
Boleta única: una reforma nacida de la evidencia y la acción colectiva
4 minutos de lectura'


El domingo pasado votamos distinto. Por primera vez en la historia argentina tuvimos frente a nosotros una única boleta. La Boleta Única de Papel (BUP) marcó un antes y un después en la manera de ejercer nuestros derechos electorales más básicos: el de elegir y el de ser elegidos. No fue un cambio espontáneo. Fue el resultado de más de quince años de trabajo sostenido, evidencia, cooperación y compromiso democrático de múltiples actores.
Desde 2009 Cippec, junto a otras organizaciones de la sociedad civil impulsamos una agenda que articuló conocimiento técnico, diálogo político y participación ciudadana para hacer posible esta reforma. Aquel año publicamos “El camino hacia la boleta única”, donde mostramos las limitaciones del sistema de boletas partidarias y propusimos un instrumento oficial administrado por el Estado. Luego, durante 15 años, vinieron testeos electorales, estudios comparados y evaluaciones provinciales en Santa Fe, Córdoba y Mendoza. Todo este cuerpo de estudios demostró que la BUP era técnicamente viable y que además brindaba otros beneficios: mayor confianza en el sistema, garantía de la totalidad de la oferta en todas las mesas electorales y mejor traducción de las preferencias.
El recorrido fue largo. Entre 2011 y 2024, con expertos, legisladores, organizaciones y universidades debatimos su implementación mientras seguíamos generando evidencia. Este proceso culminó, finalmente, en octubre de 2024 cuando se sancionó la ley de Boleta Única Papel y, lo que parecía una discusión técnica, se convirtió en una transformación democrática.
El gran paso está dado: la BUP es el instrumento de votación en las elecciones nacionales. Para que se implemente a nivel provincial, cada jurisdicción (salvo las mencionadas Santa Fe, Córdoba y Mendoza, donde ya funciona) debe modificar su legislación electoral.
La experiencia del domingo confirmó lo que la evidencia ya indicaba: es posible innovar para aumentar la confianza en nuestras instituciones. La Boleta Única Papel simplifica el proceso, garantiza la oferta completa y el derecho a elegir y ser elegido.
Pero este logro no pertenece a una sola institución. Detrás hubo una red de trabajo colectivo. El espacio #BoletaÚnicaEsMejor (integrado por Argentina Debate, Club Político Argentino, Asociación Conciencia, Constituya, Será Justicia, RAP, Directorio Legislativo, Poder Ciudadano, Ser Fiscal y el Observatorio Político Electoral) impulsó un debate informado, campañas de comunicación, capacitaciones y encuentros en todo el país. Fue un ejemplo de cómo la sociedad civil puede construir consensos y sostenerlos en el tiempo, aun en contextos de polarización. A este trabajo, naturalmente, se sumaron varios legisladores, de ambas cámaras, profundamente comprometidos con el instrumento. La adopción de la BUP fue, en definitiva, el fruto de una cooperación plural: distintos actores que, desde lugares diversos, compartieron una convicción común.
La acción colectiva fue el motor que transformó la evidencia en cambio real. Durante los meses previos a la elección, miles de personas se capacitaron para garantizar una implementación exitosa. Medios, autoridades electorales y organizaciones contribuyeron a que la ciudadanía llegara informada al cuarto oscuro. Esa trama silenciosa de cooperación fue la que permitió que el domingo todo funcionara como debía.
La boleta única no sólo moderniza el instrumento de votación: reconstruye confianza. Nos recuerda que los avances institucionales no nacen del azar ni de un decreto, sino del trabajo persistente, del diálogo entre actores distintos y de la capacidad de la sociedad de ponerse de acuerdo en torno a objetivos compartidos.
Ojalá este logro inspire a otras provincias a adoptar la BUP como instrumento de votación y a nuevas reformas basadas en evidencia, cooperación y visión de largo plazo. Porque fortalecer la democracia no es sólo celebrar elecciones, sino aprender a construirlas mejor, entre todos.
Directora ejecutiva de Cippec






