Autorretrato: Verónica Gómez
La artista, que se encuentra exponiendo en la galería Gachi Prieto, recorre en primera persona los hitos de su carrera
Muy parecido a la muerte
Los retratos que integran La orilla del hielo, la muestra que se exhibe hasta el 17 de octubre en Gachi Prieto, surgieron de Letargia, libro que reúne una serie de dibujos míos y textos de Julián López. La muestra compila retratos en lápiz de mujeres con perturbaciones mentales y metamorfosis corporales. Algunas están invadidas por líquenes o tienen erupciones cutáneas vegetales; otras presentan aspecto facial de máscara.
Cuando estuve en el Museo del Capitolio me impresionaron los retratos romanos: es una galería de expresiones de personas muertas. El retrato romano es el primero que capturó estados anímicos y signos personales; yo me baso mucho en esa estética. En mi serie además hay muchas mujeres ciegas, niñas envejecidas y reinas del bosque amenazantes que al mismo tiempo se protegen.
"Letargia" es un estado de agotamiento extremo al punto que las funciones vitales se restringen al mínimo. Se experimenta somnolencia profunda, es un estado muy parecido a la muerte. Para hacer esta serie miré imágenes de libros de psiquiatría del siglo XIX y XX y leí un libro sobre espiritismo de Allan Kardec.
Un estado anímico
Estos retratos de mujeres surgieron durante la residencia Arteles que hice en Finlandia en 2015. Me impactaron los lagos, los campos de centeno y los extensos bosques de abedules de Haukijärvi; un paisaje con luz absolutamente blanca, con aire metafísico, onírico.
En febrero de 2017 regresaré para seguir trabajando específicamente en mis dibujos de brumas. La bruma forma parte del clima de ese sitio y también simboliza el estado anímico de los personajes de mis últimos retratos.
Personajes ausentes
Siempre pienso mis proyectos como un libro en el que hay personajes ausentes que el espectador puede ir descubriendo. En el ex Correo Central monté un servicio de palomas mensajeras que ofrecía telegrafía alada. Para hacer ese proyecto me contacté con la Federación Colombófila Argentina: ellos me prestaron las palomas y otros elementos para la instalación. Me gusta interactuar con sociedades arcaicas que tuvieron una función real. Todavía hay gente que se dedica a cuidar palomas: habitan un presente que no les pertenece.
En Laboratorios Baigorria cree una institución ficcional que en distintos lugares instaló un laboratorio para investigar diferentes fenómenos. Fui primero al museo del ovni en Victoria que funciona en el garaje de una familia, luego desarrollé en el Museo de Arte Contemporáneo de Rosario (MACRO) un proyecto sobre el fenómeno alienígena en Rosario y sus alrededores. Para hacer los site specific investigo mucho el sitio en el que voy a exponer: voy a los lugares e interactúo con la gente.
Mascotas y animales salvajes
En mi proyecto de servicio de retratos de mascotas, hacía retratos por encargo. Primero entrevistaba a la familia que tenía la mascota, grababa, filmaba, tomaba fotos. Me contaban la historia de vida de sus perros, gatos, tortugas. Incluso tuve que retratar animales que habían muerto. Me llamaron artistas, coleccionistas y gente que jamás había ido a un museo. Eran de diferentes clases sociales.
Fue un trabajo muy amoroso. Llegaba a la casa de cada familia con mi valijita y luego volvía para entregar el retrato. Al hablar de la mascota hay un filtro que se cae y se cuela lo más personal, incluso angustias e intimidades familiares. Yo tenía un material emotivo ajeno y quería ser muy respetuosa. Las pinturas, que son lúdicas e incluyen melodrama, tienen citas, guiños, y personajes que sólo la familia de la mascota comprende.
Las fieras son la contracara de las mascotas. Hay perros, lobos y felinos salvajes. Me interesa el gesto que se cristaliza en la figura del animal. Son pinturas que hice muy rápido: en los últimos trabajos el gesto se come al personaje hasta volverse pura abstracción.
Poder terapéutico
Con el arte busco un equilibrio psíquico personal. Además, mi ambición como artista es generar una relación empática. No me interesa la admiración intelectual sino algo más amoroso: conmover como lo hace, por ejemplo, una telenovela. Después esa obra puede analizarse desde lugares más intelectuales, con distinto tipo de abordajes, pero si no causa algo emotivo para mí es un fracaso, porque la hago desde ese lugar. Además, creo mucho en el poder terapéutico del arte.
Trabajé un par de años en el proyecto Vergel. Les daba clases a los chicos internados en cuidados paliativos del Hospital de Niños Ricardo Gutierrez. Hay casos oncológicos, chicos que mueren durante el proceso. Fue una experiencia vital donde pude comprobar claramente la función terapéutica del arte: en el sentido de darle un destino transformador, de descubrimiento y creación a esas horas de convalecencia. Creo que en este caso el arte tiene una función reparadora poderosa.
Muestra actual:
La orilla del hielo en Gachi Prieto, curada por Eduardo Stupía, hasta el 17 de octubre.
Publicaciones
Letargia se vende en la galería en una edición limitada numerada; los diez primeros con una obra original en óleo. Además, como parte de la colección Escenario Prestado, un espacio que propone construir en forma colectiva un discurso poético, se presentó la publicación sobre mi muestra. Incluye el texto curatorial de Eduardo Stupía y en la que escriben Selva Almada, Natalia Romero y Silvia Gurfein.
Producción: Marina Oybin