La danza de las cosas
Minúscula, progresiva y como en grageas; con amagos y en cada rincón del mundo, la vida cotidiana intenta su paso. Así lo hace en Queens, en la castigada ciudad de Nueva York. Lo conocido resiste en una compra casual: el gesto prosaico del ananá bajo el brazo, la bolsa de plástico con el resto de las compras, la cartera incrustada como mejor se pueda sobre el hombro. El barbijo, apenas un destello celeste en la foto, recuerda el estado de excepción. La cadena de plástico lo confirma. Y hasta podemos adivinar la fila de personas que continúa y antecede, en adecuado distanciamiento, a la mujer que espera su turno para entrar al supermercado. En esta imagen asoma un ritmo propio, una prodigiosa simetría de colores y formas. La danza oculta de las cosas, una vez más, se alía con la mirada. Y resiste, tanto como la vida diaria, al agobiante devenir de la peste.
Edición fotográfica Dante Cosenza