
Urquiza y su parroquia
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Con una serie de actos celebra en estos días sus cien años la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen del barrio de Villa Urquiza.
Los historiadores de la ciudad suelen remarcar el rol histórico aglutinador que cumplieron las parroquias porteñas en el sentido de que fueron el punto de referencia en torno del cual se fueron formando los barrios.
Esa estrecha correlación entre la parroquia y la comunidad barrial resulta particularmente visible en el caso de Villa Urquiza un barrio de Buenos Aires "en el que la gente tiene todavía nombre y apellido" según el testimonio del padre Boris Gabriel Turel que se desempeña como párroco de la centenaria iglesia desde hace 19 años.
Tres lotes de tierra
Hacia 1991 lo que hoy se conoce como Villa Urquiza era un villorrio precario de casas bajas y calles polvorientas denominado las Catalinas. El 11 de junio de ese año el vecino don Francisco Seeber donó a la Iglesia Católica tres lotes de tierra para que se erigiera una capilla con la sola condición de que fuera colocada bajo la advocación de la Virgen del Carmen.
La tenacidad del fraile dominico Modesto Becco y el apoyo material del vecindario permitieron que la obra se concretara no sin dificultades y sobresaltos. El 5 de marzo de 1893 el arzobispo de Buenos Aires Federico León Arneiro bendijo la nueva capilla.
Tres años más tarde en 1896 otro arzobispo metropolitano Uladislao Castellano decretaba la creación canónica de la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen. De ese modo el villorrio se despegaba en lo eclesiástico del barrio vecino de Belgrano del que había dependido hasta ese momento y pasaba a tener su propia actividad apostólica y pastoral.
En 1903 se pusieron en marcha los planes para convertir la capilla en un templo de mayor prestancia arquitectónica. Se abrieron dos nuevas naves laterales y se construyó un pórtico con una losa en forma de alero cuatro columnas cilíndricas y un frontispicio triangular. Además creció la torre se modernizó el campanario y se colocó en lo alto un reloj donado por la Municipalidad. Con esas reformas impulsadas por el presbítero Manuel Segundo Ruano y concluidas en 1912 la iglesia pasó a tener la gallarda fachada que la ha hecho popular.
"Al lado de la gente"
"Trabajamos para mantener vivo el Evangelio huyendo de posibles soluciones facilistas" manifiesta el padre Turel. "Nos proponemos expresar la fe sin montar algo parecido a un show y sin apelar a exaltaciones emocionales que fanatizan hasta atentar contra la salud mental."
"No nos interesa ponernos en trance para escuchar mensajes divinos" agrega el párroco. "No hablamos de curas sanadores ni damos testimonios de curaciones milagrosas. Tratamos de vivir lo trascendente con total naturalidad. Y sobre todo queremos estar al lado de la gente romper la barrera del individualismo egoísta que ha terminado por meterse también en la religión como antes se metió en lo político y en lo social."
En la actualidad la zona de Villa Urquiza está poblada por más de diez parroquias muchas de ellas nacidas por iniciativa de la comunidad del Carmen. Pero el barrio como tal se sigue reconociendo a sí mismo en la torre el reloj y las columnas del viejo templo de la avenida Triunvirato esquina Cullen.
Una realidad viva
"Una parroquia no puede ser un museo: tiene que ser una realidad viva una especie de misión permanente" expresa el padre Turel.
Villa Urquiza -observa el párroco- es un barrio con identidad. En al atrio del Carmen suelen confluir jóvenes de todos los colegios de la zona incluidos los del Estado. "Es un lugar de diálogo y encuentro" afirma el padre Boris."En el barrio estamos metidos en todas las instituciones. Todo el mundo nos conoce: hasta los no creyentes miran al Carmen con simpatía como un lugar amigo."
La celebración del centenario de la parroquia culminará pasado mañana con un acto al que han sido invitados el jefe de gobierno electo de la ciudad Fernando de la Rúa y el intendente municipal Jorge Domínguez. Pero no se quiere una ceremonia solemne: se pretende marcar el aniversario con gestos que afirmen el sentido parroquial de la fiesta su dimensión barrial.
La preocupación por estar con el vecindario por acompañar a las persona y a las familias en sus tribulaciones es el eje de la acción que diseña y ejecuta la parroquia. Boris Turel lo sintetiza con un lema ya famoso creado por el obispo Enrique Angelelli: Con un oído atento al Evangelio y el otro atento a las necesidades de la gente.






