
Mirada crítica sobre la educación
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DIAS atrás se informó acerca de la presencia en nuestra ciudad de dos funcionarios del Ministerio de Educación de Francia invitados por la Secretaría de Educación de esta Capital. Según las declaraciones del titular de este organismo, el propósito de la visita de esos especialistas ha sido poner la enseñanza de la jurisdicción porteña bajo "el ojo crítico del exterior".
Los visitantes formularon juicios de interés referentes a la administración escolar, a las metodologías de enseñanza, incidentalmente a ciertos contenidos curriculares, a la carga horaria de los docentes y a sus salarios. Todo esto en una rápida confrontación con los aspectos correspondientes de la educación en Francia. Sin duda es acertada la búsqueda de críticas fundadas de expertos extranjeros, tanto por la novedad de sus aportes como por el grado de objetividad con que pueden analizar los problemas de la educación argentina.
Hay aspectos objetivos y cuantitativos en las apreciaciones de los funcionarios franceses, reveladoras de un desnivel de situación que testimonia el estado deficiente de nuestra enseñanza. Uno de esos aspectos es la pobreza salarial, que obliga a quienes ejercen la docencia a asumir una excesiva cantidad de horas de actividad escolar, lejos de toda posibilidad de cumplimiento eficaz. Este mal es conocido y tolerado por la administración, que lo permite para que un sector del personal pueda tener ingresos algo más satisfactorios.
Otra cuestión que se puso de manifiesto es la necesidad de un sistema de actualización y perfeccionamiento bien organizado, que exhiba un óptimo nivel de calidad y tenga su reconocimiento en la remuneración.
Entre otros juicios de los expertos, se hizo alusión positiva al modo en que se ejerce aquí la función directiva, a la cooperación de los padres, a la actitud "suelta" en el comportamiento de los alumnos.
En cuanto al capítulo didáctico, las palabras escuchadas refirmaron los valores de una escuela activa que ponga como centro al alumno y no al cumplimiento del programa, que promueva la participación en las clases, margine los aprendizajes "de memoria" y estimule -en cambio- la iniciativa para resolver problemas, con más interacción entre los pares y menos dirección del docente. A juicio de los visitantes, los contenidos curriculares establecidos suelen generar en nuestro alumnado, en muchos casos, una mayor lentitud para el progreso individual.
En suma, todo esto ha sido objeto de un interesante y provechoso análisis, aunque es sabido que en el campo didáctico no hay criterios únicos ni excluyentes. De un modo general se ha observado que el éxito de la enseñanza-aprendizaje es el fruto de un ejercicio flexible que combina arte, ciencia y, últimamente, también algo de ingeniería de sistemas y tecnología.



