
Dan Altman: "La Argentina debe hacer sacrificios"
Experto en temas de globalización, el economista norteamericano Dan Altman, columnista del diario The International Herald Tribune , opina que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner está ante la oportunidad histórica de sacar al país del ciclo de crisis económicas recurrentes, pero para ello debe tomar medidas que, en el corto plazo, pueden no ser populares

JOSE IGNACIO.- Cuando el economista norteamericano Daniel Altman -columnista de temas de globalización del International Herald Tribune y uno de los miembros más jóvenes que ha tenido el cuerpo editorial de The New York Times - cursaba su doctorado en la Universidad de Harvard, seguramente no imaginaba que alguna vez sería hincha de Independiente, que se haría fanático del vino argentino, que casi se convertiría en salteño por adopción y que lamentaría lo difícil que es hoy encontrar un buen chivito uruguayo. Pero la amistad con un grupo de estudiantes argentinos en Boston lo trajo por primera vez a Buenos Aires y a Punta del Este hace más de una década y, desde entonces, Altman, autor de los libros Neoconomy: George Bush s Revolutionary Gamble With America s Future (2004) y el flamante Connected: 24 Hours in the Global Economy (que saldrá en febrero en su traducción al castellano), reparte su tiempo entre Hong Kong, Nueva York y la capital porteña.
En un alto en sus ya habituales vacaciones en la costa Oriental, Altman, cuyo nuevo libro fue elogiado por la revista Time como "una visión reveladora desde las trincheras de la globalización" ("¡Guarde su Blackberry y lea este libro!", ordenó, más directo, The Independent), dialogó con LA NACION. Los temas fueron, naturalmente, su visión del mundo interconectado, el conflicto entre los gobiernos argentino y uruguayo por la pastera Botnia y, por supuesto, las posibilidades de un crecimiento sostenible en el país que sobre él ejerce una rara fascinación.
"La presidenta Fernández de Kirchner -señaló Altman en un español sin dejo alguno de acento anglosajón- tiene una gran oportunidad de sacar al país de este ciclo de padecer una crisis económica cada cinco o diez años. Ahora, el Gobierno está manteniendo una situación artificial e insostenible. Mientras sigan imprimiendo pesos y comprando dólares para bajar el valor del peso, la inflación va a seguir también, y esto tiene un costo en sí y un riesgo para el futuro. La Argentina está en un buen momento, con el crecimiento muy rápido de los últimos años, y es ahora cuando debe hacer el sacrificio que pondría fin a esta situación artificial".
-¿Cual sería ese sacrificio?
-Si dejan subir paulatinamente al peso, es verdad que las exportaciones podrían sufrir en el corto plazo -aunque a la vez los consumidores tendrían una ventaja en la compra de productos importados-, pero calculo que, después de dos años, la Argentina se encontraría en una situación mucho más estable, con el peso flotando en los mercados internacionales. Con ese tipo de estabilidad, por primera vez los inversionistas argentinos y extranjeros podrían pensar en el largo plazo. Creo que la inversión que recibiría el país bajo estas condiciones compensaría fácilmente el proceso de ajuste en las exportaciones. No hay que esperar la suba del dólar para lograr esto. La Argentina puede tomar su futuro económico en sus propias manos. Tal vez la Presidenta tenga miedo de hacer cualquier tipo de sacrificio, aunque podría salir de una manera heroica dentro de su período. Pero yo creo que los argentinos son suficientemente inteligentes como para percibir las ventajas de un cambio de política. Quieren tener una economía más madura, como las de sus vecinos Brasil y Chile.
-¿Hasta cuándo el llamado "viento de cola" (las condiciones internacionales favorables) va a seguir empujando el crecimiento argentino?
-Me parece que ya está empezando a debilitarse. El crecimiento en los países ricos va a ser más reducido este año, y China también quiere crecer más despacio. Los precios de las materias primas están por entrar en baja. Además, la Argentina no puede contar siempre con la venta de sus recursos naturales. Hay que consolidar los beneficios de ese comercio para desarrollar otras industrias y la capacidad laboral de la gente. Por ejemplo, la pobreza en las provincias por la falta de salud pública, educación e infraestructura es una pérdida en la capacidad productiva más allá de la tragedia que significa en sí.
-¿De qué manera cambiaría la globalización si EE.UU., su principal impulsor, pierde el lugar central que ocupa hoy?
-Estados Unidos tiene una manera muy particular de hacer negocios. En general, el país quiere un comercio bien regulado y que tome en cuenta las preocupaciones éticas de su gente. Por eso los norteamericanos no pueden hacer negocios con Birmania. Pero estas reglas no siempre tienen un motivo económico y algunas acarrean, por eso, una desventaja competitiva. Otros países no tienen esta desventaja. China, por ejemplo, está tratando de obtener los recursos que necesita su economía de cualquier lado, sin pensar en los problemas políticos de sus socios comerciales. Cuando China esté compitiendo más directamente con Estados Unidos -o más bien cuando sea la economía más grande del mundo-, las empresas de Estados Unidos van a pedir, seguramente, más flexibilidad al gobierno. Esto puede suceder también con las regulaciones que protegen a los consumidores y a los inversionistas. La globalización con Estados Unidos como líder tiene sus problemas, obviamente, pero creo que va a haber distintos y tal vez mayores problemas con China. La gente va a tener que elegir -en la Argentina tanto como en Estados Unidos y otros países- cómo manejar los conflictos entre sus metas económicas y sus preferencias éticas.
-Una tapa de LA NACION de esta última semana decía: "Temblor financiero mundial por la recesión en EE.UU." ¿Qué va a pasar con la economía norteamericana y cómo afectará al resto del mundo, la Argentina incluida?
-Para mí, la situación económica en Estados Unidos no es tan grave como en 2001, y la recesión de 2001 tampoco fue tan profunda. Además, hay que notar que el país tiene un ciclo económico de más o menos diez años. Diría que si EE.UU. entrara en recesión, tendría la chance de empezar ese ciclo de nuevo sin esperar la recesión que probablemente hubiera venido en 2010 o 2011. Está claro que una recesión en Estados Unidos es un problema para casi todo el mundo en términos económicos. Pero es menos problemático que lo que hubiera sido hace una década. Ahora la economía mundial tiene otros motores, y la Argentina está trabajando con ellos también.
-Respecto a las elecciones en EE.UU., ¿qué le conviene más a la Argentina? ¿Que gane un republicano o un demócrata? ¿Algún candidato es particularmente bueno o malo para la región?
-La verdad es que los candidatos todavía no dijeron casi nada sobre la región, y menos sobre la Argentina. En los asuntos internacionales, hablan de Irak y, a veces, de Afganistán o de China. Con la Argentina no hay un tema tan grande de inmigración, tipo México, ni un choque político como el que hay con Venezuela. El caso Antonini Wilson es probablemente desconocido para un 95 por ciento de la población. Tal vez la elección de un candidato u otro podría ayudar más o menos a la economía argentina, pero todavía no veo esas señales.
-Tu último libro aborda casos de empresas multinacionales y su comportamiento en países extranjeros. ¿Qué opinás del conflicto por Botnia y del papel que han jugado los gobiernos argentino y uruguayo? ¿Es tarde para encontrar una solución?
-La cuestión y su tratamiento por ambos gobiernos tienen sus motivos políticos, eso me parece bastante claro. Pero creo que nos falta un lugar adecuado para resolver cuestiones similares de inversiones, soberanía y efectos externos. La Organización Mundial de Comercio no alcanza, y otros intentos -como las comisiones y juicios del Acuerdo de Libre Comercio Norteamericano- han fracasado. En mi libro escribo sobre esto, y también sobre la situación de empresas como Botnia. Creo que las empresas que tratan de ser "buenos vecinos" tienen mas éxito en el largo plazo en sus operaciones extranjeras. Ya vimos los problemas que tuvo Chevron en Nigeria, o Coca-Cola en la India. Con mejores relaciones con las comunidades locales posiblemente el resultado hubiese sido otro. Pero nunca es demasiado tarde. Los miembros de la OMC empezaron a negociar la Ronda de Doha en 2001, y siguen trabajando. Son 151 economías, y todas tienen que ponerse de acuerdo para terminar. En el caso Botnia, hay sólo dos y la empresa. Debería ser más fácil, ¿no?
-Se ha escrito mucho últimamente sobre la llegada de turistas europeos y norteamericanos. ¿Cómo ves el fenómeno del turismo globalizado desde Uruguay?
-Con los medios de comunicación y de transporte que tenemos hoy es mucho más fácil llegar a un punto lejos de casa y mantenerse en contacto con la familia, el trabajo, o lo que sea. La semana pasada estaba escribiendo un artículo sobre Camboya en la playa, y vi a otras tres personas usando sus notebooks ahí. Había servicio WiFi. No lo hubiera creído posible cuando estuve acá por primera vez, hace diez años. El lugar pierde un poco de su sabor local con tantos turistas extranjeros, me costó un poco encontrar un buen chivito, pero así es la globalización. Tiene sus beneficios, también; este país está creciendo casi tan rápidamente como la Argentina.
-Por un artículo que escribiste sobre Salta para The New York Times se nota que esa es tu provincia preferida. ¿Qué es lo que tanto te atrae?
-Los paisajes, la comida, la música, la gente: todo me encantó desde el principio. Es de verdad "la linda" ¿Tengo que explicar más? Creo que los argentinos ya me entienden.
El perfil
Economía y periodismo
Nació en New Haven, EE.UU., en 1974. Cursó su carrera de grado en Economía en la Universidad de Harvard, donde también completó su doctorado, y en la actualidad tiene a su cargo una columna sobre economía global en el International Herald Tribune .
Libros sobre globalización
Antes trabajó en The Economist y The New York Times . Una de sus investigaciones puso al descubierto 4000 millones de dólares de deuda de Enron. Es autor de dos libros, el último de los cuales, Connected: 24 Hours in the Global Economy , saldrá en febrero en versión en español.