Cinco imperdibles en Silicon Valley

1- Mountain View: la historia de la computación

Mountain View queda entre Palo Alto y San José, en el fondo de la Bahía de San Francisco. Ahí se encuentra el Museo de la Historia de la Computación, un buen punto de partida para recorrer Silicon Valley y visitar sus lugares más emblemáticos, todos vinculados con empresas e ingenieros que construyeron nuestro mundo hiperconectado. Este museo explora cómo empezó y lo que significó la revolución informática. Está dirigido a todo tipo de público, aunque los científicos le sacarán más jugo. Allí se presenta la mayor colección de máquinas jamás reunidas para trazar la historia de la computación: y entre los supercalculadores de hace unas décadas y las mini laptops de hoy, hay espacio para evocar también el desarrollo del cálculo, de las redes virtuales y hasta de los videojuegos. La visita termina en la boutique del museo, un gran momento geek.

2- Los Altos: el garage de la Manzana

La casa de Crist Drive 2066 en Los Altos no se visita ni abre nunca al público. Sin embargo, no pasa un par de horas sin que haya gente que se baje de su auto para sacarse fotos delante del portón del garaje. A mediados de los años 70 la casona pertenecía a la familia de Steve Jobs y es donde el mito dice que fundó Apple con Steve Wozniak en 1976. En realidad Woz comentó que la mayor parte del primer computador de la manzana se hizo en su taller de Cupertino y aseguró que “no fabricamos nada allí, solo era un lugar donde nos sentíamos como en casa”. Lo cierto es que el mito ha resistido a estas declaraciones y hasta la ciudad de Los Altos oficialmente destaca el lugar como monumento histórico. Es una razón suficiente para cargar la dirección en los mapas del iPhone y hacer una visita a ese garaje convertido en el más famoso de Silicon Valley.

3- Mountain View: en bici por la sede de Google

El Googleplex es la sede del gigantesco motor de búsqueda (y algo más). Está en Mountain View, a minutos apenas del Museo de la Computación, aunque el complejo es sólo uno de los tantos que la firma tiene en esa misma localidad y en las vecinas Sunny Vale y Palo Alto (sin contar el resto del mundo). Se ingresa por Amphitheatre Parkway al 1600 y luego de dejar el auto en uno de las incontables plazas de estacionamiento se pueden recorrer las zonas autorizadas con algunas de las bicicletas puestas a disposición de los empleados y visitantes. Llevan los colores del logo de la empresa, un logo que figura en su debido lugar, sobre la fachada del edificio más céntrico. Justo adelante hay un “muñeco” Android.

4- Palo Alto: donde nació Silicon Valley

En todo el valle, el mito de los garajes es muy fuerte. Además de Apple se dice que Dell, Xerox y HP también fueron creados por jóvenes genios en sus casas familiares. De hecho se considera que Silicon Valley nació formalmente en el garaje de David y Lucille Packard en avenida Addison 367. Queda en Palo Alto, muy cerca del campus de la Universidad de Stanford y hoy se reconoce como monumento histórico nacional. La modesta construcción está al fondo del terreno de la propiedad, detrás de la casa. Fue allí donde Packard y su colega William Hewlett, ambos ingenieros en electrónica, crearon un oscilador de audio de alta precisión, el modelo 200 A, y fundaron su empresa.

5- Menlo Park: ¡me gusta!

Tanto David Kaplan con su libro de 1999 The Silicon Boys como Tom Wolfe con su nota “The Tinkerings of Robert Noyce”, publicada en Esquire en 1983, trazan los inicios de la industria de la computación en Estados Unidos y especialmente en California. El camino recorrido ya era fantástico en aquellos años. Y lo es infinitamente más en la actualidad. La empresa más emblemática actualmente es seguramente Facebook, cuya sede en Menlo Park (una localidad pegada a Palo Alto y Stanford) se ha convertido por supuesto en otro hito del recorrido por el valle. Justo en la entrada del predio, en Hacker Way 1, hay un enorme cartel con el símbolo universalmente conocido de la red social: “me gusta”. ¡Foto! Para subir en seguida a su perfil y esperar muchos likes de parte de los amigos.

Por Pierre Dumas

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