Lomos de burro
La Calle de la Bota une la colectora Este del ramal Escobar de la Panamericana con el bulevar Deán Funes, en Benavídez, provincia de Buenos Aires. Se extiende por dos kilómetros. Tiene 16 lomos de burro, también conocidos como reductores de velocidad. Dieciséis. Los conté.
La avenida Italia -que pasa por Dique Luján y Benavídez y une la ruta 27 con el Bulevar de Todos los Santos- tiene tres kilómetros y diez lomos de burro. Reductores devastadores lo aguardan a uno antes, pero también después de las casillas de peaje de las autopistas.
Ya saben para qué se los usa. Para desalentar al mentecato que va a 90 donde dice 40. A los que corren picadas en la vía pública. Más un largo etcétera de conductas insensatas.
Comprendo su utilidad y se los usa en todo el mundo, con numerosas variables. Pero son asimismo muy polémicos. En una arteria recientemente asfaltada, en la misma zona, agregaron los inevitables lomos de burro. Esa noche, como todavía no estaban señalizados, me llevé un buen golpe. Podría haberse convertido en un accidente serio.
Reflexionaba el otro día: además de reducir la velocidad de los infractores, ¿también queremos ponerles obstáculos a las ambulancias, por ejemplo? Es pregunta.