
Diálogo semanal con los lectores
Por Octavio Hornos Paz
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QUIZA sea pertinente un examen de los medios de comunicación masiva, desde el punto de vista del receptor de las informaciones.
Comencemos con la radio, que a partir de los años 20 de esta centuria se convirtió en el primer competidor de la prensa gráfica.
La radio tiene a su favor la capacidad de no estar sometida a períodos temporales rígidos. Una noticia llega a la emisora y en muy poco tiempo puede estar en el aire. La radio es un diario sin hora de cierre.
Desde el punto de vista del receptor del mensaje, la radio tiene un prestigio prehistórico: es la comunicación de la voz al oído. "Te lo dice en la oreja."
Con la incorporación del transistor, el aparato de radio ganó una movilidad. La radio es ubicua.
Pasemos ahora a la televisión. Su gran virtud fue convertir al receptor en testigo presencial. "Uno está viviendo lo que está pasando."
En términos temporales, la televisión ha reducido el lapso entre el hecho y la noticia a la simultaneidad.
El receptor de un diario -sobre todo de un diario que incita a pensar, como La Nación - hace, cuando lee una crónica, el trabajo inverso al de su redactor. El lector de un diario lo recrea. Y éste es el gran atractivo de un diario de ideas. Es diferente para cada lector, es una creación personal.
Una buena guía
Para saber qué preposición se debe usar, en algunos casos se puede uno guiar por el prefijo de los verbos.
Se ingresa en la Universidad. El prefijo in- del verbo indica que la preposición correcta es en . Lo mismo vale para "lo injertó en un ciruelo".
Precisiones históricas
Nos escribe el doctor Armando Alonso Piñeiro a propósito de una columna del domingo 29 de noviembre: "Al referirse a los exámenes para ingresar en el Servicio Exterior de la Nación, el columnista señala que uno de los participantes, al expresar su interés por la historia medieval, suscitó la probablemente irónica reflexión del examinador en el sentido de "si podía dibujar las posiciones de los ejércitos que combatieron en las batallas de Poitier , Marignan y Hasting ". Sin inmutarse, la respuesta fue: "También la de Lepanto, embajador".
"Más allá del humor y "la presencia de ánimo para enfrentar las situaciones", la verdad es que si yo hubiera sido el examinador habría reprobado al aspirante. La batalla de Lepanto no tiene nada que ver con la historia medieval, puesto que se libró el 7 de octubre de 1571. (Los historiadores aún discutimos si la Edad Media concluyó en 1453, con la caída de Constantinopla, o en 1492, con el descubrimiento de América, pero no osamos prolongar la periodización de marras hasta casi fines del siglo XVI.) "La mayor jornada que vieron los siglos", como se dijo con euforia, fue librada entre los turcos y la Liga Santa, integrada ésta por España, la Santa Sede y Venecia.
"En cuanto a Poitiers, y no Poitier , fue escenario de por lo menos tres batallas memorables: en 507, cuando Clodoveo abatió al rey visigodo Alarico; en 732 (también conocida como batalla de Tours, por estar esta ciudad a sólo 96 km de distancia), cuando Carlos Martel derrotó a los sarracenos e impidió nada menos que la invasión mahometana de Europa, y el 19 de septiembre de 1356, derrota francesa a manos de Eduardo, el famoso Príncipe Negro, que era hijo de Eduardo III. No sé a cuál de los tres encuentros pudo haberse referido el examinador, y barrunto que tampoco lo sabía el examinado.
"Por otra parte, Hastings, y no Hasting, fue la batalla librada el 14 de octubre de 1066, decisiva de la conquista normanda de Inglaterra. Fueron sus protagonistas Guillermo el Conquistador y el sajón Haroldo II.
"Finalmente, confieso mi ignorancia (otra expresión de mi colección de insipiencias) sobre la batalla de Marignan, que sospecho inexistente. Pero de todos modos, lo anterior me parece válido para su escrupulosa columna semanal."
Error reiterado
El doctor Roberto T. Alemann nos dice: "Acompaño un recorte de La Nación de hoy [15 de diciembre], donde en un título se comete el error tan usual de escribir el verbo rever como reveer . Lo mismo es usual para prever como preveer . Al descomponer el verbo en re- o pre- y ver , se advierte fácilmente que nadie prevee ni vee sino solamente ve . Le sugiero llamar la atención sobre este horror gramatical, tan frecuente en periódicos escritos y dichos orales."

