
Sin lugar para Tolstoi en Rusia
A cien años de la muerte del genial escritor, su legado intelectual sigue despertando, en su país, polémicas y enfrentamientos. Lo defienden los intelectuales, lo condena la iglesia y el gobierno prefiere ignorar el tema para no ganarse problemasEllen Barry y Sophia KishkovskytNYT
1 minuto de lectura'
Moscú
Hace un par de meses, uno de los mayores estadistas de Rusia emprendió una misión paradójica: rehabilitar a Tolstoi, una de las figuras más queridas de la historia nacional.
Tal vez podría parecer un gesto innecesario un siglo después de la muerte del escritor. Pero el año pasado los rusos se enfrentaron en torno a la figura de Tolstoi, casi como cuando estaba vivo. Los intelectuales acusaron a la Iglesia Ortodoxa Rusa de mantener a un héroe nacional en la lista negra. La iglesia acusa a Tolstoi de haber ayudado a que ascendieran los bolcheviques. El melodrama de los últimos días del escritor, cuando huyó de la casa familiar para hacer vida ascética, se revivió con todos sus detalles jugosos, como un "reality" antiguo.
Pero, en un país que no pierde ninguna ocasión para una celebración pública, el aniversario de la muerte del autor de Guerra y paz , el 20 de noviembre de 1910, no fue conmemorado con galas ruidosas ni películas taquilleras financiadas por el gobierno. Oficialmente apenas si se hizo referencia al hecho.
Teniendo esto en mente, el ex primer ministro Stergei V. Stepashin se decidió a escribirle al líder de la Iglesia Ortodoxa Rusa, convertido hoy en árbitro de la política y la cultura. En un lenguaje cuidadosamente diplomático, que tiene en cuenta "lo particularmente sensible" de "esta cuestión delicada", Stepashin pidió perdón en nombre de Tolstoi, que fue excomulgado hace 110 años.
El impulso para hacer ese pedido le surgió después de una visita solitaria al montículo de tierra sin identificación donde Tolstoi está enterrado. Stepashin describió la visita –que hizo cuando era director del Servicio Federal de Seguridad, continuador de la KGB– como una experiencia emocional que nunca pudo borrar de su mente.
"Uno mira la casa donde vivió y trabajó, donde creó sus obras, y después llega a un lugar donde no hay nada más que esta pequeña colina", dijo Stepashin, que tiene estrechos vínculos con la iglesia. "Es algo que deja absorto, en un plano humano y moral. Y entonces decidí escribir esa carta."
La ambivalencia respecto de Tolstoi es una novedad en Rusia.
En la era soviética fue ubicado en la cima del panteón literario, en gran medida por la filosofía radical que predicaba en medio de los primeros anticipos de la Revolución de Octubre. La publicación de Guerra y Paz y Anna Karenina hicieron tan famoso a Tolstoi que un contemporáneo lo describió como el segundo zar de Rusia. Usó su encumbramiento para denostar a la iglesia, tanto como a la policía, al ejército, al consumo de carne, a la propiedad privada y a toda forma de violencia.
Sin homenajes
Lenin amaba el "odio condensado" de Tolstoi. Lo bautizó "el espejo de la Revolución Rusa", ignorando su pacifismo y su fe en Dios. Al aproximarse el 50 aniversario de su muerte, el Comité Central del Partido Comunista comenzó los preparativos con dos años de anticipación para que hubiera un monumento listo para su inauguración.
Para el centenario, en una Rusia que desconfía del pensamiento utópico, no hubo nada por el estilo. En cambio, Chéjov recibió tributos oficiales esplendorosos en 2010 en el 150 aniversario de su nacimiento, incluyendo una visita a su lugar de nacimiento por parte del presidente Dmitri A. Medvedev.
Poco antes del aniversario se estrenó en Moscú una película biográfica sobre Tolstoi, La última estación , pero fue filmada en Alemania con actores británicos dirigidos por un estadounidense. El cineasta ruso Andrei S. Konchalovsky, uno de los productores del film, dijo que pidió apoyo a "todos los ministerios" del gobierno ruso. Finalmente, dijo, se vio obligado a invertir su propio dinero.
"Yo represento a Rusia", dijo, con sonrisa amarga, mientras promocionaba el film.
Nada de esto fue una sorpresa para Vladimir I. Tolstoi, tataranieto del escritor, que supervisa el museo en Yasnaya Polyana, la finca de Tolstoi.
El tataranieto, de 48 años, tiene el aspecto esbelto y ávido de un intelectual profesional, pero su apellido lo ha llevado a la política. Trabajó en una de las campañas presidenciales del primer ministro Vladimir V. Putin y le hace favores a funcionarios del área cuando necesitan "de la autoridad o el prestigio de Tolstoi", como él mismo lo explica.
Hace diez años le pidió a la iglesia que volviera a estudiar el dictamen de excomunión de su tatarabuelo. No recibió respuesta. Aunque no ha concluido sus esfuerzos –un visitante a Yasnaya Polyana recordó una mesa de banquete tendida en la huerta para agasajar al obispo local–, Tolstoi dijo que no es optimista.
Aparte de una recepción organizada por el ministro de cultura, el aniversario pasó con "Tolstoi siendo conscientemente ignorado" dijo.
"Todo poder trata de adaptar a la gente importante a sus necesidades", agregó. "Las actuales autoridades no lo adaptan, o no son lo suficientemente hábiles. Quizás se sienten tan confiados que no creen necesitar hacerlo".
Fue un alivio cuando Stepashin se sumó al esfuerzo. Los dos hombres se conocieron hace unos 15 años, cuando Stepashin, por entonces director del Servicio Federal de Seguridad, entregó al nieto una gran cantidad de cartas familiares sacadas de los archivos de inteligencia soviéticos. Stepashin, que recuerda haberse quedado sin dormir dos noches a los diez años para poder terminar la novela Resurrección , de Tolstoi, estuvo de acuerdo en que la sensación es que se le está prestando poca atención al escritor.
"Comprendí que era improbable que hubiera una decisión de reintegrarlo a la iglesia", dijo Stepashin, ahora presidente de La Unión del Libro Ruso. "Pero en cuanto a la actitud hacia él como persona, como persona que hizo mucho por la cultura rusa y el lenguaje ruso, contaba con eso, con que eso generara un cambio de actitud hacia él".
La carta de respuesta de la iglesia publicada en un diario controlado por el estado, Rossyskaya Gazeta , sugirió que no. Reconoció que Tolstoi produjo "obras hermosas e inolvidables", y dijo que los lectores ortodoxos rusos podían elevar plegarias individualmente por él en el aniversario de su muerte.
Pero la carta sostenía que Tolstoi era la "personalidad más trágica" en la historia de la literatura rusa, que el genial escritor "utilizó conscientemente su gran talento al servicio de la destrucción del orden espiritual y social tradicional de Rusia" y que no fue "por casualidad que el líder de los bolcheviques valorara de modo extremo los objetivos de la actividad de León Tolstoi". Por lo que no arderían velas por Tolstoi dentro de las iglesias ortodoxas ni habría lecturas conmemorativas, de acuerdo con la carta, firmada por el secretario del consejo cultural del Patriarca Kirill I, líder de la iglesia.
Stepashin dijo que esperaba esta respuesta y estaba contento de que la carta contuviera alguna alabanza.
Pero los intelectuales no ocultaron su asombro.
"Es como si en el siglo XX la iglesia no hubiese sobrevivido a una persecución que hace ver las críticas de Tolstoi como cháchara infantil", escribió el crítico literario Pavel V. Basinsky, cuyo libro más reciente analiza los días finales de Tolstoi. "Es como si nos encontráramos en la situación en la que estábamos al comienzo del siglo pasado."
Y, tal como sucedió en el siglo pasado, gran parte de los debates en torno al centenario de la muerte de Tolstoi parecían puro chisme. El libro de Basinsky es parte de una cantidad de obras nuevas que, al igual que el film La última estación , abordan la huida de Tolstoi de la finca familiar: el momento en que finalmente pareció optar por sus ideas radicales y dejó de lado las comodidades aristocráticas del hogar. Murió pocos días más tarde en una estación de tren, rodeado de una multitud de reporteros.
En el momento de la muerte de Tolstoi, los comentaristas rusos presentaron su decisión como un triunfo espiritual, pero las nuevas obras lo presentan como una tragedia familiar, dijo William Nickell, autor de La muerte de Tolstoi . Desde esta perspectiva, la esposa de Tolstoi es una figura simpática, sus seguidores son parásitos manipuladores y sus ideas, utópicas y sin salida.
© The New York Times
Traducción: Gabriel Zadunaisky






