
Fentanilo: el rostro sintético de una tragedia global con impacto local
El fentanilo no cayó del cielo: nació en laboratorios farmacéuticos en la década de 1960 como un opioide sintético de altísima potencia -entre 50 y 100 veces más fuerte que la morfina- para tratar dolores extremos, sobre todo en oncología y cirugías mayores. En su uso médico controlado, es indispensable. En su versión ilícita, es un veneno que está diezmando poblaciones enteras.
Desde 2013, Estados Unidos vive una epidemia que no retrocede: las muertes por sobredosis de opioides sintéticos, principalmente fentanilo y sus análogos, pasaron de unos pocos miles anuales a superar las 70.000 por año en la última década, con picos de más de 105.000 muertes totales por sobredosis en 2023, según datos del National Center for Health Statistics(NCHS) y Centers for Disease Control and Prevention (CDC). La DEA advierte que el 70 % de las incautaciones de píldoras falsificadas contienen dosis letales de fentanilo.
Los organismos internacionales no son ajenos: la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc) alerta sobre la expansión global de los opioides sintéticos y el rol creciente de laboratorios clandestinos que utilizan precursores químicos accesibles. El National Institute on Drug Abuse (NIDA) subraya que unos pocos miligramos bastan para matar, y que el fentanilo ilícito se mezcla con cocaína, metanfetamina o heroína, multiplicando el riesgo de sobredosis inadvertida.
Hasta hace poco, Argentina parecía estar lejos de esa epidemia. Pero la irrupción del caso LBH Pharma lo cambió todo. Este laboratorio, autorizado para manejar fentanilo con fines médicos, quedó en el ojo de una investigación por presunto desvío y contrabando de fentanilo hacia el circuito ilícito. Hasta el cierre de esta columna, han fallecido 76 personas, y múltiples internaciones en Santa Fe, Buenos Aires, Córdoba y CABA, por el uso de fentanilo contaminado. El fentanilo, un potente opioide utilizado en cuidados intensivos, fue distribuido por HLB Pharma Group, cuyo producto contenía bacterias multirresistentes: Ralstonia pickettii y Klebsiella pneumoniae.
La causa principal está a cargo del Juzgado Criminal y Correccional Federal N° 3 de La Plata, bajo el juez Ernesto Kreplak, hermano del actual ministro de salud de la Provincia de Buenos Aires, bajo las órdenes del gobernador Kicillof.
Los principales hallazgos de la investigación, es que se descubrió un entramado societario complejo con al menos nueve firmas vinculadas a la producción y distribución del fentanilo. El principal sospechoso es Ariel García Furfaro, junto a familiares y socios como Jorge Salinas, quienes ya tenían antecedentes penales por contrabando de medicamentos ANMAT y fallas regulatorias, el laboratorio HLB Pharma fue sancionado múltiples veces por la Anmat por medicamentos contaminados, falsificaciones, fallas en trazabilidad en los mismos.
La dupla bajo sospecha, Ariel García Furfaro y Jorge Salinas, dos viejos conocidos del ambiente farmacéutico, socios en HLB Pharma Group y Laboratorios Ramallo, siempre ligados a problemas judiciales y espurios negocios.
García Furfaro, abogado recibido en prisión mientras cumplía condena por un intento de homicidio, construyó su imperio a base de compras de laboratorios en problemas y contratos con organismos públicos. No ocultó sus relaciones con sectores del kirchnerismo, incluso era un asiduo visitante del Instituto Patria, emblema del cristinismo y sus acólitos. Incluso integró parte de la comitiva oficial que viajó a negociar la vacuna Sputnik V y llegó a tener participación accionaria en un canal de noticias. Sus empresas acumulan denuncias por contaminación cruzada, falsificación y falta de controles, pero nunca antes habían enfrentado un golpe judicial tan contundente.
Jorge Salinas, por su parte, viene de la trastienda más oscura de la industria. Su paso por Laboratorio Apolo lo vinculó a causas de contrabando, irregularidades en exportaciones e incluso a la “Mafia de los Medicamentos” denunciada por Graciela Ocaña. La explosión del Apolo en Rosario no lo sacó del negocio: junto con Furfaro, recicló su actividad en nuevos emprendimientos, con igual o mayor capacidad de lobby.
Desde el Ministerio de Seguridad, se denunció el uso de una certificación municipal falsa para operar con precursores químicos, asimismo, la Municipalidad de Rosario y el Ministerio de Salud de la Nación se han presentado como querellantes.
Las implicancias políticas son profundas, el citado caso evidencia que las barreras legales y técnicas pueden romperse, y que la corrupción, la negligencia o la desidia, abren grietas que el narcotráfico busca infiltrarse.
En el plano judicial, este caso pondrá a prueba la capacidad del sistema penal argentino para investigar delitos complejos que combinan crimen organizado, colusión empresarial y posible corrupción administrativa.
La historia del fentanilo en el mundo es la de una droga que salió del laboratorio con bata blanca y entró al mercado negro con guantes de látex y cargamentos ocultos. Hoy la Argentina enfrenta la posibilidad real de convertirse en un nuevo eslabón de esa cadena. El caso LBH Pharma no es un hecho aislado: es un espejo donde podemos ver, a escala local, el reflejo de una crisis que ya devastó a Estados Unidos y que organismos internacionales advierten que se expande sin fronteras.
El dilema es claro: o se toman medidas urgentes -control estricto de laboratorios, trazabilidad de precursores, cooperación judicial internacional, y políticas de salud pública- o el fentanilo dejará de ser una amenaza lejana para convertirse en una tragedia nacional.
Diputado Nacional, Lic. en Seguridad Pública, exsecretario de Seguridad de la Nación





