La Argentina y el campo: quo vadis?
Cuando los profesores de nuestro centro de estudios presentan en foros internacionales resultados de proyectos de investigación vinculados a los agronegocios de la Argentina, la reacción de colegas de otros países es “mixta”. Por un lado, expresan admiración por desarrollos y proyectos innovadores que cubren áreas que van desde la biotecnología, pasando por maquinaria agrícola, la industrialización de alimentos, la producción agropecuaria y productos conexos como combustible y fibras, hasta los desarrollos agtech y, particularmente, el conocimiento aplicado para llegar a poner en marcha cada uno de estos proyectos.
Por otro lado, los colegas extranjeros expresan frustración. Y dos preguntas se instalan recurrentemente: ¿por qué la Argentina no logra multiplicar estos casos virtuosos en cada una de las correspondientes cadenas de valor? ¿Por qué la Argentina no genera el necesario ambiente y las condiciones para que los agronegocios puedan, además, convertirse en uno de los motores de desarrollo del país?
Existe un consenso en los resultados de investigación aplicada que estudia estrategia y agronegocios, cuando se concluye que alcanza con los dedos de las dos manos para enumerar los países del mundo que pueden proveer una canasta completa y saludable de alimentos con sus productos y servicios vinculados, en forma sostenida en el tiempo y sustentable, a su propia población y a la población de terceros países, y hacerlo todo en forma competitiva: Australia, Nueva Zelanda, Canadá, Estados Unidos, los países del Mercosur y no muchos países más, cubren las variables claves de análisis que se utilizan cuando se escanean los países: capacidad de generación de biomasa, capacidad industrial para el procesamiento de esa biomasa, capacidad humana (talento, conocimiento, emprendedurismo) para poner en marcha proyectos significativos vinculados a las preguntas.
Salvo destacadísimas excepciones, en los últimos 30 años, las cadenas de valor agro de la Argentina han tenido una performance inferior a los países mencionados. Pero, si nuestro país entra en el grupo selecto de países con variables claves de capacidades, ¿por qué sucede esto? Cuando se analizan proyectos de futuros agronegocios en el país, se llega a algunas conclusiones: en la Argentina se está trabajando en los que serán los negocios futuros del agro en el mundo. Los nuevos proyectos de negocios cubren áreas como innovación tecnológica, digitalización, proteínas alternativas, internacionalización en terceros países, convergencia industrial “aguas arriba” y “aguas abajo”, producciones de alto valor intrínseco y otras áreas. Una segunda conclusión es que la Argentina cuenta con las tres variables claves para llevar adelante estos negocios. Tercera: la Argentina no cuenta con las condiciones o el ambiente necesarios para que estos proyectos prosperen y sean de impacto en cantidad y calidad para generar desarrollo. Cuarta y última: existe una alta probabilidad de que muchos de los proyectos sean demorados, o nunca se lancen, como consecuencia de la tercera conclusión, que impacta en su sustentabilidad y que hace al retorno económico y financiero de dichos proyectos.
Estos días, las distintas fuerzas políticas del país diseñan sus planes futuros y conforman sus equipos con vistas a las próximas elecciones nacionales. Y es inevitable el planteo de nuevas preguntas: ¿hacia dónde iremos?, ¿cuáles serán las propuestas que apunten a que el desarrollo de la Argentina deje de ser una eterna promesa para empezar a transformarse en una realidad? Los proyectos del agro argentino esperan, ansiosamente, una respuesta, así como la esperan toda la población nacional y la comunidad de negocios del mundo.
Consultor y director ejecutivo del MBA en Agronegocios de la Universidad Austral
Tipo de trabajo:
opinión
