Estas son las personalidades que hallamos en los grupos humanos
Muchas veces, cuando se forma un grupo humano, ya sea de amigos o de compañeros de trabajo, algunos integrantes de los mismos adoptan ciertos roles estereotipados y constantes que responden a un tipo de conducta.
Observemos algunos de estos rótulos:
El fanfarrón
Es el que dice ser la mano derecha del líder. Se transforma en el exégeta del líder, lo cual ocasiona la envidia del resto del grupo. El problema no es del fanfarrón ni del grupo, sino del líder que debe establecer límites a aquel que se manifiesta como "el mejor del grupo".
El creído
Es la persona que en el grupo hace alardes de sus conocimientos. Su frase principal es: "Hacelo así como lo hago yo y te va a ir bien". Exagera su preponderancia en el grupo y siempre la sugerencia es no discutir con él o ella. Es decir, "no bajarle los humos" porque, al ser alguien inseguro, lo transformará en más inseguridad. Tampoco es necesario escuchar su consejo. No es que no se debe aceptar su discurso, sino minimizar el impacto. El creído demuestra inseguridad respecto de su propia conducta. De allí que necesite exponerla mostrándose como superior a los demás.
El yo, yo y yo
Puede actuar así por dos motivos: 1) porque tiene una conducta narcisista y no puede mirar al otro (dado que el otro no existe); o 2) porque es alguien inseguro que necesita exagerar su persona. Siempre impacta negativamente, ya que sus autorreferencias transmiten el siguiente mensaje: "Yo soy mejor que vos", estableciendo así a menudo límites de competencia.
El falsamente humilde
Se maneja de igual manera que el narcisista pero más sutilmente porque su accionar es más sofisticado. Su lema es: "Acá somos todos iguales, yo no soy más importante que nadie". En realidad, lo hace para generar admiración.
El entrometido
Es la persona que no acepta los límites, o no los tiene claros, y se inmiscuye en la vida del otro. Al no identificar sus propias limitaciones, tampoco respeta e identifica los límites hacia afuera.
El estancado (rutinario)
Es alguien desmotivado que piensa que llegó al final de su carrera. El líder debe correr el límite, proponerle nuevas tareas y mejorar la calidad de estas. Cuando se pierde la motivación, se pierde el motor que hace que uno accione para ir por más.
El que dice "no, no y no"
Hay personas que manifiestan un "no" constante por temor. Tienen miedo de los resultados y deciden ir por la negativa. A todo le dicen que no. Distinto de aquel que le dice a todo el mundo que sí pero a uno en particular le dice que no. Esto se debe a que compite con dicha persona.
El que se victimiza
La persona toma esta actitud y llora y se queja por todos lados porque se siente seguro en dicho papel. Está atado a la mirada del otro y justifica, con su conducta, el no hacer nada. Su mensaje es: "Yo no soy responsable de mi malestar sino que está ocasionado por otros". No se da cuenta de que, al establecer la victimización, declaró su propia derrota.
El perfeccionista
Es la persona que siempre ve lo que le falta y rara vez lo que ha logrado. No puede pararse en el éxito, solo en aquello que le falta. Eso lo lleva a la insatisfacción y la hiperexigencia consigo mismo y con los demás.
El que le cuesta hablar con el jefe
Muchas veces se debe a una dificultad de estima. Toma la jerarquía como función paterna y sus reclamos son como los de un niño. Cree que callándose obtendrá mayores resultados y reconocimiento. En realidad, ha confundido lo afectivo con lo laboral.
El holgazán
Este rol suele ser asumido por gente infantil o inmadura a la que le gusta la diversión, la recreación, y no asume su responsabilidad. Es distinto de aquel que no acciona por falta de motivación, que no cuenta con ningún desafío que lo lleve a avanzar.
El arribista o "serruchador de piso"
Hay personas que aspiran al poder. No saben pedirlo, jamás lo expresan. Y creen que derribando al compañero-colega lo lograrán. Utilizan la crítica, el chisme, el desprestigio social, la descalificación, el cuestionamiento público. Siempre persiguen y elaboran estrategias de competencia. Piensan: "El otro debe ser derribado para que yo pueda crecer". No establecen el crecimiento a través del desarrollo de sus capacidades sino de la caída de los demás.
El autoritario
Es una persona rígida que cumple a rajatabla las normas. Su característica principal es que el otro no debe pensar sino obedecer. No posee espacio para opinar ni proponer mejorar una tarea.
El que está siempre estresado
Es una persona que no sabe priorizar y determinar qué es importante en cuanto al objetivo. De allí que le cueste delegar. Cree que hacerlo sería mostrarse débil o sencillamente no reconoce sus propios límites. Por eso, siempre absorbe tareas hasta que termina estresado o agotado.
Podríamos continuar describiendo distintas conductas estereotipadas pero, solo cuando cambiamos, modificamos los patrones de las mismas, logramos establecer grupos con un mismo objetivo. "Once en la cancha unidos parecieran ser cincuenta". Cuando se establece un objetivo en común, se respetan las diferencias y se genera un clima de amistad, ameno, amplio y motivador. Cuando ayudamos al otro a alcanzar sus objetivos, armamos el "show grupal". Pero para que haya un buen grupo, debe haber un buen líder. Siempre que un grupo triunfa es porque hubo un buen liderazgo. Todo logro es logro de equipo. Nadie llega a la cima solo, se llega en equipo. Es por ello que trabajar en equipo es una señal de inteligencia emocional.
Si tenés alguna inquietud, podés escribirme a Bernardoresponde@gmail.com