
Pingüinos empetrolados
La frase "éste es un país de locos", sirve lo mismo para afirmar que el país ha sido bendecido por los dioses que para decir que sus habitantes no tienen cura. Y es esta segunda acepción la que tiene vigencia en estos días. Porque sólo a gente dominada por el desvarío le puede pasar que se regocije o, peor, que se tome a la chacota lo que está ocurriendo a partir del ya célebre "no" de Julio Cobos en el Senado.
Porque una cosa es que, aun aquellos que viven en un departamento y no tienen ni una maceta sobre la heladera, se alegren con los chacareros por la eliminación de la caprichosa resolución 125, y otra muy distinta que se maten de risa por las consecuencias que este sonoro fracaso tiene y puede llegar a tener.
Porque, es cierto, el copresidente se había puesto más insoportable que de costumbre, aturdía con sus gritos, irritaba con sus amenazas y confundía a propios y extraños, ya que actuaba como si hubiera reasumido la presidencia, confinando a su cónyuge a las tareas de representación simbólica, matizadas, acaso para que el público pudiera distinguir un acto de otro, por llamativos cambios de vestuario.
En consecuencia, bienvenido el sosegate y que el pingüino remede, siquiera por un tiempo, al avestruz, escondiendo la cabeza. Y que la Presidenta vuelva a ser vista ejerciendo efectivamente el cargo y no como si dedicara su tiempo a pintarse las uñas, a la manera de una dactilógrafa recomendada por algún diputado en una dependencia pública.
Sin embargo, no deberían perderse de vista las otras consecuencias de esta victoria popular. Porque, hay que ser claro: a siete meses de gobierno, aún se ignoran los quilates de la Presidenta para manejar el país, en lo que ha tenido mucho que ver la agobiante sobre exposición de su marido durante todo este tiempo.
Pero agréguese a ello que, si es que ahora se decide a tomar el timón, lo hará en condiciones mucho peores que las que tenía al inicio. Con la imagen por el suelo, con la oposición agrandada, con la propia tropa haciéndose migas en un estrepitoso sálvese quien pueda, con un vice que ya no es de confiar y con un gabinete en restauración. A lo que podría sumarse, salvo un oportuno divorcio, acaso seguido de casamiento (¿si Sarkozy pudo, por qué no Cristina?), que su desaforado consorte vuelva alocadamente a las pistas y termine de embarrar las cosas.
Dicho de otra manera, no puede pensarse, sin sufrir un estremecimiento, en atravesar los próximos tres años y pico con una presidenta convertida, casi desde el arranque, en un lame duck o, mejor, en un pingüino empetrolado, situación que aún puede empeorar si pierde las legislativas de 2009 y no puede imponer un candidato K en 2011. Lo que puede darse, por más que no le defeccionen ni los setentistas ni los piqueteros a sueldo y le sigan siendo fieles Moyano, D Elía y otros grandes.
"Maestro -dijo el reo de la cortada de San Ignacio-, con la oposición que tiene, la Presi puede dormir sin frazada. ¿O a usted le parece que hay alguno que le pueda hacer sombra?" Y como a su alrededor todos coincidieran con él, el reo se agarró la cabeza y exclamó: "¡Uy Dio, entonces estamos perdidos!"



