lo escondió a modo de compartimento secreto debajo del viaducto elevado que alberga el ya famoso parque High-Line.
Mosqueda ha querido una experiencia sensorial total para el visitante, donde el sonido y video fueran parte primordial en la exposición de la piezas, pero también el olfato, porque cada colección va acompañada de un perfume de edición limitada. La Colección #1, por ejemplo, presentó una fragancia creada por el argentino Julián Bedel en un frasco de porcelana diseñado por Studio Job. El aroma unisex trae a la mente la experiencia de entrar en uno de los edificios del gran arquitecto Louis Kahn.
Cada año, él elige un diseñador o creador diferente para preparar el programa completo de la galería aportando un punto de vista único a través de trabajos encargados especialmente y objetos vintage poco comunes. Su primera colección de cien objetos fue curada por Studio Job. La segunda, de 46, se inauguró los primeros días de octubre, curada por el fotógrafo y cineasta Andrew Zuckerman. Se llama Human | Nature e investiga cómo el mundo natural se relaciona con el ambiente vivo del hombre.
¿Cómo se gestó el sueño de la galería?
Siempre estuve interesado en ver el diseño no desde el punto de vista del producto masivo sino como arte, como el objeto de representación de un pensamiento individual o una emoción no relacionada con la industria o el comercio. El único lugar en Nueva York que lo estaba haciendo era la galería Moss, donde se presentaba el diseño en un contexto más rico que un simple showroom donde se venden muebles u objetos. Lamentablemente esa galería cerró luego de 18 años en los que había cambiado la escena del diseño, tanto en Nueva York como en el resto del mundo. Ellos habían abierto una nueva puerta: la del coleccionismo del diseño. Sentí que debía abrir otro capítulo, porque no quedaba nada en Nueva York mostrando ese tipo de diseño. Empecé a plantear un espacio con un nuevo concepto en la contextualización de los objetos. Fue un proceso de dos años y medio, de mirar espacios y tratar de encontrar el espacio justo, encontrarme con diferentes curadores alrededor de mundo para ver qué opinaban, si les interesaba. El 60 por ciento de los objetos de la primera colección fue por encargo. Hubo una gran dirección de arte.
Te interesan las historias detrás de los objetos. ¿Cuál es la que más te cautivó?
Tenemos en esta nueva colección un chimpancé con una historia bastante particular, el artista no es considerado un artista, lo hace como un hobby, vive en una granja en Illinois, en el medio de los Estados Unidos. Kiyoshi Mino no es lo que normalmente te encontrarías en una galería en Chelsea. Una gran sorpresa, porque trabaja en una escala mucho más chica. Empezamos un diálogo entre el curador, el artista y nosotros y salió un resultado que excedió todas las expectativas, porque la obra fue mucho más compleja que la que el creador produjo en toda su vida. El único caso en el que un diseñador vino a nosotros y no nosotros a él fue el de un artista holandés que se comunicó con el curador. Nos encantó su trabajo y lo incluimos en la colección. Vive en un pueblo muy chico de Holanda, no tenía sitio web, ni estudio, ni teléfono, sólo mail. Vino al opening de la muestra. Esto de descubrir a alguien o de posicionarlo de otra manera es excelente, te da cierto poder y tenés que ser muy responsable con las acciones que estás tomando porque estás afectando su vida.
¿Qué artistas emergentes te llaman hoy más la atención?
Hay dos artistas que van a explotar en muy poco tiempo: Azuma Makoto y Alexandra Kehayoglou. Azuma es un artista botánico japonés que logró la atención de grandes marcas como Louis Vuitton, Hermès, Fendi, hasta llegó a realizar arreglos florales para Murakami en Japón. Alexandra es una diseñadora y artista argentina que ya hizo colaboraciones muy exitosas para Dries Van Noten y otros diseñadores de moda.
¿Cómo surgió la segunda colección?
Chamber no es una galería de diseño, es un gabinete de curiosidades donde se muestra arte, diseño, indumentaria, objetos etnográficos. En esta segunda colección fui a ver a alguien que creí que me iba a reconectar con la idea original del gabinete de curiosidades de los siglos XVI y XVII, mucho más relacionado con la recontextualización de la naturaleza. Andrew Zuckerman hacía exactamente eso, no daba una interpretación, sino que lo suyo era purificar un poco la naturaleza, el mundo animal, las plantas y presentártelas sin un tipo de contexto que pudiera influenciar tu percepción de cómo vos leías la obra. Eso, sumado a que no es diseñador.
¿Dónde encontrás inspiración?
En blogs, en las ferias, pero principalmente en Instagram, que es la herramienta más espectacular para descubrir gente que no es parte del circuito. Te puede llevar a lugares inesperados. Te doy un ejemplo: Nicolás Aracena Müller, el ultimo diseñador chileno con el que hicimos una muestra. Un amigo en Buenos Aires posteó su obra en Instagram. Lo vi, me gustó y lo llamé. Le pregunté si podía hacer una muestra en un mes y realizar todas las piezas en la galería. Transformó Chamber en un estudio, fue recolectando la madera por toda Nueva York, la trajo a la galería y empezó a improvisar las piezas de mobiliario durante 10 días. Filmamos toda la performance y la mostramos después. Instagram te da la posibilidad de que no haya filtros, en cambio el blog (sobre todo los de diseño) tiene una perspectiva curatorial muy definida. En Instagram sacás tus propias conclusiones.
¿Cómo ves tu futuro?
Es muy difícil de responder, me interesa saber cómo reaccionará primero la gente a esta segunda colección. Ver qué opina el público, no sólo el especializado, que ya está familiarizado con los artistas y con los diseñadores, sino las personas que pasean por Chelsea, que entran al espacio y lo ven por primera vez, o que vuelven después de la primera colección. Me encantaría poder trabajar con un diseñador de indumentaria para incluir otra perspectiva, o trabajar con un músico, que puede ser muy particular, o con un arquitecto. Lo que se viene es volver el proceso a cero y tratar de encontrar personalidades o gente interesada en curar una colección para ver cómo puede evolucionar ese concepto.