
Vonnegut y el futuro
Por Silvia Hopenhayn Para LA NACION
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Los artistas suelen padecer de muerte consagratoria. Les llega la muerte y súbitamente aumenta y se multiplica la resonancia de su obra. Los medios de prensa se encargan de resaltar cada uno de sus días pasados, de revisar minuciosamente sus hallazgos y obsesiones y de ubicarlos en la pasarela de la eternidad o -por falta de información o por falta de escrúpulos- también de dejarlos caer.
El reciente fallecimiento de Kurt Vonnegut, uno de los más ácidos, divertidos y visionarios escritores norteamericanos, desató una inmensa cadena de nota necrológicas y de homenajes de lo más diversos. Su obra recibió una cobertura de prensa inaudita, digna de algunas de las tramas sarcásticas contenidas en sus libros.
De pronto cobraron valor los libros que en su momento habían quedado a punto de ser quemados y Matadero cinco , su novela de 1969, punto de referencia para todos los opositores a la guerra de Vietnam, se convirtió en la gran hazaña del autor.
Lo cierto es que su partida puso en evidencia una pérdida mayor: la dificultad de seguir escribiendo para mofarse de todo, pero sin perder las esperanzas.
El espíritu crítico de Vonnegut se las ingenió para anticipar un futuro tan plausible como inhóspito. Y, sin embargo, de sus novelas siempre surgen personajes entrañables que, compasivamente, rescatan las migajas de bondad que subyacen escondidas en todo ser humano.
Pero como la muerte es cosa seria, una de sus mejores novelas, la más cómica y la de futurismo más verosímil, pasó inadvertida.
Se trata de Payasadas, que tienen un subtítulo tan angustiante como alentador: Nunca más solo . En nuestro país se publicó en 1977, y merecería una urgente reedición, porque su tono supera al de cualquier autor posmoderno de turno. La novela puede resultar imprescindible para comprender los desmanes del sistema en que vivimos.
Su carácter anticipatorio, aunque tenga mucho de sorna, resulta verosímil: los chinos se vuelven microscópicos y tienen una colonia en el planeta Marte, los Estados Unidos retornan a la Edad Media, arrasados por la violencia que ellos mismos generan, y la gente que tiene mucho dinero, huyendo de las ciudades devastadas, se va a vivir a Machu Picchu.
Por otra parte, los cambios climáticos alteran el organismo de las personas y, por lo tanto, los vínculos entre ellas, como en sucede los días en los que hay menos gravedad.
En este escenario se desarrolla una especie de falsa autobiografía, que el propio Vonnegut calificó de "poesía grotesca, circunstancial, como las películas de cine mudo, especialmente las de Laurel y Hardy".
Toda la estrategia geopolítica que se condensa en esta novela, los éxodos, las reclusiones, las sectas y las fraternidades revelan un mundo tan loco como posible. Ojalá que su ficción trascienda en tanto ficción y que la realidad corrija a tiempo lo que su obra profetiza.



