Jugar a leer
Nunca es tarde, por más que los protagonistas ya no estén vivos, para agradecer los hábitos que nos inspiraron de chicos. En mi caso, agradezco el haber tenido padres lectores, fieles seguidores de LA NACION, donde en las páginas de su suplemento literario disfruté del privilegio de leer cuentos, ensayos y opiniones escritas magistralmente por Borges, Bioy Casares, Mujica Lainez, Silvina Bullrich y María Esther de Miguel, entre tantos otros grandes escritores que publicaban todas las semanas en el diario. De todos ellos tengo grabado a fuego en la memoria a dos de los que más disfruté, leyéndolos con el mismo placer que siente un niño al jugar: a Marco Denevi, con sus geniales “Falsificaciones” y a Juan Carlos Casas, con sus “Memorias de un repatriado”, que firmaba con el seudónimo de Ulises Izakerri, defensor de las ideas liberales que, con elegancia exquisita, confirmaba que lo cortés no quita lo valiente.
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