La familia unida
"Los proveedores se plantaron".
(De Daniel Arroyo, ministro de Desarrollo Social de la Nación)
Aisladas obligatoria y solidariamente, pero felices Pascuas, querido lector. Acá estamos otra vez, con la antorcha de Graciela Guadalupe, que por videoconferencia, con barbijo incluido, creo que me pidió que la supliera este domingo. Digo creo, porque entre la boca tapada y el delay de la comunicación, no se comprendía bien.
Dije "felices Pascuas" y le juro que no me pasó por la cabeza Raúl Alfonsín con su legendaria frase "la casa está en orden" tras sofocar el levantamiento carapintada de 1987. Tuve una regresión a los 70. Sí, entre el Cordobazo de 1969 y José López Rega al frente del Ministerio de Bienestar Social, en 1974. Porque en ese período, los domingos al mediodía veíamos Los Campanelli, una comedia costumbrista que nucleaba en un patio a toda una familia, encabezada por don Carmelo y doña Lucía, que concluía con todos sentados a la misma mesa compartiendo pastas o asado.
Y esta semana, nada identificó mejor al Gobierno que aquel programa de TV. Empezando por el primer escándalo de corrupción en el Ministerio de Desarrollo Social, que las redes sociales bautizaron como el #Fideogate, y siguiendo por la "familia" kirchnerista, que de adentro o de afuera del poder cuestionó o defendió la compra masiva de alimentos a precios por encima de los que están en góndola.
Es un orgullo decir que este disgusto informativo para el Gobierno lo propinó mi colega Diego Cabot. Sí, el mismo que en 2018 reveló los cuadernos de Centeno, aquel meticuloso chofer que anotó los movimientos de dinero "físico" que se hicieron en 12 años de kirchnerismo.
Pero volvamos a los "nuevos" Campanelli. El Presidente, que sería don Carmelo, defendió la compra: "Arroyo tuvo el dilema de alimentar a la gente o pagar esos precios". Juan Grabois, que sería el más joven de la familia, papel que interpretaba Santiago Bal, sentenció: "Algún hijo de puta compró fideos al triple de lo que valen y de la peor calidad, es una estafa a los pobres". Víctor Fera, empresario de la alimentación, bien podría haber sido el vecino de la comedia: "Acá no hubo error, son las coimas que siempre se pagan en la Argentina".
Y después de tantas frases altisonantes, ¿qué pasó? Apenas echaron a algunos funcionarios de jerarquía media. Quizás hoy, cuando el presidente Fernández se siente a la mesa para el almuerzo, en Olivos, repita la frase de don Carmelo Campanelli: "No hay nada más lindo que la familia unida".