Túnez y las mujeres
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LA NACION
Desde estas columnas hemos reiterado, nuestra preocupación por la notoria postergación social de la mujer en algunas de las naciones que pertenecen al mundo árabe. Por esa razón es que queremos ahora destacar y aplaudir la reciente decisión de Túnez con la que ese país acaba de convertirse en la única nación árabe del mundo que, abrazando la tolerancia y respetando la dignidad de la mujer, permite hoy a sus ciudadanas contraer libremente matrimonio con personas que no profesan el islamismo.
Recordemos que, a la caída del régimen dictatorial y corrupto de Zine el Abidine Ben Alí, Túnez tuvo, aunque sólo por un breve lapso, un gobierno islámico con expresiones fundamentalistas, que luego, en 2014, fue democráticamente reemplazado desde las urnas, iniciándose así un claro proceso de modernización de sus estructuras sociales.
Esa situación ha transformado a Túnez en un país que, en esa esencial materia, tiene una ponderable excepcionalidad dentro del particular universo árabe y musulmán: las distintas normas ya sancionadas que mejoran la condición social de la mujer son el ejemplo más claro de esa actitud.
No obstante, Túnez sigue lamentablemente manteniendo en la más completa impunidad a quienes, durante la dictadura, cometieron toda suerte de crímenes de lesa humanidad y violaron constantemente los derechos humanos y las libertades civiles y políticas de su población.
Esa asignatura sigue empantanada. Túnez debe aún respuestas a problemas de fondo. Es de esperar que este brillo particular inobjetable de reconocimiento a la mujer, en abierto contraste a la mayoría de sus pares, se extienda a otras áreas de los derechos humanos, tan postergados, cuando no no reconocidos.
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