La vigencia del cine pochoclero, sin cine y sin popcorn
El descomunal éxito global de Netflix parece ser su propia debilidad. Sinónimo de streaming de cines y series, cuando este jueves su CEO Reed Hasting hizo públicos los resultados para la primera mitad del año (con fuerte suba en suscriptores y en ganancias, es una de las 15 que más creció en este 2020 tan complejo para los negocios) al parecer defraudó las enormes expectativas bursátiles: sus acciones bajaron un 8% el viernes.
También sucede algo similar en lo artístico. La empresa anunció la lista de las películas más vistas dentro de la plataforma: sin sorpresas, abundan la acción, los thrillers, las comedias convencionales y los actores consagrados. Lidera Misión de Rescate vista 100 millones de veces durante su primer mes disponible. Si bien la relación de los pochoclos con el cine liviano tiene casi un siglo (no antes del comienzo del cine sonoro, en 1927, coinciden los estudiosos) y llegó a representar buena parte de los ingresos de las exhibidoras, ahora asistimos a su efecto duradero fuera de las salas y sin las crujientes palomitas de maíz.
Curiosamente o no, en estos días se viralizó una añosa entrevista pre-pandemia a la excepcional directora Lucrecia Martel en la que definía, implacable: "Me sorprende que no se asocie el regreso a lo argumental como único recurso en lo audiovisual con un momento tan conservador en todos los países del mundo".