Ebria, ebria de melancolía
De 1960 a 1995, las tres M, Mina, Milva y Mia Martini, dominaron el mundo de la canción popular italiana. Mina fue la más reconocida.
El caso de Mia (su verdadero nombre era Domenica Rita Adriana Bertè) es novelesco. Su fama quedó limitada a Europa. El domingo pasado vi en el canal Europa Europa la película biográfica Yo soy Mia (Io sono Mia), de 2019, basada en la vida de Martini (1947-1995); la actriz Serena Rossi interpreta el papel protagónico y canta muy bien seis de los grandes éxitos de su personaje. El film se puede ver sin subtítulos en YouTube, pero se repite en el mismo canal de cable el próximo sábado, a las 23.45, subtitulado. De todos modos, aconsejo ver y escuchar a Mia en los videos y grabaciones de YouTube. Es fuera de serie. Una de sus canciones más hermosas es “Minué”, donde dice algo que la retrata: “ebria, ebria de melancolía”.
En la historia de Mia, a la que familiarmente llamaban “Mimi”, se alternan la popularidad y el ostracismo. Ganó cinco Discos de Oro, obtuvo el primer premio del Festivalbar dos veces consecutivas y participó en varias ediciones del Festival de San Remo, donde nunca ganó el primer premio por supersticiones ajenas, pero obtuvo tres veces el Premio de la Crítica, que hoy lleva su nombre. La primera lo recibió en 1982 por “E non finisce mai il cielo”, de Ivano Fossati, su pareja. La segunda, en 1989, por “Almeno tu nell’universo”. Vendió cien mil discos. Y la tercera, al año siguiente, por “La nevicata del 56”.
Mimi era la segunda hija de una maestra y de un profesor de latín y griego, muy machista, que acostumbraba golpear a su esposa y a sus cuatro hijas, en especial a Mimi. Ella lo desafió desde muy chica, y también lo hizo su hermana Loredana, porque querían ser cantantes. Por último, el padre abandonó el hogar y las hermanas realizaron su sueño: fueron estrellas.
Mimi empezó a ser conocida cuando cantó “Ed ora che abbiamo litigato” en la RAI. Tenía 17 años. En una de las fiestas de la época, en 1969, cayó la policía y se la acusó de tener un cigarrillo de marihuana en su cartera. La detuvieron y pasó cuatro meses en la cárcel. Fue sobreseída, pero la sospecha de que era drogadicta la acompañó hasta el final. El paso a la fama lo dio en 1977 con “Libera”, de tema feminista. Su relación amorosa con el cantautor Ivano Fossati le dio a Mia cada vez más solidez artística, pero también le causó muchos problemas por los celos sentimentales y profesionales de él.
El estrés terminó por afectar la garganta de Mimi, que debió operarse. Estuvo un año en rehabilitación. Su voz perdió algo de extensión, pero ganó en color y en textura; se hizo más grave y dramática. En 1982, volvió a cantar. Ese año, Mia e Ivano recibieron el Premio de la Crítica de San Remo con “E non finisce mai il cielo”.
En ese período se produjo un episodio trágico. En una de las tournées que hizo con su banda, Mia decidió volver a Roma por tren, mientras que sus compañeros lo hicieron en automóvil. Los músicos chocaron y murieron.
Poco a poco se difundió el rumor de que Mia traía mala suerte. Las compañías discográficas no querían tratar con ella; muchos no se atrevían a pronunciar su nombre. En 1983, angustiada, resolvió retirarse de la vida pública. Estuvo recluida seis años. Volvió en 1989 con “Almeno tu nell’universo” (¡formidable!). El éxito pareció probar que “la” Martini no era iettatrice. Fossati la había protegido contra la infamia, pero terminaron por separarse.
De un modo paradójico, Mimi se fue a vivir cerca de la casa de su padre, en Cardano al Campo (Varese). El 12 de mayo de 1995, la encontraron muerta en el departamento al que se había mudado. Había fallado su corazón. Hasta el día final, la mala suerte sólo la afectó a ella.










