
El avión no cayó: César y su estrella
Nunca estuvo el presidente Menem tan cerca de la muerte. El miércoles último, el Tango 01 se precipitó con la nariz hacia abajo hasta llegar a sesenta metros del suelo sobre el aeropuerto de Wellington, en Nueva Zelanda. En casi todas las situaciones como ésta, cuando una ráfaga de viento huracanado los deja sin sustento en el momento en que han disminuído su potencia porque van a aterrizar, los aviones se estrellan.
¿Cómo se comportó el Presidente en esos dramáticos instantes? Con la serenidad que da el coraje. Les dijo a Zulemita y a su amiga que se ajustaran los cinturones de seguridad. Luego se paró para tranquilizar a sus treinta acompañantes recordando una famosa frase de Julio César cuando la barca en la cual viajaba con un grupo de marineros estaba a punto de zozobrar: "No temáis. Tranquilos, que vais con César y su estrella".
Plutarco narra el episodio en sus Vidas paralelas. En el capítulo donde compara al romano Julio César con el macedonio Alejandro Magno, Plutarco cuenta que una vez César se metió disfrazado de esclavo para no ser reconocido por sus enemigos en una pequeña barca de doce remos para cruzar el río Anius y unirse a sus tropas, que lo esperaban en la otra orilla. Pero he aquí que un viento huracanado encrespó las olas y puso a la barca en extremo peligro. Asustado, el contramaestre pensó en regresar. Fue entonces que César, dándose a conocer, lo tomó del brazo y le dijo: "Sigue adelante mi amigo. Nada temas: en tu barca llevas a César y a su estrella".
Los antiguos llamaban "magnanimidad" (del latín magna-anima: "grandeza de alma") a esa virtud por la cual quien la posee desprecia el peligro. Cuando cantó al compadrito que arriesgaba su vida en el suburbio, Borges habló de "la secta del cuchillo y del coraje". La palabra "coraje" proviene del latín cor, "corazón". El corajudo tiene "el corazón grande". Los argentinos admiramos el coraje. ¿Qué habría pasado si el general Mario Benjamín Menéndez hubiese arriesgado y quizá perdido la vida en las Malvinas en vez de rendirse pulcramente? Hoy lo tendríamos en el altar de la Patria.
"Megalotimia"
En las situaciones extremas, los hombres revelan su carácter. El incidente del Tango 01 confirma que tenemos un presidente corajudo, con un sentido deportivo de la vida, al que se le aplican las palabras de Maquiavelo: "la Fortuna, siendo mujer, sólo se entrega a quienes osen conquistarla".
Pero la magnanimidad es el anverso de una medalla cuyo reverso es la megalotimia. En su libro El fin de la historia y el último hombre, Francis Fukuyama la define de este modo: "El deseo de ser reconocido como superior a los demás recibe un nombre de raíz griega: megalotimia. Su antítesis es la isotimia, que es el deseo de ser reconocido como igual a los demás".
¿Hay en Menem, además de magnanimidad, megalotimia? En el momento en que parecía precipitarse a la muerte, se acordó de César. Cuando éste animó al contramaestre a seguir en medio del vendaval, le dijo: "Viajas con César y su estrella". ¿Y qué hacía a César invulnerable a las tormentas? Que no era como los demás.
¿Es grave que Menem, frente a la muerte, piense en César? Algunas semejanzas entre ellos son, al menos, inquietantes. César escaló las gradas del poder en tiempos de la República romana. Ocupó los cargos de la República: cónsul, "dictador"... Pero el "dictador" era en Roma un magistrado extraordinario al que se elegía en tiempos de emergencia, sólo por seis meses.
Cuando César llegó a su apogeo, sin embargo, se hizo nombrar dictador vitalicio. En ese instante, la república entró en agonía. A César lo seguiría después de su muerte a manos de Bruto, el último de los repúblicos, su sobrino Augusto. Habiendo empezado como César por aceptar cargos republicanos en forma vitalicia, Augusto fue consagrado, finalmente, emperador. César ocupa en la historia la transición entre la libertad y el despotismo.
¿En qué piensa el ultramenemismo cuando propone la "re-releeción"? ¿En una cadena indefinida de reelecciones? ¿En una presidencia vitalicia? ¿Tiene en vista una concepción cesarista de la democracia?
"Isotimia"
¿Sería tan grave que el Presidente, además de ser corajudo, estuviera aquejado de magalotimia? No necesariamente. Después de definir la megalotimia, Fukuyama dice que ella puede habitar tanto en el tirano que quiere sentir su propia grandeza como en el pianista que quiere ser reconocido como el mejor intérprete de Beethoven. La megalotimia es positiva en cuanto enciende la ambición. Todo reside a partir de ahí en que la sociedad sepa canalizarla. Julio César fue al fin "el César" porque la República romana, desgastada por la guerra civil, no pudo disciplinarlo.
Pero Plutarco describe a otros líderes magalotímicos, como Alcibíades en Atenas y Coriolano en Roma, a quienes los ciudadanos, después de aceptar sus inestimables servicios, los enviaron al retiro.
Así son las naciones con vocación republicana: sólo usan a sus líderes mientras los necesitan. Los Alcibíades, los Coriolano, se sienten entonces injustamente tratados. Pero si su meta era servir, ¿por qué se indignan cuando sus servicios ya no resultan necesarios?
Los servicios de Menem, ¿son todavía necesarios? Para contestar a esta pregunta, imaginemos por un momento que el Tango 01 se hubiese precipitado a tierra. ¿Qué habría pasado? El país se habría conmovido. ¿Quién no se habría apenado hondamente ante el trágico destino de la familia Menem? Pero, pasado un año, el presidente Ruckauf habría convocado a elecciones presidenciales. Ausente la perspectiva de la "re-reelección", en ellas habrían triunfado De la Rúa, Graciela o Duhalde.
Quienquiera que hubiere llegado al poder en 1999, habría mantenido las conquistas fundamentales de Menem _la estabilidad monetaria, el crecimiento económico, las privatizaciones..._ dedicándose a completar con incierto éxito lo que éste no ha logrado: una justicia independiente, menos corrupción, más sentido social, más educación... Esta es la consigna de las asignaturas pendientes que prevaleció en octubre de 1997 y que probablemente volverá a prevalecer el próximo año.
Ello no quita que Menem haya sido necesario cuando acometió la formidable tarea de estabilizar la moneda, modernizar la economía y relanzar el crecimiento a la que sus antecesores no se habían animado. Para esta tarea, sirvió su coraje. Pero ella, en lo esencial, ya se ha realizado. ¿Qué hay de nuevo ahora en Menem? Políticamente, el Presidente es, hoy, un sobreviviente de sí mismo.
Por eso no debe asombrarnos que el país haya sufrido un susto mayúsculo no tanto ante el accidente de Wellington, hace cuatro días, sino cuando Menem fue internado de urgencia porque se había obstruido su arteria carótida hace algo más de cuatro años. Ese susto contribuyó a sus victorias electorales de 1993 y de 1995. Por ese entonces, el país lo andaba necesitando.
Lo cual lleva a advertir la diferencia entre el episodio de Wellington y el del río Anius. Cuando César calmó al contramaestre, la estrella en la cual confiaba era ascendente, ya que aún luchaba contra Pompeyo por el poder. La estrella a la que Menem apeló a bordo del Tango 01 ya ha atravesado su cenit.
Las repúblicas, cuando son fuertes, promueven el retiro de sus líderes antes de su muerte física. Cuando son débiles, permiten que la muerte política de sus líderes coincida con su muerte física. Si la Argentina es una república ascendente, el destino de Menem será el de Alcibíades y Coriolano. Sólo si no lo es, el paralelo con César se habrá completado.







