
Voz pública, voz lírica
Jenny Holzer, una referente mundial en la intervención de espacios comunitarios, expone en Proa
A muchos de los que se topan por primera vez con una intervención urbana de Jenny Holzer les viene inmediatamente a la cabeza la imagen de un graffitti técnicamente sofisticado. La asocición conceptual es lícita, sobre todo si se rastrean los orígenes de la actual producción de la gran artista norteamericana. A fines de los años setenta, Holzer (Ohio, 1950) trabajó con posters anónimos y los desplegó en paredes públicas del bajo Manhattan. La propuesta contaba con un referente histórico no muy remoto: los graffitti que había pintarrajeado, con sus manchas, grafismos y gestos violentos característicos, un Michel Basquiat adolescente.
Pero mientras la obra de Basquiat seguiría siendo plástica en su sentido más esencial, la de Holzer se imponía por su severidad literaria y su austeridad visual. En cada afiche había escrito una serie de aforismos ( Truisms ) de contenidos diversos. Este sería el punto de partida para toda su labor posterior, en la que la palabra indaga en dos aspectos humanos tan vastos y en otros divergentes como la voz interior (la voz lírica, en su significado clásico de "poesía del alma"), y la voz pública, la de la polis, la política.
Hoy, la tarea de Holzer en espacios comunitarios sigue apareciendo sin firma, pero los medios que utiliza son, efectivamente, más complejos que los textos impresos en papel de la primera época. Sin embargo, algo hay del mecanismo del graffitti en las proyecciones Xenon que hoy realiza. Cada texto dialoga con el soporte elegido, tanto por el universo simbólico en el campo de lo político, social o artístico que suscitan el edificio, plaza o paisaje en cuestión, como por las posibilidades formales que esos espacios predeterminan. Un ejemplo contundente es el famoso cartel Spectacolor de Times Square (Nueva York) del que Holzer se apropió en 1982. La artista utilizaba uno de los íconos más poderosos de la meca del capitalismo para insertar, entre otras, la frase "La propiedad privada creó el crimen".
Hasta fines de junio, en la Fundación Proa se expone un conjunto de instalaciones que Holzer creó entre 1977 y 1998. Se trata de una exposición antológica bien abarcativa, seleccionada por la propia artista y presentada, en algunos casos, en formatos diversos del original. Dos de esas selecciones, traspuestas en carteles electrónicos LED, recogen textos escogidos de varias obras. En la planta baja de la fundación se exhiben Lustmord (1993), Erlauf (1994-5), Arno (1996) y Blue (1998). En el primer piso, extractos de las series Truisms (1977-79), Inflamatory Essays (1979-82), Living (1980-82), Survival (1983-85), Under a Rock (1986), Laments (1988-89) y Mother and Child (1990). En la dimensión formal de estos carteles, la artista se revela deudora del minimalismo, especialmente de Donald Judd.
En los días previos a la inauguración, el miércoles último, Holzer hizo cuatro proyecciones sobre las fachadas de distintos edificios de Buenos Aires y sobre el Riachuelo, frente a Proa. Estas intervenciones contaron con el auspicio de la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad, el Centro Cultural Recoleta y el Centro Cultural Banco do Brasil. Para los que no las vieron, se ofrecerá un registro fotográfico en el catálogo que producirá Proa al final de la muestra.
Es curioso cómo una mujer tan tímida como Holzer se expone tan abiertamente en espacios públicos. Su fragilidad personal confronta asombrosamente con la audacia de sus intervenciones, que tocaron temas como la guerra de Bosnia y la violencia familiar en Lustmord -instalación hecha con 300 huesos humanos, incluida en esta muestra- o el Sida en su inicial época pandémica en Laments .
En 1990, fue la primera mujer norteamericana en recibir el León de Oro de la Bienal de Venecia. Allí consiguió emocionar hasta las lágrimas con Mother and Child , obra en la que reflexiona sobre su experiencia como madre.
Jenny Holzer, instalaciones. Hasta fines de junio, en la Fundación Proa. Av. Pedro de Mendoza 1929. 4303-0909. Martes a domingos, de 11 a 19. Entrada, $ 3; estudiantes, $ 2; jubilados, $ 1.