En política exterior, hora de cosechar
En lo que puede ser considerado como un enorme éxito de la política exterior argentina, el presidente Macri fue invitado y ha participado este año en la reunión del G-7 en Canadá, grupo formado por las potencias establecidas. Pero también ha sido invitado a la reunión anual de los Brics -Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica-, en Sudáfrica. Estas oportunidades, consecuencias directas del rol como organizador del G-20 en 2018, son importantes para potenciar la implementación de nuestra política exterior.
El G-20 ya es un instrumento muy adecuado para implementar una estrategia de "horizontes diversos", es decir el mantener relaciones positivas y simultáneas con las potencias establecidas, las emergentes, y el exterior próximo. Pero como decía Winston Churchill: "Siempre es más fácil descubrir y proclamar principios generales, que aplicarlos". La participación en las reuniones del G-7 y de los Brics, presenta el desafío de calibrar esta estrategia a nivel político y económico.
En lo político es natural mostrar afinidad con las potencias establecidas y el exterior próximo, con los que compartimos valores democráticos y en derechos humanos. Pero esto no debe llevarnos a inmiscuirnos en los enfrentamientos geopolíticos entre las potencias establecidas -Estados Unidos, Unión Europea-, y las emergentes -China y Rusia-, denominadas en diciembre de 2017 como "revisionistas" en un documento de Seguridad Nacional en los EE.UU.
A su vez, una coincidencia en materia de valores con las potencias establecidas, no puede llevarnos a realizar cambios en nuestra política exterior que no gocen de consenso interno, por lo menos entre los sectores no radicalizados. Así, parece prudente seguir considerando como legales solamente las acciones militares autorizadas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, y mantener nuestra neutralidad en el conflicto palestino-israelí.
En el campo económico, habrá que ir más allá de convertir afinidades políticas en prioridades comerciales. Ha sido manifiesta la voluntad por mejorar las relaciones económicas con las potencias establecidas. Pero ante las existentes posiciones proteccionistas en los Estados Unidos y en la Unión Europea, es aconsejable buscar en forma urgente alternativas para nuestras exportaciones. Como escribió Churchill : "Es muchas veces necesario, cuando ha fallado un plan predilecto, seguir la mejor alternativa existente, y en ese caso, sería una locura no hacerlo con todas sus fuerzas". Así, se debe dar un mayor y urgente foco a la India, la Asean, África y Medio Oriente. Asimismo, luego de haber recalibrado las relaciones con China y Rusia, se deben capitalizar allí nuevas oportunidades.
En cuanto a la implementación de nuestra política exterior, si bien la "Macridiplomacia" ha sido sumamente intensa y dinámica, la diplomacia presidencial, por sí misma, no asegura una efectiva política exterior. Por ello, la interacción entre el Presidente y sus diversos equipos de política exterior debe ser más productiva, dejando el suficiente espacio para la reflexión y la discusión de objetivos, estrategias y prioridades. En pleno sistema democrático, hoy no es fácil comprender dónde se está dando esta discusión, quiénes la están llevando a cabo, ni en qué términos se plantea.
En este proceso deberá predominar la prudencia, que Raymond Aron definía como: "Actuar en función de una coyuntura determinada y de datos concretos", y definiendo a la vez "objetivos concretos, accesibles, y conformes a la ley secular de las relaciones internacionales".
Es conocida la tendencia de la clase política, a nivel mundial, de sobredimensionar el impacto de la política exterior en el corto plazo, y de devaluar su impacto al mediano y largo plazo. Dado esto, si bien no se podía esperar un impacto en lo concreto en los primeros dos años, se tendrían que estar cosechado dividendos mayores en los segundos dos años del mandato del presidente Macri. Quizás sea el momento de rever objetivos, estrategias y estructuras para obtener mejores resultados, más allá de lo ya logrado en torno al G-20.
Doctorado en Relaciones Internacionales y miembro consultor del CARI y del Cippec