Reseña. Materiales para un autorretrato, de Walter Benjamin
No es común que un autor se convierta en nombre obligado de los planes curriculares y, a la vez, en figura de culto. Podría decirse que eso pasó con Michel Foucault, pero fue más fácil, porque es un autor reciente. En este sentido, la tardía consagración de Walter Benjamin (1892-1940) representa un acertijo. Dos son los textos fundamentales que casi cualquier estudiante de ciencias sociales o humanidades podría citar: “La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica” y “Sobre el concepto de historia”. Su asociación con Baudelaire, cuya obra analizó, y su suicidio final en la frontera entre Francia y España escapando del nazismo, son datos biográficos que colaboran en dar un tinte contracultural y trágico a su imagen.
Pese a la centralidad de su nombre, sólo recientemente se ha comenzado a estudiarlo de manera sistemática. Materiales para un autorretrato contribuye a su comprensión a través de la ampliación del corpus, con la mirada puesta tanto en el estudiante como en los lectores entusiastas.
Se trata de una selección de sesenta textos breves, poco conocidos, que recorren distintas etapas de su vida, permitiendo observar el despliegue de su pensamiento, sus afinidades y rechazos, sus pasos en falso, sus diálogos con otros autores. El volumen constituye el “gabinete de curiosidades de un pensador cuya obra íntegra era en verdad un laboratorio de pruebas, de las que por lo general sólo se conocen las puntas del iceberg”, como resume el compilador, Marcelo G. Burello, en el prólogo.
Burello organizó los textos en cuatro secciones cronológicas. Tácitamente, estableció así una vinculación entre vida y obra, que queda subrayada por dos aportes finales: Cronología biográfica y Notas sobre los textos. El compilador se propone desmitificar a Benjamin a la vez que devolver complejidad a una obra que, a su parecer, sufrió simplificaciones y apropiaciones indebidas.
Anticipando su nomadismo, el texto más antiguo es una crónica de viaje de su adolescencia, “Viaje pentecostal desde Haubinda”, la localidad agreste donde sus padres lo enviaron a estudiar para fortalecer su salud.
Hay también poemas (en versión bilingüe) en todas las etapas. El más temprano, “El poeta”, evoca a Friedrich Schiller y es una larga estrofa con notas románticas. El soneto sería luego una forma recurrente, desde el primero, dedicado a su amigo, el poeta Friedrich Heinle, quien se suicidó junto a su novia al comienzo de la Primera Guerra. Estos versos tienen notas de Hölderlin y de Rainer Maria Rilke, con quien tuvo trato.
Los ensayos teóricos muestran un abanico de intereses. Algunos cercanos a la psicología, como “En el sentimiento de culpa sexual”, con ecos freudianos, aunque no lo había leído. Se destacan afiladas observaciones. En “La menospreciada virilidad de Hitler”, dice del Führer: “El pobre diablo quiere que lo tomen en serio y de inmediato tiene que valerse del infierno entero”.
Su experimentación con las drogas también queda registrada. Tras consumir hachís, escribe: “La sensación de entender mucho mejor a Poe ahora. Los portales a un mundo de lo grotesco parecen abrirse. Sólo que yo no quería ingresar”. También probó mescalina, bajo supervisión del neurólogo Friedrich Fränkel.
Un curriculum vitae narrado de 1928, preparado para pedir una beca de la Universidad de Jerusalén, organiza sus trabajos de la época y ofrece una mirada hacia afuera. Los párrafos fragmentarios de “Materiales para un autorretrato” lo muestran desde dentro: “Resolución del enigma de por qué no reconozco a nadie y confundo a la gente. Porque no quiero ser reconocido, y yo mismo quiero ser confundido con otro”.
Hay también cartas, ensayísticas y personales. Entre las primeras, una dirigida a Hugo von Hofmannsthal contiene valiosas reflexiones sobre su traducción de Las flores del mal. Entre las segundas, destaca su nota de suicidio a Henny Gurland, quizás dirigida a Adorno, que lo esperaba en Estados Unidos: “En una situación sin salida, no tengo otra alternativa que poner fin”. En síntesis, un encuentro con el pensador pero también con el hombre, en una edición cuidadosa y sugestiva
MATERIALES PARA UN AUTORRETRATO. Walter Benjamin, FCE. Trad.: Marcelo G. Burello. 218 páginas. $ 242