
Con el signo perverso de la mafia
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La cobarde y perversa agresión perpetrada contra Patricia Lanusse de Rawson -hermana del fiscal federal Pablo Lanusse que investiga una cuantiosa estafa a la DGI por el cobro de reintegros con exportaciones de oro- aparece como la obra de una organización criminal que actúa con el estilo y las características tradiciónales de la mafia internaciónal.
El hecho de que el agresor haya obligado a la víctima a grabarse en la frente con un objeto cortante y manando sangre la palabra oro -identificatoria del caso que se procura esclarecer- aporta un componente macabro revelador del altísimo nivel de peligrosidad del atacante y probablemente de toda una estructura delictiva.
Pero la agresión no se limitó a ese acto cargado de un repugnante simbolismo: la hermana del fiscal fue golpeada además en todo el cuerpo con saña feroz como lo atestigua el informe de los médicos que la atendieron.
Que se haya pretendido detener la acción de la Justicia a través de un acto intimidatorio dirigido no ya contra el titular de la Fiscalía interviniente sino contra un miembro de su familia configura de por sí un dato escalofriante.
Otros detalles del ataque completan un cuadro particularmente inquietante en cuanto revelan que el delito fue el resultado de un plan urdido con minuciosidad. La víctima fue interceptada cuando salía de su casa en Pilar por un sujeto encapuchado que abordó su automóvil y la obligó a punta de pistola a trasladarse a un lugar descampado donde consumó el ataque.
Por otra parte no se trata de la primera agresión criminal cometida con el propósito de amedrentar al fiscal Lanusse. El 5 de febrero último fue atacado él mismo por un desconocido que lo detuvo en la vía pública y le cortó la cara con una navaja. Además en diversas oportunidades recibió amenazas telefónicas y hasta llamados en los que se le describían paso a paso los movimientos de los miembros de su familia.
Es indispensable que el autor de este criminal intento intimidatorio sea identificado y detenido cuanto antes y que se conozcan los detalles de la banda mafiosa a la que presumiblemente se encuentra vinculado. El monto de la estafa que se está investigando -una suma que oscila entre 17 y 25 millones de pesos- y la naturaleza de las operaciones que se ejecutaron -basada en la falsificación sistemática de facturas- hace pensar que se está ante una organización de considerable magnitud.
Pero lo que más preocupación suscita es la metodología utilizada por los malhechores: su carga de violencia y sobre todo el ruin procedimiento a que apelaron para transmitir un mensaje intimidatorio a quien impulsa la investigación de la voluminosa estafa.
Si todo delito provoca malestar en el ánimo colectivo los actos criminales dirigidos contra los agentes de la Justicia -o como en este caso contra un miembro de su familia- provocan un sentimiento generalizado de desprotección. Intimidar a los hombres que tienen la misión de esclarecer los hechos delictivos o de aplicar justicia es la manera más directa de sumir a una sociedad en la incertidumbre y el miedo.



