
Zelenski-Trump, una conversación difícil
Desde una perspectiva comunicacional, la reciente y lamentable conversación-que-no-fue entre ambos mandatarios muestra lo que se debe tener en cuenta al enfrentar una conversación difícil. ¿Con quién se va a hablar? ¿Cuál es su personalidad? ¿Conocemos sus puntos débiles y sus fortalezas? ¿En qué posición jerárquica está respecto de uno? ¿Cuál es el antecedente entre ambos interlocutores? ¿Dónde será el encuentro? ¿Quién estará presente? ¿Será privado o público? ¿Qué se necesita lograr?
No analizaré la respuesta destemplada, ofensiva y humillante de Trump, sino la conducta de Zelenski, el interesado en conversar. Da la impresión de que el presidente de Ucrania se presentó al encuentro sin haber respondido adecuadamente estas preguntas claves. Veamos. ¿Con quién va a hablar? Con el presidente de Estados Unidos. ¿Cuál es su personalidad? Está acostumbrado a dar órdenes, nunca a obedecer, el poder es su objetivo fundamental y exige tener todo el control. ¿Cuáles son sus puntos débiles y fortalezas? No tolera consejos ni críticas. Toda interacción es para él una lucha en la que debe prevalecer. Es impredecible y provocador, puede decir cualquier cosa con tal de sentirse dominante.
¿En qué posición jerárquica están? Ambos son presidentes, pero Trump lidera el país más poderoso del planeta. ¿Cuál es el antecedente entre ambos? El año anterior, Zelenski había expresado su apoyo a Kamala Harris en las elecciones de EE.UU. Trump lo llamó dictador. ¿Dónde será el encuentro? En el Salón Oval de la Casa Blanca, sede de la presidencia de EE.UU. ¿Quién estará presente? El presidente, el vicepresidente, asesores y periodistas. ¿Será privado o público? Será público y filmado y seguramente viralizado. ¿Qué necesita lograr? Apoyo económico y militar para sostener la lucha contra la invasión rusa, y ayuda para planificar una paz digna.
En ese contexto de enorme debilidad Zelenski cometió el error de pedir ayuda diciendo: “Para ustedes también es necesario… en tiempos de guerra todo el mundo tiene problemas incluso ustedes, no lo sienten ahora pero lo sentirán en el futuro”. ¡Pedía ayuda y desafiaba al norteamericano con un consejo! A Trump. ¿Cómo esperaba que alguien altanero, irascible, omnipotente y narcisista como él reaccionara? ¿Con un “gracias, querido amigo, no me había dado cuenta, menos mal que decís por qué me conviene ayudarte”? El vice salió presuroso en su defensa y recriminó al osado la falta de agradecimiento. Vimos que se encendía la furia en Trump cuando, abalanzado sobre Zelenski con el dedo enhiesto, le espetó: “No estás en posición de decirnos lo que debemos sentir… no tenés las cartas a tu favor”. Fue un enfrentamiento humillante entre lo que parecía un gallo de riña desafiante siendo embestido sin piedad por un toro bravucón y pendenciero que puso al atrevido “en su lugar”.
Si se hubiera planteado y respondido las preguntas del comienzo y tal vez haber empezado con un: “Gracias por recibirme y por lo que tu país hizo hasta ahora por nosotros para que frenemos esta invasión y que nos mantengamos a flote. Vengo ahora a pedir ayuda para terminar con esta guerra de la manera más digna posible …”, y si no lo hubiera interrumpido varias veces, quizás habría habido alguna oportunidad de que la conversación tuviera lugar. Pero, preso de su desesperación y acaso de una preparación insuficiente, fue a la guerra. Y la guerra sucedió. Trump lo subrayó cuando dijo más tarde que “Zelenski no parecía alguien que quería la paz”.
Toda conversación difícil requiere una exhaustiva preparación sin la cual se corre el riesgo de caer en un enfrentamiento hostil que impedirá conversar y tirará por la borda cualquier intento de acuerdo. Este es un buen ejemplo que nos puede ser útil para nuestras propias conversaciones difíciles.





