La inteligencia de decir y no decirlo todo
"Yo siento que este libro es una autobiografía; velada, pero autobiografía al fin", dice Santiago Kovadloff abrigado por la enorme biblioteca de su estudio en el departamento de Barrio Norte donde vive con su mujer, la psicoanalista Patricia Leyack, madre de sus tres hijos, y la lectora inteligente y atenta que lo ayudó a encontrar el rumbo definitivo del libro. Se le nota la emoción cuando habla de este último trabajo en el que recupera y, a la vez, pone en discusión el pensamiento de sus maestros. Pero si habla de una autobiografía es porque la reflexión sobre el judaísmo para él fue, antes que aventura intelectual, un hecho cotidiano y familiar.
Con una presencia más intelectual por vía paterna y más espontánea por línea materna: "Mi madre no se preguntaba por el judaísmo, pero era ella quien encendía las velas todos los viernes". A su modo, este libro también es un homenaje a esas raíces.Kovadloff tiene una forma de hablar que parece casi tan erudita como su escritura. Un diccionario personal rico y profundo, y un fraseo envolvente en el que cada palabra tiene su propio y meditado peso. Sabe que habla de temas espinosos y sabe hacer del lenguaje su mejor herramienta para decir y también para no decirlo todo.
Un futuro posible, según Kovadloff
¿Cómo ve los próximos tiempos del escenario político en la Argentina?
A mí me parece que en la Argentina falta sensibilidad política, cultura política, en el sentido de aptitud negociadora para saber reconocer lo que hay de ineludible en la presencia del otro y de indispensable en las propias convicciones. Esa conjunción es un desafío para el que hoy no pareciera haber una respuesta; pareciera que todo descansa o en la intransigencia ética que no ingresa en la política o en un concepto espurio de la política que se vale del otro para aniquilarlo o someterlo. La salida de esto se puede dar como se da siempre la salida de situaciones de riesgo extremo.
El proceso reparatorio va a ser muy lento y con vaivenes, no unidireccional, habrá idas y venidas. Las tablas de la ley fueron creadas tras advertir la catástrofe que generó el asesinato del prójimo y el hecho de haber seducido a la mujer del prójimo. La ley surge para responder a la desmesura vigente. Los grandes movimientos ambientalistas surgen ante la evidencia de que la Tierra agoniza, y me parece a mí que, entre nosotros, la política va a aparecer no como consecuencia de los espléndidos principios que tenemos sino de la percepción de la catástrofe que hemos sembrado.