Refugiados: momento de liderazgo argentino
En los primeros meses de gobierno, el presidente Mauricio Macri ha mostrado interés en ser parte activa de la comunidad internacional, y en que su gestión ocupe un rol preponderante en las cuestiones humanitarias de nuestro tiempo. Sea con el presidente estadounidense, Barack Obama, o con su par francés, François Hollande, o en su visita al papa Francisco en la Santa Sede, Macri ha indicado además que existe voluntad para que la Argentina haga su parte en la recepción de refugiados de la guerra en Siria.
Pues bien, en cuestión de horas, el gobierno de Macri tendrá su primera gran oportunidad de demostrar que sus palabras no son huecas. Solo basta que este 30 de marzo nuestra delegación, en la conferencia de la ONU sobre refugiados que se celebra en Ginebra, sea fiel a la tradicional y generosa política argentina de puertas abiertas, y activamente apoye una respuesta global coordinada y efectiva.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados tiene un plan claro para hacer frente a la crisis: ofrecer a los refugiados sirios la posibilidad de solicitar, en forma segura y ordenada, una cantidad de lugares de asilo y reasentamiento que ofrecen los países de todo el mundo. Esta es una solución razonable y humana, y las encuestas muestran que es abrumadoramente apoyada por la mayoría en todas partes del planeta. Mas de un millón doscientas mil personas se han unido al petitorio del movimiento cívico mundial Avaaz para que los gobiernos asuman una responsabilidad compartida para con los más vulnerables de nuestra generación.
La alternativa a este plan es más caos, más anarquía, más bebes, niños y familias enteras muriendo en botes volcados, y el acelerado aumento del nacionalismo xenófobo, empujado por demagogos oportunistas que suscitan temores y estigmatizan a familias enteras que escapan de la muerte y el horror.
La cumbre de hoy podría ser un primer proceso para dar una solución global al problema de los refugiados sirios
Millones de refugiados han encontrado su hogar en la Argentina a lo largo de nuestra historia. Y desde 2014 el país ha venido ofreciendo un generoso programa de visado humanitario, mostrando junto con Brasil un liderazgo regional en el abordaje de esta tragedia en Siria. Pero la crisis se está agudizando y la Argentina puede y debe mostrar más iniciativa. Solo así podremos persuadir a otros gobiernos clave a cumplir con su responsabilidad moral.
El papa Francisco, él mismo descendiente de inmigrantes, ha denunciado a lo largo de la pasada Semana Santa la poca caridad de muchas sociedades, y de sus gobernantes, que hoy le dan la espalda a cientos de miles de familias desesperadas que huyen de la guerra en Siria. Bergoglio ha llegado incluso a decir que ve la cruz de Cristo en los mares Mediterráneo y Egeo, "convertidos en un insaciable cementerio, imagen de nuestra conciencia insensible y anestesiada". Un vergonzoso cementerio azul que se cobra la vida de dos niños por día.
Pero el Papa va más allá y hace votos para que la conferencia de Ginebra "no deje de poner en el centro a la persona humana, con su dignidad, y desarrollar políticas capaces de asistir y proteger a las víctimas de conflictos y otras situaciones de emergencia".
Los grandes líderes convierten crisis en momentos transformadores. La propia ONU fue creada a partir de los horrores de la Segunda Guerra Mundial. Ahora el mundo se enfrenta a la mayor crisis de refugiados desde aquella guerra. Esta crisis podría o bien dividir el mundo, como nunca antes, a medida que construimos muros y vallas, y avivar las llamas del miedo y el odio, o bien nos podría unir como nunca antes, a medida que avanzamos juntos como un solo mundo, un solo pueblo, para compartir la responsabilidad de los refugiados, y la bienvenida a los demás seres humanos para traer su brillo a nuestros países.
Recibir refugiados no es una utopía romántica. Es una obligación. Y es posible: en el pasado la comunidad internacional ha actuado en consecuencia y pudo acoger a millones de refugiados de Vietnam y los Balcanes. Los primeros meses del 2016 nos encuentra con una cantidad de refugiados superior a la proyectada, y se estima que veremos muchísimas más muertes en los próximos meses. La ciudadanía mundial está pidiendo a gritos que detengamos esta tragedia. Alicia Carreño, argentina, y una de las decenas de miles de personas que están proyectando mensajes, lo dice claramente: "Demostremos que somos seres humanos ayudando a nuestros hermanos. Todos debemos ser ciudadanos del mundo, no debe haber discriminación de ningún tipo. Demostremos que la humanidad evoluciona, no lo contrario".
La cumbre de hoy podría ser un primer proceso para dar una solución global al problema de los refugiados sirios, y podría generar un modelo de cooperación internacional que podría aplicarse de manera más amplia a los refugiados de cualquier conflicto. Para la Argentina, volver a la palestra internacional implica tomar decisiones valientes, muchas veces alejadas de los flashes de las cámaras y las palabras grandilocuentes. El presidente Macri tiene hoy en sus manos la decisión crucial de cumplir con acciones y compromisos concretos sus promesas ante la comunidad internacional. No hacerlo será callarse y mirar para otro lado. Y la historia del mundo, y la argentina, nos ha enseñado las nefastas consecuencias de permanecer impasibles frente a las tragedias de nuestro tiempo.