Entender el sistema republicano de gobierno
Además de la división de poderes, la característica más íntima del sistema republicano de gobierno es el turno. Dispositivo por excelencia para limitar al poder, para que no se desborde en el plano del tiempo. Su debilidad (la reelección) o ausencia ha sido la causa de la fragilidad del sistema institucional argentino, signada especialmente por el mayor vicio en una democracia que es la impaciencia, implantada desde 1930 con distintos formatos. Con algo de perspectiva, uno de los mayores aportes del gobierno anterior ha sido eslabonar la historia, darle ritmo republicano con la entrega del bastón de mando en tiempo y forma. El peso de la simbología del poder es fundante, especialmente cuando se trata de la alternancia.
El país está inmerso una vez más en una crisis política. La novedad mayúscula es el partido en el poder. Indefectiblemente ligado al turno está el comportamiento de la oposición, en su calidad de minoría con potencia de ser mayoría. También por primera vez asoma la seria posibilidad de superar el carácter casi declamatorio a la que estuvo sometida tanto tiempo, durante el que no se respetó el pacto básico que es entender que el adversario puede ocupar a continuación tu lugar.
Esta original fisonomía en el poder es la que enmarca el desafío desde el 15 de noviembre. No sólo para un gobierno con los dos pecados capitales que describió Francis Bacon (falló en el estómago –pobreza– y la cabeza –credibilidad–); además, para una oposición que tiene la potencia de proyección plena en su rol de control y contrapeso, que evita desvaríos y desbordes. El eje central y principal contribución que puede hacer la oposición es simplemente no perder la paciencia. De allí el extremo cuidado al plantear tópicos de discusión que se pueden prestar a los malos entendidos, como es el caso de la presidencia de la Cámara de Diputados de la Nación.
Lo primero que viene a la cabeza es la ley de acefalía y la línea sucesoria, en la que aquel cargo está segundo por dos días. Sí, porque hay una confusión generalizada: es simplemente eso, plazo en el que por ley se debe convocar a una asamblea legislativa para que elija nuevo presidente por el tiempo que queda del mandato, entre diputados, senadores y gobernadores. Ese es todo su rol a esos fines, siempre que haya renunciado el presidente provisional del Senado. Sí tiene una importancia central en otras cuestiones parlamentarias: por esa Cámara deben ingresar todos los proyectos de ley sobre impuestos, dato de calibre para la discusión económica que viene. Además de la agenda del orden del día.
Hay que cambiar el viejo paradigma presentando certeramente el asunto, dejando en claro que no se puede abdicar nunca de la condición opositora mientras el turno sea del otro. Origen deportivo del Estado le llamaba Ortega y Gasset, algo tan perogrullesco pero importante: un día le toca a uno, el siguiente le puede tocar al otro; por eso la liturgia del saludo final y el reconocimiento de la derrota en el deporte. Entender eso tan simple es entender el sistema republicano de gobierno. Y tal vez empezar a cambiar todo.