Reducir la población no es el camino
La Argentina está en un proceso que proclama la reconstrucción de situaciones que se perdieron y se está tratando de recuperarlas. Uno de los puntos más debatidos y menos pensados políticamente es la situación demográfica de nuestra estructura social.
En la Europa de posguerra de la Segunda Guerra Mundial, la democracia cristiana construyó las bases del proyecto de reconstrucción más exitoso de la historia de ese continente. Todos los países habían quedado devastados. La base de reconstrucción que sigue aún hoy vigente se llama welfare state o Estado de bienestar.
Este Estado cobra impuestos altos con relación al ingreso, pero presta servicios universales de calidad y con políticas activas vinculadas a la expansión de su población. Son muy fuertes los beneficios para familias que deciden tener hijos en Europa. Sin embargo, se da una paradoja que nos tendría que hacer pensar. Los países centrales tienen una conciencia activa en estos temas y proponen un control de natalidad violento para los países en desarrollo. Aborto, esterilizaciones, medicamentos como política pública de restricción de nacimientos.
Sin embargo, la administración de Trump está desactivando la política de control de natalidad mediante el aborto en los Estados Unidos y Europa tiene políticas de promoción agresivas de la natalidad. Los argentinos vivimos en el octavo país del mundo en territorio y somos 44 millones de habitantes; solo Rusia, Australia y algunos países más tienen menor densidad poblacional. No tener una política demográfica expansiva es un error que vamos a terminar pagando con decrecimiento económico.
Una construcción para el desarrollo requiere no solo una política educativa de calidad, sino una población de clase media creciente, la que soñaron Roca y Perón, los dos últimos proyectos nacionales con planes de desarrollo poblacional que tuvo nuestro país. Hemos escuchado decir con buen análisis a la Unión Industrial Argentina que nuestro país no puede competir en la economía global por volumen en los segmentos de manufactura que son mano de obra intensiva, que nuestro espacio de desarrollo se encuentra en los segmentos de alta calificación con salarios altos y alto valor agregado.
Proyectos de ley como el de interrupción del embarazo (aborto) no solo son moralmente incomprensibles, sino que a la vez son negativos para el desarrollo económico de nuestro país. Pero veamos que tener hijos no es seguro ni gratuito y no es libre. La población argentina hace muchos años que tiene un sistema de doble imposición real. Paga impuestos por salud, seguridad y educación, pero tiene que ir al sistema privado a contratarlas, ya que los servicios del Estado, en algunos casos, o no son eficientes o no son suficientes.
No tenemos asegurado el 100 por ciento de los argentinos los derechos e infraestructuras vitales básicas, pero la agenda legislativa está en los derechos de sexta generación. Hemos endeudado al Estado argentino durante muchos años para asegurar derechos de las embarazadas, de primer infancia, de infancia de riesgo, tenemos las leyes de amparo para los discapacitados, creemos en la educación, la salud y la seguridad públicas de calidad, que alguna vez llevaron a la argentina a ser la tercera economía del mundo. Hemos logrado deshacer eso...
Ciertamente el aspecto económico del debate sobre el aborto es secundario. Pero se deberían revisar los planes estratégicos y propiciar políticas demográficas acordes. La aprobación del proyecto que tiene media sanción en Diputados abre un tremendo limbo de situaciones jurídicas del gobierno federal con la provincia más importante del país, la provincia de Buenos Aires, que es la mitad de la economía del país. La Constitución provincial establece: "Todas las personas en la provincia gozan, entre otros, de los siguientes derechos: a la vida, desde la concepción hasta la muerte natural".
Este debate va en contra de una de las premisas primordiales del gobierno del presidente Macri. "Unir a los argentinos". El proyecto divide al país y desconoce la tradición histórica que la Argentina tuvo en estos temas a nivel internacional. No es importando recetas como vamos a poder generar las oportunidades de empleo, educación y desarrollo para nuestro país. Tampoco es gastando presupuesto de salud en reducir la población como vamos a sacar a la Argentina de la enorme situación de pobreza en la que hemos condenado a muchos compatriotas a sufrir.
El bien común es responsabilidad de todos los argentinos, los que nacimos y los que están por nacer.
Politólogo, exviceministro de Producción de la provincia de Buenos Aires



