La Argentina contradictoria: la ley prohíbe la educación a distancia
En el 2015 nos propusimos un reto: atravesar América en familia. Recorrer un continente por tierra. Dedicar un año a ser viajeros en lugar de turistas de verano. Conocer lugares, conversar con gente, probar comidas; vivir experiencias profundas, al final de eso se trata la vida. Viajamos 6, mi marido y yo, y nuestros 4 hijos con edades que iban de los 2 a los 13 años. La odisea superó todas las expectativas. Aprendimos tanto y hoy seguimos descubriendo cómo ese viaje nos transformó.
Una de las primeras cosas que hicimos fue definir cómo íbamos a organizar la educación formal de nuestros hijos. Digo formal porque estaba claro lo mucho que iban a aprender por el solo hecho de hacer el viaje. Nuestra idea era que al año siguiente pudiesen seguir en sus colegios, con sus amigos y profesores. Teníamos que prever cómo hacer para "que no pierdan el año", una frase poco feliz que me la encontraba a diario cuando explicaba el proyecto que estábamos por concretar.
En nuestro país, la educación obligatoria solo se considera válida si se realiza en una escuela. La Ley de Educación Nacional 26.206 no permite la educación a distancia para menores de 18 años, salvo puntuales excepciones. Descubrimos que había un programa organizado por el Ministerio de Educación de la Nación para estudiantes que vivían fuera del país y querían cursar el programa curricular argentino para facilitar la reincorporación a la escuela ante un eventual regreso.
La entrevista que mantuve con la funcionaria responsable fue de las experiencias más frustrantes de mi vida. La señora me indicó que no podía inscribir a mis hijos porque ellos estarían itinerando. En cambio, el programa está dirigido a estudiantes que ya cursan el colegio en el extranjero. La señora insistía, con mucha determinación, que el Estado debía velar porque los chicos estén "escolarizados". Esa frase me dio escalofríos. ¿Qué significa?, le pregunté. ¿Que estén sentados mirando un pizarrón entre 4 paredes? De nada sirvió que subrayara que los primeros en buscar la mejor educación para nuestros hijos éramos sus padres, ni que le explicara con marcado entusiasmo la gran experiencia educativa que significaría viajar durante un año por distintas geografías, viviendo en casas de familias de todo el continente, conociendo otras culturas, otros acentos e idiomas. La funcionaria no podía salir del libreto: "Al menos 3 meses me decía, no importa las notas que obtengan, necesitamos el certificado de una escuela para poder inscribirlos". No hubo caso.
Paradójicamente, el Ejército Argentino, quién históricamente tuvo que resolver la educación de los hijos de los militares que debían viajar por el país o por el mundo, también coordina un programa de educación a distancia, y paradójicamente, una institución que parece rígida y hasta anticuada tiene un programa de calidad que hoy abre a la comunidad, certificado por el mismo ministerio, que nos permitió que nuestra hija mayor curse primer año de secundaria a distancia a lo largo de nuestra odisea. Sin requisitos estrafalarios salvo (y nada más y nada menos) el compromiso de los padres y la responsabilidad de los estudiantes.
En tiempos de pandemia, la suspensión de clases ha alterado de forma profunda la vida escolar y familiar. De un modo intempestivo y con gran esfuerzo, docentes, familias y estudiantes se enfrentan al desafío de aprender 100% desde casa por primera vez. Los docentes están trabajando contrarreloj para adaptarse a este nuevo contexto con herramientas limitadas y escasa experiencia en educación online. La situación es aún más grave en las comunidades más vulnerables de nuestro país.
Me preguntocuál sería la situación hoy de haber tenido programas de educación a distancia públicos y privados avalados y promovidos por la ley; si hubiésemos instrumentado las condiciones que permiten fortalecer una educación a distancia de calidad que impulse el desarrollo y capacitación en el uso de las herramientas pedagógicas del mundo digital.
En estos días, leo con mucha alegría que hay un proyecto de ley presentado por el diputado de la Nación por San Luis José Riccardo para reformar la Ley de Educación 26.206, que plantea dejar expresamente habilitada la educación a distancia, para todas las edades, en todos los niveles y modalidades del Sistema Educativo Nacional. El proyecto no busca reemplazar la educación presencial, sino que la educación a distancia sea legalmente aceptada y cuyo desarrollo pueda complementar, además, el modelo actual.
Hay muchas maneras eficaces de enseñar y aprender. Yo no pude convencer a aquella funcionaria, espero que esta pandemia pueda lograrlo.
Directora de Junior Achievement Argentina