
A lavar los platos
- "Es buenísimo el aumento de los ni-ni."
(Del senador kirchnerista y candidato Daniel Filmus respecto de la cantidad de jóvenes que no estudian ni trabajan en el país.)
Según el senador kirchnerista y aspirante a seguir siéndolo Daniel Filmus, es "buenísimo" que haya en el país 86.000 mujeres que a los 24 años no estudian ni trabajan ya que, "gracias a la Asignación Universal por Hijo, están en el lugar que tienen que estar: cuidando a los chicos porque tienen recursos para hacerlo".
Ni la fenomenología de Federico Hegel, ni la razón populista de Ernesto Laclau, ni la soberbia filosofal de Umberto Eco hubieran podido arribar nunca a una interpretación tan acabada como reduccionista. A las mujeres: sólo hijos y subsidios. Y guay con quejarse. Agradecidas tendrían que estar de evitarse manipular libros, adquirir conocimientos, aprender un oficio o encarar estudios que les abran las puertas a un mundo de oportunidades sólo reservado para los hombres.
¿Será que a los ojos de muchos de nuestros dirigentes políticos sigue siendo preferible pájaro manoteado que futuro volando, aunque el pajarraco sea una dádiva de 460 pesos mensuales por cada chico menor de 18 años que sea "hijo de personas desocupadas que trabajan en el mercado informal o que ganan menos del salario mínimo", como dice textualmente la página oficial de la Anses cuando describe a los "agraciados" destinatarios de esa asignación universal?
Hay una delgada y riesgosa línea entre la necesidad de explicar un fenómeno y la necedad de querer justificarlo equiparando lo circunstancial con lo permanente y lo incierto con lo inevitable.
Es lo que se observa, por ejemplo, cuando Filmus celebra el crecimiento de los denominados "ni-ni" en el país, es decir, del casi millón de chicos de entre 16 y 24 años que no pueden insertarse en la escuela o en el trabajo. Y es lo que también se percibe cuando tanto se habla de desendeudamiento mientras se presupuestan grandes partidas de dinero para pagar deudas; cuando se pregona crecimiento, pero se vive en una eterna emergencia económica; cuando se insiste en que seis pesos diarios son suficientes para vivir, o se reivindican los derechos humanos de unos por sobre los de otros, entre tantas contradicciones llevadas a la categoría de verdades irrefutables.
En otras palabras, es lo que suele pasar cuando prima la falsa impresión de que el poder -aunque transitorio- todo lo puede.







