
¿La Argentina sin peronistas? Javi lo está haciendo
Pasan tantas cosas, acá y en todos lados, que la piel se nos pone dura y cuando pasa algo fuera de lo común, ni nos enteramos. Nos distrae Trump cazando lanchas en Venezuela, o alistando fuerzas para cazar al lanchón mayor: Maduro; o llegando a un acuerdo con el enemigo, Putin, para que le gane la guerra al amigo, Zelensky. Nos distrae Kichi, que, necesitado in extremis de endeudarse por 3700 millones de dólares, cedió tantos fondos y cargos que no sé si le va a resultar más gravosa la deuda o la repartija. Quiero decir: noticias así de estridentes nos desenfocan. Acaba de producirse un acontecimiento que cambia el curso de la historia y me temo que ocho o nueve de cada diez argentinos duermen. Ahora voy a decir de qué acontecimiento hablo y se sucederán reacciones guturales: ¡oh!, ¡uh!, ¡ehhh! Sin más preámbulo, acá va el movimiento no detectado por los sensores sísmicos: el peronismo ya no es más la primera minoría en Diputados. Repito, por si siguen consumiendo noticias chatarra y no las que nutren cabeza y corazón: el PJ y su malformación genética, el kirchnerismo, perdieron la plataforma desde la cual perpetraban sus fechorías, tanto cuando eran gobierno como cuando pasaban a operar en comandos destituyentes de acción directa. Es probable que Unión por la Plata (UP) pronto pierda también el control del Senado, otra señal de que a Cristina se le está haciendo difícil poner orden aun revestida de la autoridad moral de su tobillera. ¿Quién lo hizo? ¿A quién le debemos este proceso de regeneración política? Honor y gloria a Javi, por los siglos de los siglos.
Acaso ahora podamos ilusionarnos: son tiempos de derrota, escarnio y cárcel para el gran movimiento nacional y popular, de cuyas entrañas surgieron, solo en tiempos recientes, prohombres como Néstor, Massita, Alberto, Boudou, Aníbal, Moreno, Insfrán, Moyano (friends and family), Insaurralde…; y promujeres como Cris, Magario, Felisa Miceli, Tolosa Paz, Mayra Mendoza, Cecilia Moreau, Malena Galmarini… A ver: el problema no es esa gente, sino el etiquetado. Massita y Boudou apuntaban para la academia o el mundo de las ONG, incluso una vocación monástica, hasta que, con las mejores intenciones, ficharon en el PJ; los perdimos. Néstor quería ser hotelero y ¡pum!, militancia, unidad básica, un cargo, después otro…; se lo tragó el sistema. A Insaurralde de adolescente le tiraba la Escuela Naval, el destino metió la pata, la pata peronista, combatió el capital y tuvieron que pasar décadas para que pudiera subirse a un barco. Cris siempre supo que, como Evita, estaba condenada al éxito; nunca se imaginó condenada.
¿Sorprendidos por la pérdida de hegemonía pirucha en el Congreso, que ahora pasó a los libertarios? Si hay sorprendidos, correrán la suerte de los tibios: Dios se librará penosamente de ellos. Porque lo que vimos esta semana fue anticipado por Martín Rodríguez Yebra el domingo, cuando escribió que Milei se propone “desmantelar la Argentina peronista”. ¡El León ya lo está haciendo! No sé si cabe hablar de postrimerías –el peronismo es una patología crónica–, pero ganas no me faltan. Martín dijo algo más: como corresponde, Javi puso el desmantelamiento en manos de peronistas. El dispositivo perfecto, consagrado por el General: para un peronista no hay nada peor que otro peronista (Kichi, cosita mía, años y años tratando de parecerlo y le hacen bullying; los peronistas). Células malignas que la emprenden contra células del mismo tejido. Ahí están Santilli, los Menem, Sebastián Pareja. Ellos saben dónde apretar; conocen el mercado. De surgir dudas, consultan a uno de su misma raza, un dirigente de matriz populista, autoritaria, pragmática y ligera ante los escrúpulos: el Pelu. Cuando decidió meterse en política, trabajó para la candidatura presidencial de Scioli. Un día le pregunté por esa llamativa opción, habiendo tantos candidatos con mayor parentesco ideológico y menos cuestionamientos éticos. Pensé que me iba a decir: “Serás lo que debas ser… o serás peronista”. No. Agarró el celular, abrió la app de Waze y me dijo: “Tomé la autopista del poder”. ¡Qué conductor!
Al Presi lo acusan de haber llegado al gobierno sin un plan y sin equipo. ¿No es suficiente plan sacarnos de encima a los kakis? Planazo. ¿Hay algo más necesario, urgente y encomiable que eso? Cero déficit fiscal, cero peronismo: la fórmula de la felicidad perpetua. ¿Pejotistas arrepentidos no conforman un dream team? Dani Scioli no se arrepiente de nada, pero Javi lo indulta por el entusiasmo con que gestiona un programa clave de su área: el Manejo Nacional del Carpincho. Incluso lo alienta, porque, puesto en cruel, también es el mejor de todos: “No le aflojes, eh. Te quiero ver en Nordelta como escudero de esos nobles roedores”.
Así, paso a paso, el León promete hacernos olvidar de bolsos, Rosaditas, secretarios privados, contadores, jardineros, bancarios, conventos de monjas, escalas en Seychelles. Paso a paso, el Pelu va ganando por afano.
Por afano: otra vez la matriz peronista.





