Un restó-bar bien pensado

En Belgrano, Don Bar se destaca entre los nuevos restaurantes por su puesta original y por su ambiente; en la cocina, la experiencia de Martín Otero

6 de agosto de 2006
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Actualizado el 9 de julio de 2020

Carta de cocina diferente, puesta novedosa e ideas sagaces destacan a Don Bar entre los más nuevos restaurantes. Algo distinto pasa allí. Hay alubias con chistorra y conejo –entre otros entrañables platos, imperdibles de fin de semana–, tres cuenquitos con aceites de olivas varietales aparecen en la mesa con panes ricos y frescos, y existen las medias porciones para los abundantes platos principales. Y, para tranquilidad de las damas, hay ganchos para colgar las carteras.

El local, atípico, es angosto y largo. Un deck adelante y otro en el fondo se unen mediante un largo corredor; el comedor es transparente y la cocina está a la vista, y la desnudez de las mesas se compensa con clásicas servilletas de algodón blanco, dentro de tanto diseño moderno. El servicio nutrido sabe su tarea. Platos tradicionales, vascos, catalanes –presentes el mar, el huerto, el bosque y la montaña– resueltos por el joven Martín Otero y su brigada. Un chef –y asesor gastronómico– con experiencia en Europa y últimamente en España con el notable Pedro Larumbe en Madrid, cosa que se nota en la carta.

Se destacan la carrillera de ternera con garbanzos cremosos ($ 20-12), los calamares a la plancha con puré de arvejas y ali oli (20-12), los hongos grillados con calamares y jamón crudo (18-10), el lomo con revuelto de papas y cebollas (22-13). Para empezar, boquerones y anchoas marinadas con pasta de aceitunas y hojas frescas (10), papas bravas o con salsa algo picante ($ 10), calamares rebozados (14) y brandade de atún, versión libre de la legítima de bacalao (12). Postres clásicos realzados, crème brûlée, mousse de chocolate, flan de dulce de leche (7 a 10), golosos. Almuerzos simples, rápidos. En los decks, desayunos, té, after office... Lista de vinos acorde, de precio medio.