Gardel y los aviones
Hace noventa años, un día como hoy Carlos Gardel estaba en gira por distintas ciudades del Caribe. Faltaban apenas doce días para que muriese en un accidente aéreo.
El día que perdimos a Gardel, de Graciela Almada y Rodolfo Zatti, es un libro que merecería ser reeditado por su notable investigación sobre esa tragedia, apuntalada por fotos y croquis de aquella luctuosa jornada para la música popular.
Lo más insólito de todo es que parece que Gardel murió como consecuencia de una obsesiva competencia que había entre dos líneas aéreas, Scadta y Saco. El cantante venía viajando en la primera, pero se pasó a la segunda para su viaje de Bogotá a Cali, con escala en Medellín, porque tenía mejor horario y alguna ventaja económica.
Lo que Gardel no sabía es que entre dos pilotos de una y otra compañía existía una gran rivalidad, al punto de que un avión de Scadta había realizado un vuelo de aproximación a otro de Saco de puro guapo.
Este, cuando llevaba a Gardel, quiso responderle de la misma manera, desviándose levemente en la pista para hacer un vuelo rasante sobre un avión de su odiada competencia que esperaba en pista para decolar. Calculó mal y la colisión fue inevitable.






