El respeto a la justicia como esencia de la democracia
Hace pocos días se realizó la Jornada de Filosofía Antigua en la Universidad Nacional de Mar del Plata. Allí, la profesora María Cecilia Colombani abordó la noción de respeto como soporte de la legalidad en Hesíodo. Este filósofo de la antigüedad griega, contemporáneo de Homero, en el siglo VIII a. C., fue el autor de Los trabajos y los días, y sus obras se convertirían, en parte, en el hito fundacional de la cultura griega, gracias a su labor de sistematización del conjunto de mitos heredados y al inicio de su interpretación en un sentido moral y práctico. Entendemos por respeto, afirma la mencionada filósofa, el reconocimiento de un determinado valor como legitimador del orden.
Respetar significa, desde su marco interpretativo, reconocer distintos estatutos de ser y de obrar como modo de fundar una base de conducta que no amenace la armonía de una determinada sociedad. Agrega que la tarea de fundación de un plano social y político como el que diagrama Hesíodo implica “un mapa de respeto por ciertos valores que suponen, a su vez, un marco de subordinación voluntaria y sensata, transido por la madurez y la mesura (sophrosyne) como valor dominante”.
Así, Hesíodo juega con un diagrama dual “de fuerzas en tensión, entre lo que conviene al orden social (y universal), y lo que no”. Afirma la filósofa que este esquema del poeta permite la cohesión de la vida ciudadana partiendo de un diagnóstico caótico que tiene como única salida al respeto, en tanto reconocimiento del estatus que ostentan ciertos valores claves de la dinámica de una sociedad.
Al no tener estas líneas otra pretensión que la de destacar la enorme importancia que se le da al respeto a las normas desde la antigüedad griega, y que han honrado contemporáneamente autores como el alemán Rudolph von Ihering en La lucha por el derecho y el vienés Hans Kelsen en La Teoría Pura del Derecho, cabe anotar el impacto que tuvo esta noción no solo en el plano religioso, considerando el respeto a las Musas como mentoras de la palabra poética, y Zeus (Dios) como el verdadero garante de la justicia. Su dignidad es, por naturaleza, la que lo ubica en la cima del respeto a partir de su sabiduría, garantizando así la posibilidad de la armonía social, y la posibilidad de restablecer todo orden ultrajado. Y esto se consigue cuando se tiene a la justicia como valor supremo. Estas son épocas de vulneración a su valor, atacándola con desprecio y ridículas teorías como la del lawfare, teoría conspirativa que sirve para explicar a quien la utiliza lo que le antoje. Fue el caso de la entrega de Jesucristo por parte de Poncio Pilatos, o la de Sócrates, a un ágora hambrienta de corrupción y desmesura.
Hoy es bueno detenerse en el pensamiento antiguo de Hesíodo, que tiene a la justicia y a la virtud como parámetros a seguir por los detentadores del poder formal, que deberían aceptar sus designios con la noción de respeto, que nos va a garantizar el orden, y cuidar a la ciudadanía de la desmesura.
Abogado