
Del mundo como show de rarezas
Esta semana un hombre de Idaho recibió 96 esponjazos en la cara en un minuto para poner su marca en el Libro Guinness de los Récords. Jonathan “Hollywood” Hannon decidió convertir su vida en una feria de rarezas de una sola persona. Tiene 181 títulos en su haber, igual o peor de ridículos.
Mientras tanto y en California una mujer se colocó 711 soportes de pelotas de golf en la cabeza y accedió, también, a un lugar en el mismo libro. (Es notable esta afición del país por el récord estrambótico, eso que Werner Herzog llamó la conquista de lo inútil).
Una más y termino. En Folkenstone (Reino Unido) se reunieron cientos de mujeres vestidas de rojo para celebrar la mayor juntada de imitadoras de la cantante Kate Bush en un solo pueblo. Así se sostienen los nacionalismos, tanto territoriales como locales: con la idea de que somos, en algo, superiores a todo el mundo.
Algún día cada pueblo, cada cuadra, cada hogar de familia tendrá su récord mundial de algo. Y el nombre del mundo será Guinness.
Y además...
La mujer de los soportes de pelotas de golf explicó sus motivos: “este tipo de iniciativas son una forma creativa de unir pasiones y romper con lo convencional”. Hubo una época en la que la monomanía era considerada como locura; hoy es visto como una necesidad, una tarea, una forma de vida.





