
Cuando el destino no te une más
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Lucas volvió a aparecer a los tres meses con algún tonto pretexto. Nos encontramos en otro bar palermitano, me contó lo bien que estaba, la luz que irradiaba y todas esas giladas. Obviamente terminamos yendo a un telo y haciendo de vuelta lo mismo. No entendía bien el sentido, todavía lo lloraba y me preguntaba si no hubiese sido más lógico seguir a pesar de que él no quisiera involucrarse.
Después vino mi viaje a México y el suyo a Chile. Mi historia con Ulises hizo que Lucas desapareciera por un rato, pero en realidad, la herida todavía estaba intacta.
Pasaron los meses y los rulos cada tanto aparecían en algún mail, o chat. Ninguno de los dos se terminaba de despegar... había como un lazo invisible que nos encontraba en una parada de subte o en una noche de jazz.
En estos tres años nos vimos tres veces planeadas y dos de casualidad. El primer encuentro fue en enero de 2011, me invitó a cenar, comimos y cogimos, nada más. Me llamó varias veces para vernos, pero estaba rara, y tenía miedo. Me alejé.
En octubre de 2011 lo vi en un subte... yo estaba caminando y me llegó un mensaje. "Buenas calzas", decía. Me sabía su número de memoria, de tantas veces de haberlo borrado. Esa noche fuimos a tomar algo y después a su casa nueva, los dos quebramos. Era todo tan patético.
A pesar de haber chateado e intentado vernos, no lo lográbamos, no estábamos sincronizados. Pasó gran parte del 2012... y él empezó a insistir. Mensajes por celular, por Facebook, por mail... Yo estaba en otra, había conocido al chico hongo y no quería confundirme. Cada vez que lo veía me quedaba colgada pensando en él...
Pasó mi cumpleaños (que es en junio), y a los pocos meses me fui a vivir sola. Federico ya había pasado a la historia y Lucas volvió a aparecer pero más insistente que de costumbre; no parecía dispuesto a soportar mi ignorancia. Una noche estaba sentada en mi mini patio y me llegó un mensaje: "¿En qué andas?", decía. Justo acababa de ver Tommy, la película que él me recomendó la noche en que lo conocí. Me agarró con las defensas bajas y lo invité. No tardamos en ponernos al día, estuvimos juntos pero no fue como las otras veces. Yo no estaba ahí, no quería tocarle los rulos. Me encantaba físicamente pero no había nada más.
Después de ese encuentro no me contactó más, ni yo a él... A los pocos meses, más específicamente en diciembre, me lo crucé en una feria orgánica. Él estaba con una mina, rubia con calzas. Me escondí y me frustré... el destino ya no nos unía. Más bien, todo lo contrario... Yo estaba con una amiga, nos fuimos a buscar un bar para tomar cerveza y olvidar.
Caminamos un largo rato y encontramos uno que nos gustó... Nos sentamos. Al rato tuve que ir al baño, que quedaba en el segundo piso. Cuando estaba bajando, lo ví. Lucas estaba en ese mismo bar. Me paralicé, tuvimos la conversación más chota del mundo, él estaba con la rubia de la feria orgánica.
-¡Qué pantalón tan setentoso!
-Sí, salí temprano y me puse lo que encontré...
-No está mal. Ella es Nadia, una amiga.
Nunca más volvimos a hablar. Lo loco o no tan loco es que el día que publiqué la tercera parte de esta historia recibí una invitación para una muestra de pinturas en un centro cultural, cuando abrí el evento, me di cuenta que el que exponía era Lucas.



