6 consejos para ser más flexible ante los cambios en el trabajo
Los cambios pueden ser mirados desde mil lugares. Desde la velocidad, los desafíos que implican para las sociedades, las tecnologías con la que vienen entrelazados, sus efectos a nivel de las organizaciones laborales y hasta del planeta.
En el mundo del trabajo, los cambios son infinitos y súper diversos. No es lo mismo tener una jefa nueva que empezar a trabajar por tu cuenta porque te despidieron. Que te saquen a toda la gente que tenías a cargo o que te pongan como líder de un gran proyecto. Que el cambio venga impuesto desde afuera o que lo hayas buscado desde adentro. Como sea, hay algo que es universal y se mantiene: al mismo tiempo que vas transitando momentos de cambio, vas transitando momentos emocionales. Estos son algunos de los más decisivos, y pistas para usarlos a tu favor. Porque, para darle un uso inteligente a la tremenda energía de las emociones, lo primero es traerlas a la conciencia.
1. PREPARATE PARA LO NUEVO
Las emociones que se van produciendo en los momentos de cambio no dibujan una línea recta prolijita que pasa de una etapa a otra en algún orden: cada una elige su propia aventura o hace lo que le sale. Pero la negación aparece en los inicios. Es como fundacional. Te quedás en el statu quo, en un supuesto equilibrio, de mejor malo conocido que bueno por conocer. Puede ser tentador refugiarte ahí, pero eventualmente vas a tener que soltar las cosas que hasta ahora te sirvieron (y te siguen sirviendo) para agarrar otras. Si no vas abandonando lo viejo, no tenés capacidad para lo nuevo.
Pongamos un ejemplo: todavía no sos líder en una compañía, pero te das cuenta de que estaría bueno tomar proyectos y coordinarlos para empezar a tener práctica. Así te metés en el consejo de administración de tu edificio para probar tu liderazgo. La mentalidad vieja protesta, pero esta es la actitud: invertir sobre vos misma para algo que va a suceder.
2. APRENDÉ A VER LA OPORTUNIDAD
En algún punto después del impacto del cambio levantás la cabeza y mirás el panorama. En un primer momento, es probable que te enfoques en la amenaza, lo negativo, la catástrofe, porque la incertidumbre es un gran caldo de cultivo para los fantasmas. Hasta en tu contexto inmediato vas a encontrar aliados que los alimenten.
Dos recursos para no contagiarte del contexto. Uno es abstraerte. Otro es desafiar el pensamiento, hacerte preguntas que te ayuden a romper esas generalizaciones o distorsiones. Cómo lo sabés, de dónde lo sacaste, quién lo dice, qué certeza tenés de que es así: preguntas que se respondan con datos o experiencias y que orienten tus miradas en otras direcciones. Acordate de que son oportunidades, y no cucos, lo que tenés que detectar.
3. UNITE PARA FORTALECERTE
Este es un trance de líderes de cualquier tipo. Cuando se presenta una situación de cambio en una compañía, lo primero que vas a hacer es observarte para identificar la brecha entre donde estás y donde necesitás estar para lo que se viene. Pero, por otro lado, tenés que estar pensando cómo hacés para que los que están alrededor tuyo también vayan hacia el cambio, todos juntos. Si no creás lazos, terminás remando en dulce de leche. Necesitás aliados involucrados en generar toda la potencia que se precise para encarar lo que se viene. Si te quedás sola, además, cualquiera que esté en el contexto haciendo de resistencia te va a significar tener que vencer otra fuerza más cuando ya el cambio mismo es duro.
Para generar ese equipo, tenés que comunicar y hacerlo adecuadamente, de forma que los demás sepan hacia dónde van, qué van a dejar atrás, y que también para ellos todo eso tenga sentido. Una y otra vez, insistiendo: los cambios ocurren en una línea de tiempo, y los timings y las emociones son distintos para cada uno. Puede ser que resulte difícil mantenerse alineados durante estos largos procesos, pero los vínculos entre las personas hacen bien por muchísimos motivos. Y también son indispensables para que el cambio, después de suceder, pueda sostenerse en el tiempo.
4. HACETE AMIGA DEL MIEDO
Hay momentos en que no sabés. Y como los cambios se suceden a la velocidad del rayo, todo el tiempo, vas atravesando muchos de esos momentos. El tema es qué vas a hacer frente a eso. Porque la incertidumbre, además de criar fantasmas, es una gran incubadora para la queja y la parálisis. Quedarte quieta es, siempre, tu peor opción. Tenés que saber que con miedo también es posible avanzar. De hecho, el miedo es súper útil y necesario. Pero no estamos hablando de ese miedo que te tiñe la mirada, te hace tirar la toalla y te bajonea. No. Hablamos del miedo que te alerta y te pone en movimiento, te muestra los riesgos y te inspira a la acción. Ese miedo es espectacular. Es el que te hace darte cuenta de que si tu empresa está por atravesar una fusión, va a haber dos personas que puedan tomar tu puesto –otra y vos–, y de que no querés quedarte sin trabajo, así que lo que tenés que hacer es volverte más visible y además ganar conocimientos que te van a ser útiles cuando dentro de tres meses esa fusión sea un hecho. Avanzar sin saber es una acción muy distinta de cuando, por ejemplo, te dan equis cargo nuevo. No. Acá te vas moviendo hacia adelante a tientas. Sin tener seguridades, a lo mejor ni un poco de claridad, y encima con algo de miedo, estás poniendo la rueda a girar otra vez. Sos valiente. Vas a estar bien.
5. RESETEATE
Hay personas a las que el cambio les encanta, el desafío las incentiva y les da pura adrenalina no saber a dónde van. Y están aquellas otras personas que tienen asociado el cambio con algo traumático. Esto tiene que ver con la historia personal, profesional, de toda la vida: el cambio va quedando pegado con distintas emociones según las cosas que te pasaron, y cuando viene un cambio nuevo no sos objetiva. Te volvés a poner en el mismo lugar.
Algo tremendamente importante ante las situaciones de cambio es registrar esa actitud que traés fijada desde antes. Y, otra vez, buscar la validación. Por ejemplo: vos decís que con los cambios se pierde muchísimo y entonces con este cambio también vas a perder un montón. ¿Qué te hace pensar concretamente que ahora va a ser así?
El mayor desafío ante el cambio es darte cuenta de esos surcos mentales, primero, para después poder empezar a cambiar la forma en que estás seteada. Porque lo que pasó siempre puede que no sea lo mismo que va a pasar hoy.
6. CONVIVÍ CON EL CAMBIO
Cuando empezás a lograr tu objetivo, el contexto te cambia de vuelta. Y te cambia de vuelta, y te cambia de vuelta. Lo que para vos es tu objetivo, además, lo tenés que ir articulando con lo que es el objetivo para el resto. Y cada cambio cambia todo. Entonces, hay un montón de desenlaces posibles y factores que van interviniendo (e interviniéndose), porque el cambio de uno produce cambio en los demás, y vos sos impactada por los cambios del contexto. Es como la ida y la vuelta. Y eso no para jamás, al menos por lo que hasta ahora sabemos.
Cada vez que lográs algo, tenés que celebrarlo. Y, por otro lado, tener cuidado con la sensación de "ya está, ya llegué", porque muchas veces hay cambios que, justamente por esta sensación, no se pueden sostener. Creemos que el cambio es haberlo logrado, pero, en realidad, es lograrlo y mantenerlo en el tiempo. Hacer de él algo transformador.
Por último, el cambio no es una situación puntual que suceda en un lugar cerradito, tranquilo y donde podés manejar todas las variables. Es una cuestión dinámica, impredecible, sistémica; y como además en el mundo de hoy los cambios son algo mucho más constante que antes, vas a estar todo el tiempo en movimiento. Resaltá las últimas ocho palabras con un marcador fosforescente. El triángulo equilátero, el mandala o el círculo se logran armar cuando entendés que no vas a estar fija en ningún lugar en ningún momento; que vas a estar todo el tiempo cambiando, mirando tu contexto y adaptándote, al mismo tiempo que otros están mirándote a vos y adaptándose a tus cambios. Y así. Es como un juego, y lo que produce, igual que cualquier buen juego, son emociones fuertes.
Los espacios de trabajo también cambian
Adaptabilidad. Es una de las cualidades que requieren los cambios laborales, y los espacios donde trabajamos empezaron a reflejarlo. Las nuevas oficinas corporativas tienen áreas descontracturadas y multifuncionales: livings para socializar, terrazas para tomar aire, pero también sillones y mesas bajas donde tirarse con la compu a trabajar, barras con café, yerba, té, aguas de fruta y cerveza, estaciones de impresión y papelería, salas de juegos, meditación y salas de reuniones con proyectores wireless.
Entre los independientes (o las empresas chicas), se impusieron con fuerza estos ámbitos compartidos, donde podés tener desde estaciones de trabajo independientes hasta salas comunitarias o para recibir clientes, con toda la tecnología, los servicios –cocinas muy equipadas, recepcionista, seguridad– y el diseño de una oficina de categoría. Obviamente, a costos mucho menores que un alquiler. Además, son el lugar ideal para generar sinergias, o el famoso coworking.
"Somos una plataforma para la gente que quiere cambiar su manera de trabajar y dejar de separar el trabajar y el vivir", nos dice Carlos Gareis, COO de WeWork en Latinoamérica.
Experta consultada: Lic. Andrea Churba. Directora de Business Therapy.
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