Liberar las patentes para recuperar la libertad
Desde el comienzo de la pandemia del Covid-19 se fueron desnudando muchísimas falencias del mundo tal cual lo conocemos. La pandemia, podemos decir, puso (pone) en jaque el sistema como está planteado: desde la capacidad de los gobernantes de tomar decisiones, planificar, la confianza en la instituciones y las personas que las componen, así como la capacidad (o incapacidad) de los países, hasta el momento, de construir desde la solidaridad un escenario que nos permita como sociedad (en términos globales) impedir que el virus se siga propagando. La pandemia está demostrando cuánto dependemos unos de otros. Nuestros sistemas de salud están interconectados, igual que los sistemas alimentarios y las cadenas de suministro. Ningún país puede protegerse de la pandemia aislándose sino todo lo contrario, hay que vencer al Covid de manera global.
Yuval Noah Harari, filósofo contemporáneo y al que citan y leen a menudo los grandes líderes del mundo, fue de los primeros que habló de la necesidad de encontrar una solución global a la pandemia: “Los estados tendrían que tenderse la mano en vez de dejar de lado a las víctimas. Deberían compartir información honesta y veraz y no pensar solo en su economía. Pero eso exigiría un elevado nivel de confianza internacional”.
Sin embargo, hasta febrero de este año, el 75% de las vacunas producidas habían ido a parar a solo 10 países, todos desarrollados (según datos de la BBC). Es decir, la mayor parte de lo producido se encuentra en manos de aquellos que más recursos tienen. Y como ya declaraba el Director General de la OMS, Tedros Hadhanom, “la distribución desigual de las vacunas no es sólo un ultraje moral, también es autodestructiva desde el punto de vista económico y epidemiológico”.
Hubo algunos avances, es cierto. Por estos días hemos escuchado hablar del fondo Covax. Es una iniciativa que se creó con el objetivo de garantizar el acceso mundial a las vacunas, lo firmaron más de 170 naciones, entre ellas la Argentina, que ya recibió en una primera tanda 218 mil y luego 864 mil dosis. Ahora bien, evidentemente con Covax no alcanza: se han distribuido muchas vacunas menos de las esperadas entre los países de menores recursos.
América Latina, con 660 millones de habitantes, representa el 8% de la población mundial y registra casi un tercio de los 3,2 millones de muertos por covid-19 en todo el mundo. La Argentina ronda el 14% de su población parcialmente inmunizada (una dosis) y el 1,89% de la población totalmente inmunizada (dos dosis), según datos actualizados al 26 de abril.
A raíz de la distribución desigual de las vacunas, surgió ya en septiembre la presentación ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) de India y Sudáfrica solicitando la suspensión temporal de las patentes de las vacunas contra el Covid-19, por el grado de excepcionalidad que genera la pandemia y su impacto en las muertes que está arrojando, en el colapso de los sistemas de salud y en la economía global, y entendiendo que todo esto se agrava en los países más pobres, que son aquellos con menos posibilidades de acceder a la vacuna. Es decir, se necesitan medidas extraordinarias en situaciones extraordinarias.
Esta iniciativa fue ganando cada vez más adhesiones: cientos de países, organizaciones, personalidades. En las últimas horas quizás se dio el paso más importante logrando el respaldo del gobierno de los Estados Unidos a la suspensión temporal de las patentes, lo que implicaría que los países no apliquen los derechos de propiedad intelectual hasta el momento en que se termine la pandemia. Y a raíz del posicionamiento histórico estadounidense, la Unión Europea también se manifestó en favor de debatir al respecto (la UE venía siendo uno de los principales opositores).
Sin dudas, la suspensión temporal de las patentes aceleraría la producción y distribución de las vacunas. Aunque haya especialistas que pongan en duda la eficacia de la medida, argumentando que el problema está en los cuellos de botella de la producción, es indudable su potencia para ejercer presión en la discusión global por mayor producción. La propuesta por la suspensión momentánea de los derechos de patentes de las vacunas, junto con las demandas por incumplimiento de contratos por parte de las grandes economías hacia los laboratorios, está logrando un mayor esfuerzo en internacionalizar las cadenas productivas para aumentar la capacidad.
El 22 de abril pasado, junto a un grupo de legisladores de la UCR, haciéndonos eco de un movimiento global, porque la salida solo podrá ser global, presentamos una iniciativa en la Cámara de Diputados de la Nación para instar a la comunidad internacional a declarar como bien público global la vacuna contra el Covid-19 y promover la liberalización temporal de los derechos de propiedad intelectual. cada acción o paso que se pueda dar para ampliar las posibilidades de acceder a las vacunas es sin dudas, importante. Apelar a la solidaridad internacional y buscar soluciones extraordinarias ante situaciones extraordinarias, como mencioné más arriba, es la clave en este momento.
Con esta posición no eximimos de responsabilidades a las gestiones de crisis de los gobiernos. En el caso de la Argentina, la pésima gestión trae resultados lamentables. En situaciones de excepción, cuando se suspenden los derechos de patentes para hacer frente a una catástrofe universal o cuando las situaciones de emergencia deben asignarle al Estado un rol activo en sus compras, su gestión y su elegibilidad, la transparencia y la integridad son los únicos dos pilares que pueden sostener el contrato social. ¿Qué sentido tendría producir vacunas en nuestro país sino tenemos confianza en el proceso para asignarlas? No sólo no se puede repetir el “vacunatorio vip”, tampoco puede pasar que el día con más muertes desde el comienzo de la pandemia, el Presidente y las principales figuras del gobierno participen de un acto multitudinario, incumpliendo las normas que ellos mismos dictaron.
El gobierno argentino debe estar a la altura de la confianza que le asigna la ciudadanía para tomar medidas y gestionar la crisis. Debe ejercer sus funciones con idoneidad, transparencia y con la sensibilidad acorde a los enormes esfuerzos que realizamos todos los argentinos. La solución es global ante un problema global pero también requiere esfuerzos de cada país. Sin dudas, muchos aprendizajes de esta pandemia y ojalá, aprendamos lo suficiente para las futuras.
Diputada Nacional UCR